Estados Unidos: Así esquilma y masacra.
Agenda
Chile – 1973
El Plan Yakarta fue empleado por los militares golpistas.
En las elecciones celebradas en octubre de 1970, la coalición de izquierdas “Unidad Popular” ganó las elecciones, el socialdemócrata Salvador Allende fue proclamado presidente de Chile.
En esos años, el gobierno de Estados Unidos llevaba a cabo una campaña para impedir “el avance del comunismo y el socialismo en América Latina”, por lo que Richard Nixon (presidente de EEUU) ordenó a la CIA “hacer aullar a la economía” en Chile para “evitar que Allende llegara al poder” o fuera posteriormente destituido. En septiembre, Nixon convocó a Richard Helms, entonces director de la CIA, para tratar el tema de Chile: “Quizás hay una de diez posibilidades, ¡pero salva Chile!; vale la pena gastarlo… 10.000.000 de dólares disponibles, más si es necesario; solo deben intervenir hombres competentes al máximo…”. La CIA lanzó una masiva campaña de operaciones encubiertas para impedir que Allende asumiera el gobierno y, cuando fracasaron, para minar su gobernabilidad; para Nixon: “nuestra principal preocupación en Chile es la posibilidad de que Allende se consolide y que su imagen ante el mundo sea un éxito”. Llevando a cabo la orden de Nixon, en los años siguientes, el gobierno de EEUU estranguló la economía de Chile; los bancos congelaron créditos; el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales cancelaron préstamos; la multinacional ITT formó un comité de representantes de corporaciones estadounidenses para fraguar una estrategia contra Allende; se enviaron agentes de la CIA a sabotear la economía y fomentar un movimiento de oposición contra el gobierno de Allende, como la huelga de camioneros que paralizó el sistema de transportes y, por tanto, hubo un gran desabastecimiento de bienes en los comercios.
El gobierno de Allende, cumpliendo el programa de la Unidad Popular, nacionalizó la extracción de cobre, la producción de salitre y de hierro cuyas empresas pertenecían a monopolios estadounidenses; casi todos los bancos pasaron a ser controlados por el Estado; se expropiaron los grandes latifundios; aumentó los salarios y las pensiones, a la vez que tomaba otras muchas medidas de carácter social. Sin embargo, la poderosa maquinaria contrarrevolucionaria de los imperialistas yanquis, tenía en sus manos muchos resortes para hundir la economía chilena. Las minas y las empresas industriales, dependientes de EEUU en maquinaria y equipos, dejaron de recibirlos; en las minas se sucedían los accidentes y las empresas se paralizaban.
Por otro lado, se sucedían los asesinatos de líderes obreros y destacados políticos. Poco tiempo después que Allende asumiera el poder en Chile, en los barrios acomodados de Santiago comenzaron a aparecer pintadas en las que se leía “Yakarta viene”, además, se enviaron tarjetas postales a los domicilios de destacados militantes de organizaciones de izquierda, en las que se leía “Yakarta se acerca”. La población chilena era incapaz de vincular su país con la Indonesia de 1965, pero quienes seguían con atención la política internacional entendieron lo que sucedería después en Chile. Más tarde, el gobierno recibió una carta de un grupo de marineros que le advertían de los preparativos golpistas: «Para nosotros era vital evitar esta gran masacre contra el pueblo… por datos e informaciones concretas, sumando a estas las diferencias de nuestros jefes para con nosotros, la tropa, donde nos explicaban que por tales o cuales razones el gobierno marxista debía ser derrocado, y limpiado el pueblo de dirigentes marxistas. Para ellos, para todo dirigente de izquierdas, iba a ser sin duda el Plan Yakarta».
La primera tentativa de Golpe de Estado fue el “Tanquetazo”, en junio de 1973, fracasó porque Carlos Prats, jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, se enfrentó a los militares golpistas; poco después, ante las presiones que recibió, dimitió de su puesto. Lo reemplazó Augusto Pinochet. La suerte estaba echada.
El 11 de septiembre de 1973 se llevó a cabo el golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular, primero atacando la casa presidencial de La Moneda, en la que murió Allende. En los primeros meses de la dictadura fueron asesinadas o “desaparecidas” unas tres mil personas. La dictadura militar, encabezada por Pinochet, gobernó hasta 1990. En esos diecisiete años encarceló a 80.000 personas, 30.000 fueron salvajemente torturadas y 3.200 asesinadas.
El Gobierno de la Unidad Popular gozaba del apoyo de la clase obrera y de otros sectores populares. Sin embargo, ante los planes contrarrevolucionarios del imperialismo yanqui y de la propia oligarquía chilena, no armó a la clase obrera, no llamó al pueblo a movilizarse y a defender sus conquistas, no depuró al ejército de sus oficiales y mandos fascistas, facilitando así su trágico final.