
África. Esclavizada, colonizada, esquilmada y Resistente.
Agenda.
Portugal (y II)
Un Imperio aferrado al Colonialismo más irreductible.
Viene del domingo 2 de marzo.
.. /… los recursos para modernizar los sistemas de explotación demasiado atrasados, a fin de servir a los pretenciosos proyectos de industrialización. Abolidas las compañías extranjeras y reformados los sistemas administrativos coloniales, el Estado asumió directamente el reclutamiento y la distribución de la fuerza de trabajo en minas, plantaciones y obras públicas. El propósito era hacer reformas en las colonias, según el ejemplo británico, para que fueran eficientes en la producción de las materias primas.
En la posguerra de la II GM, cuando las mayores potencias coloniales se vieron forzadas a ceder a una descolonización o independencia formal y permitían la organización de sindicatos y partidos políticos, Portugal se inclinó por la consolidación colonial de sus dominios. Parte de la emigración portuguesa que se dirigía hacia países europeos y a Brasil, fue incentivada para que se instalaran en África como colonos, en áreas urbanas y en las tierras expropiadas a las poblaciones nativas. Al tiempo se permitió la formación de cooperativas indígenas y se realizaron reformas del sistema de salarios y la organización de servicios de asistencia social dirigidas principalmente a los indígenas de clase media que residían en las ciudades. Se trataba de reforzar la presencia portuguesa y, al mismo tiempo, tratar de integrar a una limitadísima clase media indígena, a fin de transformar las colonias, sin descolonizarlas, en “provincias de ultramar”. Por ello también se promovió el estudio de los usos y las costumbres indígenas buscando armonizar los intereses coloniales con los deseos indígenas.
Pero detrás de esta máscara reformista, la discriminación y el abuso de la población nativa campaban a sus anchas. Cualquier indígena que no pudiera producir la cantidad de productos fijada podía ser sancionado a trabajos forzados en obras públicas, minas, plantaciones o establecimientos agrícolas de colonos durante al menos seis meses al año, o ver reducido su salario en un 40%. Otro tanto pasaba si no se pagaban los impuestos. Con los que huían para no pagarlos, se podía apresar a la mujer y a los hijos y mantenerlos detenidos hasta que el huido se entregara. Los jefes coloniales, con la participación de la policía indígena, los cipayos, eran responsables directos de ese sistema de coerción. Su fama de crueldad y de abusos sigue viva todavía hoy. A todo este arsenal represivo añadieron la creación de una policía secreta conocida como PIDE que se ocupaba de impedir cualquier forma de protesta; toda actividad política estaba prohibida y cientos de jóvenes conocieron la prisión o el exilio.
Portugal era un país semi-subdesarrollado, con una economía débil y dependiente, que acabó recurriendo a un régimen fascista. Buscando el respaldo del imperialismo, permitió el establecimiento de bases de la OTAN (1949) en Guinea y Cabo Verde, pidió su ayuda en las guerras anticolonialistas y ofreció a Estados Unidos y a las potencias de Europa la explotación de su petróleo y la bauxita. Una clase dominante, rancia y recalcitrante, no podía emplear hasta el final otros métodos que los colonialistas, los que le eran propios. La resistencia que opuso a perder sus posesiones coloniales solo pudo ser vencida mediante la lucha armada que tuvieron que emplear los movimientos de liberación nacional.