desde Villanubla-Valladolid, a 03-2011
(en tránsito en la cárcel de Valdemoro)
Se inicia el juicio. Llaman a declarar a los acusadores. Ni una sola acusación de delito concreto, ninguna prueba, tan sólo nimiedades y hasta disparatadas conjeturas. Declara Manuel Arango, militante del PCE(r), 62 años, casi cuarenta de militancia; detenido y encarcelado por primera vez en el año 1974. Declara Lucio García Blanco, militante del PCE(r), 60 años, más de 30 años de militancia; detenido y encarcelado por primera vez en 1979. Declara Isabel Aparicio, militante del PCE(r), 58 años, más de 35 años de militancia, detenida y encarcelada por primera vez en 1981. Declara Paco Cela, militante del PCE(r), 52 años, más de 30 años de militancia; detenido y encarcelado por primera vez en 1981. Además, Israel Clemente y Xurxo García, militantes de los GRAPO, condenados a 40 años de cárcel.
Todos los militantes del PCE(r), nos reconocemos y reivindicamos como comunistas y como tales no escondemos ni los fines que perseguimos ni los medios que empleamos para conseguirlos. Nos proponemos y propugnamos abiertamente, a través de una estrategia de Guerra Popular Prolongada, la insurrección armada de la clase obrera y las masas populares para destruir el Estado burgués, instaurar la dictadura del proletariado, construir el Socialismo y encaminarnos cara a la sociedad comunista, sin clases y sin Estado, donde sea posible izar la bandera de: «De cada uno según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades».
Al final de la segunda sesión del juicio, el Juez nos concedió 5 minutos para saludar a los amigos. Veo entrar a Oscar, a Bugui, a Brais. Me fundo con ellos en un tremendo, cálido, entrañable, interminable abrazo. Y en ese abrazo, aprieto a todos los que estabais y a todos los que no pudieron venir. Y también, por un momento, a través de las anchas alamedas de ese abrazo, huyo y vuelvo a caminar libre por las calles de la Coruña, vuelvo a sentir y oler su mar, me baño en la alegría de sus días claros. La vida y la lucha me enseñaron a no ojear para atrás con la inútil tristeza de las memorias, a perseguir la ruptura que me empuja hacia lo nuevo, hacia lo que nace; pero vosotros, mi gente, sois un inmenso mar azul al que siempre vuelvo y en el que algún día había querido apagarme.