EE.UU.
Extremistas de identidad negra: el FBI busca nuevos enemigos al agotar a los anteriores
La revista Foreign Policy ha publicado un informe de la división antiterrorista del FBI que pone en la picota a un movimiento negro que no lograron aplastar hace 40 años. En el ridículo argot policial lo llaman BIE (“extremistas de identidad negra”), aunque los extremos se ven en función del lugar que ocupe la policía, que suele ser justo el opuesto, por lo que los “extremistas” tienen siempre el mismo sesgo ideológico: son los sectores populares y progresistas.
No cabe duda que el asesinato de Michael Brown, precisamente a manos de la policía, en 2014 en Ferguson, Missouri, ha vuelto a poner en pie de guerra a los negros y a los explotados y oprimidos de Estados Unidos. Entre los objetivos “extremistas” del FBI está el movimiento “Black Lives Matter”.
En pocas palabras, el FBI está dispuesto a que nada ni nadie se mueva en las calles (salvo ellos) y que sus crímenes y el terrorismo de Estado queden impunes. Vuelven los tiempos de Cointelpro, de fichar a los molestos y la “carta blanca” para vigilarlos, molestarlos, perseguirlos y… ¿por qué no? ¡matarlos!
A los sabuesos del FBI no le engañan fácilmente, ni los comunistas, ni los anarquistas, ni los negros, ni los antisistema. Se llamen como se llamen, los han puesto en el ojo del huracán no por nada sino por su ideología política. A eso el FBI le llama ahora “identidad”, como en España le llamaban “tribus urbanas” hace unos años.
Lo que la policía considera como “identidad” no es el ADN, ni el DNI sino la ideología. La represión clasifica a las personas, las “ficha” y discrimina por su pensamiento político, religioso y social.
Todo procede de Descartes, cuando dijo aquello de “pienso luego existo” que alguien tradujo mal. Lo que Descartes escribió en realidad fue “pienso luego soy” lo que la burguesía (mal)interpreta en un sentido idealista: soy aquello que pienso, lo que me identifica es mi pensamiento.
¿Por qué la burguesía y sus secuaces policías cometen ese desliz? Por lo mismo que se suele decir de alguien que “lucha por sus ideas”, o que existen esos fantasmas llamados “delitos de odio”, o esa detenida en Palamós que se “radicalizó” porque entraba en foros yihadistas de internet.
En este último caso, la detención no tiene misterio; España siguió las instrucciones del FBI, pero el comunicado del Ministerio del Interior no tenía desperdicio cuando aludía a que había sufrido un “proceso de autoradicalización virtual” porque consultaba en internet “productos propagandísticos de grupos yihadistas con contenido extremadamente violento”.
El tipo que redacta los comunicados del Ministerio del Interior no necesita tener muchas luces. Le basta recurrir a las tautologías. Si los internautas visitan páginas anarquistas se convertirán en anarquistas. Si las páginas son violentas, se convertirán en sujetos violentos y si las páginas son muy violentas, su personalidad se hará también mucho más agresiva.
En España copian literalmente al FBI, que tampoco se caracteriza por su ilustración. El problema del odio, el extremismo, la radicalización y la violencia es acabar con las páginas web del mismo carácter, luego con los libros, la música y todo aquello que enaltezca el terrorismo.
El documento del FBI menciona seis ataques contra policías estadounidenses posteriores al asesinato de Ferguson como precedentes de “la amenaza negra”. Mica Johnson mató a 11 policías en Dallas influenciado por la “ideología BIE”, asegura el FBI.
En España los catalanes no son negros y el Ministerio del Interior busca otras excusas.