Unión Europea, nido de ataques fascistas
La mano sucia del capitalismo: los muy activos grupúsculos neo-nazis
El 16 de junio de 2016 la diputada británica Jo Cox fue asesinada por el militante de extrema derecha Thomas Mair, que disparó tres veces un rifle de caza y asestó 15 puñaladas a la diputada de 41 años. La justicia británica condenó al asesino a cadena perpetua y señaló que el crimen fue inspirado por “el supremacismo blanco y el nacionalismo excluyente, lo que está asociado con el nazismo en sus formas modernas”. En el momento de su asesinato, la diputada trabajaba, precisamente, en un informe que alertaba del auge de la extrema derecha. En 2017, la policía, parece, frustró 4 atentados nazis. El jefe de la unidad antiterrorista, subrayó que es especialmente preocupante la emergencia del grupo National Action (Acción Nacional), que defiende el supremacismo blanco y el «nacionalsocialismo». Este grupo fue declarado ilegal por el Gobierno británico a finales de 2016.
El 22 de julio de 2011, el ultraderechista Anders Breivik irrumpió en el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista de Noruega en la isla de Utoya, y asesinó a sangre fría a 77 personas e hirió a otras 151. Previamente, Breivik había escrito un largo manifiesto explicando sus actos como una reacción contra la “islamización de Europa” y contra la “izquierda multiculturalista” que la propicia.
En el año 2013, la justicia húngara condenó a cadena perpetua a tres militantes húngaros de extrema derecha. Los hermanos István y Árpad Kiss y Zsolt Petö asesinaron a seis personas gitanas y provocaron heridas graves a otras cinco personas. Los tres condenados prendían fuego a las casas y después disparaban a quemarropa contra los ocupantes de las viviendas.
Hungría es, no obstante, el lugar de Europa donde más ha calado el discurso de la extrema derecha. El presidente Viktor Orban ha conseguido vencer tres elecciones con un discurso ultranacionalista y anti-inmigración.
El 11 de julio de 2018 la Audiencia Territorial de Múnich condenó a cadena perpetua a Beate Zschäpe, única superviviente de Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), la célula terrorista neonazi que asesinó a nueve inmigrantes (ocho turcos y un griego) y a una agente de policía entre 2000 y 2007.
El pasado 1 de octubre la policía alemana desarticuló un grupo terrorista de extrema derecha en el este y el sur del país acusados de pretender atacar a extranjeros y políticos. Asimismo, un informe de 2017 de los servicios de inteligencia alemanes señalaron que ese mismo año se habían producido 1.054 actos de violencia de extrema derecha.
En el año 2013 fue asesinado el activista de izquierdas y músico hip hop Pavlos Fyssas. El autor confeso del asesinato, Giorgos Roupakias, era militante activo del partido neonazi Amanecer Dorado. En septiembre de 2018 también fue asesinado el activista LGTBTIQ Zak Kostopoulos en el centro de Atenas. Uno de los acusados por este asesinato está supuestamente vinculado con el neo-nazismo. Asimismo, grupos ultras han jaleado este asesinato con consignas homófobas en el mismo lugar de la muerte del activista.
Italia
El 21 de septiembre de 2018, militantes del grupo neofascista Casa Pound, hermanado con el español Hogar Social, agredieron a la eurodiputada Eleonora Foenza y su asistente Antonio Perillo tras una manifestación antifascista y antirracista en Bari.
En febrero de este año un militante y excandidato de la xenófoba Liga Norte Luca Traini, de 28 años, disparó en Macerata hiriendo a seis personas, todas ellas de color, originarias de Mali, Nigeria y Ghana, de edades comprendidas entre 21 y 33 años. También disparó contra algunas tiendas y edificios, alcanzando la sede del Partido Democrático, de centro izquierda. Tras ser interceptado por la Policía, Traini bajó de su automóvil con una bandera tricolor italiana a la espalda y atada al cuello, y realizó el saludo fascista al grito de «Viva Italia».
En marzo de este año, un grupo neonazi atacó a otro grupo de estudiantes de la Universidad de Derecho de Montpellier que leían un manifiesto contra las medidas neoliberales del Gobierno Macron. También se produjeron ataques de grupos de ideología ultra en la Universidad Tolbiac de París, que en ese momento estaba ocupada por estudiantes que protestaban contra los recortes de Macron.
En junio de este año, la Policía francesa detuvo a diez personas de varias regiones del país sospechosos de pertenecer a un grupúsculo de extrema derecha que preparaba atentados contra musulmanes. El grupo estaba liderado por un expolicía.
Hace apenas un año, la Policía detuvo a otros 10 fascistas de entre 17 y 25 años que querían atentar contra políticos y mezquitas. Los detenidos mantenían vínculos con Logan Alexandre Nisin, un militante de extrema derecha que había sido detenido unos meses antes.
El país nórdico ha vivido un incremento de la violencia de extrema derecha en los últimos años con el fortalecimiento del Movimiento de Resistencia Nórdico (RMN), una organización neonazi, antisemita, anti inmigrante y antigay. Este grupo está relacionado con una serie de ataques contra grupos minoritarios. En 2016 y 2017, tres fascistas colocaron artefactos explosivos frente a un café, una vivienda para refugiados en Gotemburgo y una librería que vendía publicaciones izquierdistas. Una de las explosiones hirió a un funcionario de inmigración. En junio de 2016, un simpatizante del grupo se lanzó con su coche contra una manifestación pro refugiados en Malmoe (sur de Suecia) sin provocar heridos. En octubre del presente año, esta organización también congregó a cientos de nazis con programas fascistas.
El Movimiento de Resistencia Nórdico ha conseguido extenderse al resto de países nórdicos con su mensaje anti inmigración. En 2016, en Finlandia, un hombre murió después de que un miembro del MRN le diera una patada en el pecho durante una protesta, tras la cual cayó y se golpeó en la cabeza. La Justicia finlandesa ilegalizó esta formación porque su ideario «ofende a los grupos étnicos, extiende el discurso del odio y fomenta el uso de la violencia».
Cada año, el 16 de marzo, desde 1994, se celebra en Riga, capital del país, una marcha que congrega a cientos de personas para rendir honores a los voluntarios letones que se integraron en las Waffen-SS para luchar junto a Hitler en la II Guerra Mundial. La unidad nazi, además de luchar contra los ejércitos soviéticos, también participó en la terrible represión que sufrió la comunidad judía en Letonia bajo el dominio nazi. En la edición de 2018, asistieron unos 1.500 fascistas, entre veteranos de la unidad nazi y simpatizantes.