Memoria de la URSS imprescindible
Así vivían las mujeres en la Unión Soviética
El comunismo y la emancipación femenina
La Revolución Soviética fue un parteaguas en la historia universal de la opresión de las mujeres. Desde sus comienzos, la Unión Soviética postuló como uno de sus ejes rectores la igualdad de condiciones para mujeres y hombres y esto a su vez presionó a otros países a seguir los pasos de la emancipación femenina. Fue Engels quien puso en evidencia la principal causa material de la opresión de éste género: la institución social de la familia, que, según el pensador, perpetúa el poder del patriarcado y de los hombres mediante la posesión de los medios de producción y reproducción familiar. En la Unión Soviética era crucial la liberación femenina, pues como propuso Innesa Armand, una de las figuras más emblemáticas del feminismo en la revolución rusa:
“Si la liberación de la mujer es impensable sin el comunismo, el comunismo es también impensable sin la liberación de la mujer’.
El voto
Mientras que en el capitalismo se ha normalizado la idea de que la reproducción le compete únicamente a la familia y, en específico, a las mujeres, en la URSS, la nueva sociedad buscó una ruptura contundente con las formas que toma la opresión contra las mujeres. Por primera vez en la historia del mundo, se legalizó el aborto, en 1922. Se otorgó, también, el derecho a las mujeres de votar y ser votadas, mucho antes que en la mayoría de los países democráticos y capitalistas. Sólo en cuatro países se obtuvo el voto femenino antes: en Noruega, Nueva Zelanda, Dinamarca, Australia y en algunos estados de Estados Unidos. Junto con la emancipación en el plano político hubo muchos cambios en la liberación económica de las mujeres.
El divorcio
De entrada, en un proyecto socialista los medios de producción pasan de manos de los intereses privados a pertenecer a la sociedad. Las mujeres no sólo obtuvieron el derecho al divorcio, sino que desde 1917 se revolucionó la manera de divorciarse. Si ambas partes pedían el divorcio, este se efectuaba de inmediato. Pero si sólo una de las partes lo solicitaba, se hacía un juicio, sin necesidad de pruebas, evidencias, testigos, etc. Por fin, el matrimonio adquirió la libertad que no había conocido antes. Incluso, se instauró la posibilidad de que las familias llevaran el apellido materno o paterno; la decisión quedaba a criterio de la pareja , posibilidad que en México apareció cien años después. En esta nueva manera de relacionarse, las parejas podían estar juntas por cariño y amor, no por necesidad de dinero, herencias, ni dependencia económica. A las mujeres divorciadas, pronto se les otorgó el derecho a recibir un ingreso por parte de sus ex maridos, un modelo que después fue copiado por el resto del mundo.
El trabajo
Más importante aún, la mujer presenció su emancipación laboral. Las mujeres soviéticas no tenían restricción laboral alguna: podían ejercer como obreras industriales, médicas cirujanas, profesoras, científicas o incluso astrónomas. Todo esto, recibiendo el mismo salario que los hombres por decreto constitucional. Sin duda, este hecho que hoy parece tan trivial fue decisivo en la historia de los derechos de las mujeres y actualmente no es una realidad en la mayoría de los países. En la URSS todas las mujeres con posibilidad de trabajar lo hacían y recibían un salario digno por este trabajo. Por un lado este trabajo se añadía a las labores del hogar, que no habían dejado de existir. Pero por otro, el mero ingreso salarial para las mujeres representaba una nueva dinámica familiar, en la que ya no era sólo el hombre el proveedor, y, por esto, el jerarca. Para aliviar las tareas domésticas, el gobierno soviético impulsó la creación de escuelas, guarderías, kindergarten, así como lavanderías públicas y comedores populares. Alexandra Kollontai, una de las revolucionarias más importantes, escribió:
«la ‘separación de la cocina del matrimonio’ es una reforma no menos importante que la separación de la Iglesia y el Estado, por lo menos en la historia de la mujer.»
Tan sólo en Petrogrado, de 1919 a 1920 casi el 90% de la población total fue alimentada de manera comunitaria.
Zhenodtel: órgano estatal de la mujer
Fue en 1919 que se formó el Zhenodtel, la sección del partido comunista dedicada a los asuntos de la mujer. Esta sección fue fundada precisamente por Inessa Armand y Alexandra Kollontai. Su papel principal era luchar por los derechos de las mujeres y propagar las victorias que habían sido adquiridas. El Zhenotdel se daba a la tarea de educar a las mujeres de todas la regiones de la Unión Soviética acerca de sus nuevos derechos políticos, económicos y laborales; al mismo tiempo que resarcía el analfabetismo, que prevalecía, desafortunadamente, mucho más entre las mujeres que entre los hombres. Fue gracias a la presión que ejerció este nuevo órgano, que en 1920 se legalizó el aborto en la URSS, y por primera vez en el mundo, las mujeres pudieron acceder al aborto de manera digna, segura y gratuita en los hospitales públicos, un hecho que incluso hoy en día es difícil imaginar en la mayoría de los países democráticos. Quizá un hecho más controvertido pero no por ello menos sorprendente es que en la parte central asiática de la URSS el Zhenotdel hizo una campaña de emancipación de la mujer musulmana dentro de la cual se llevaba a cabo un proceso de remoción del velo o burka.
La maternidad
Otro de los aspectos en los que las mujeres soviéticas ganaron una lucha importante fue en la forma en la que ejercieron su maternidad. De entrada, todos los niños tenían los mismos derechos, sin importar si eran hijos legítimos o ilegítimos. Esto supuso un alivio para las mujeres que habían tenido hijos fuera del matrimonio, pues antes de la revolución sufrían de un ostracismo social que atravesaba el plano económico, familiar, laboral, etc. Por otro lado, las mujeres que serían madres disfrutaban de licencia de maternidad pagada por el estado cuatro meses antes del nacimiento y cuatro meses después. Por primera vez en la historia, la licencia de maternidad pagada fue universal, es decir, aplicada a todas las mujeres sin importar su condición social, religión, color de piel, ni, por supuesto, que estuvieran casadas. Con esta política las mujeres no tenían que preocuparse de quedar rezagadas en su carrera profesional. Y, al estar provisto por el Estado, las mujeres no sufrían de discriminación laboral, como sucede en los países en que las empresas se hacen cargo de la licencia de maternidad.
El balance
A pesar de todos los avances que hubo en la URSS con respecto a la cuestión de la mujer, no podemos decir que la desigualdad entre hombres y mujeres haya sido erradicada. Hubo momentos en los que no sólo no hubo avances sino retrocesos. Llegó el momento, en 1930, en que se disolvió el Zhenotdel. En 1936, el Estado cesó de proveer abortos a las mujeres, declarando de nuevo su ilegalidad (hasta 1955) en vista del riesgo que implicaría de no hacerse en condiciones higiénicas, y en el marco de nuevas políticas poblacionales que ponían mucho más peso a la familia. Sin embargo, todos los esfuerzos no habían sido en vano: ni para las mujeres de la región, ni para las mujeres del resto del mundo. No cabe duda de que la Unión Soviética marcó la pauta mundial para la emancipación de la mujer, que jamás podrá tener cabida en una sociedad en el que las formas de propiedad sigan estando en manos de unos cuantos y en donde la explotación de unos por los otros sea la norma. Tal vez la mujer soviética sea apenas un atisbo de un mundo sin desigualdad entre hombres y mujeres — un atisbo de lo que aún nos queda por imaginar, pelear y construir.
En:
https://noticieros.televisa.com/especiales/asi-veia-union-sovietica-las-mujeres/