Paco Cela Seoane
El domingo 28, sale de la prisión de Picassent, tras 32 años de su vida en prisión por militancia revolucionaria.
“Aún me sigue enamorando aquel invencible grito”
Capítulo II
Y si esto fue así a nivel europeo e internacional ¡ni te cuento en España! El golpe fascista de 1936 y una postguerra de casi 40 años marcada por un brutal Terrorismo de Estado, que nada le tuvo que envidiar a los Regímenes de Hitler y Mussolini, con cientos de miles de fusilados y desaparecidos, de torturados y encarcelados, que de hecho supuso el exterminio físico de una generación de revolucionarios, le confirió al Estado español un carácter singular con respecto a lo ocurrido en el resto de Europa tras la II Guerra Mundial.
Aquí, el fascismo continuó siendo una realidad cotidiana y, por tanto, el Movimiento de Resistencia se desarrolló al margen y en contra de los raquíticos cauces del Régimen, lo mismo que los métodos de organización clandestinos y los métodos de lucha ilegales y violentos venían impuestos por la propia naturaleza fascista del Estado. Y eso, quieras que no, imprime carácter y se convierte en una formidable Forja donde se templaría la nueva generación de revolucionarios.
Y a partir de la década de los 60 del siglo pasado, se empiezan a manifestar signos claros del agotamiento del régimen franquista, cómo empieza a perder de forma notable legitimidad y base social. Lo que coincide con los primeros síntomas de recuperación del movimiento obrero tras la durísima derrota de la Guerra Civil, como se pone de manifiesto con la heroica huelga en la cuenca minera asturiana o las huelgas obreras en Barcelona, Madrid, Bizkaia…
Lo curioso es que la imagen que se está transmitiendo es que ese movimiento obrero había sido impulsado, controlado y dirigido por el PCE, cuando en realidad cuestiona de forma abierta y creciente la política de “Reconciliación Nacional” con el fascismo que impulsaba ese Partido. Prueba de ello, es que se producen varias escisiones en el propio seno del PCE y se gestan otras Organizaciones a su izquierda como el FRAP, la ORT, la LCR, el PT, etc., sin que por ello perdiesen su carácter oportunista.
No obstante, una de esas organizaciones, la OMLE (Organización de los Marxista-Leninistas de España), sí consigue culminar con éxito la elaboración de una Línea Política realmente revolucionaria, desembocando en junio de 1975 en el Congreso de fundación del PCE(r). Y que aquella Línea Política sí daba justa respuesta a los problemas que presentaba la revolución en España, lo pone de manifiesto que, desde aquél momento y hasta nuestros días, el estado ha empleado absolutamente todos los métodos a su alcance para tratar de borrarnos de la faz de la tierra.
Pero sin duda, lo que a los gallegos se nos marcó en el alma a sangre y fuego fue la huelga de astilleros de 1972 en Ferrol y la Huelga General Revolucionaria de 1973 en Vigo, que ya dirigió por cierto, la OMLG (Organización de Marxista-Leninistas de Galicia), con Abelardo, Chomón, Xil, Ribeiro, etc., a la cabeza.
Yo, por aquel entonces tenía 13 años y cursaba estudios de bachillerato en Ourense. Pero para que te hagas una idea del absoluto control informativo que ejercía el Régimen, te puedo decir que ni en prensa, ni en radio, ni en TV salió nada de lo ocurrido en Ferrol y Vigo. ¡Es que ni dios abría la boca! Esto da idea de lo hondo que había calado el clima de terror que se había establecido.
Y mira que se armó gorda, pero gorda. Cuando posteriormente nos fueron llegando los ecos de lo ocurrido, los relatos de la bestialidad de las fuerzas represivas, la saña criminal con que cargaban contra todo lo que se moviese, ya fuesen hombres o mujeres, niños o ancianos, del coraje y del heroísmo de los obreros que se le enfrentaban, de los métodos de organización y lucha que habían empleado, de las tácticas de guerrilla urbana, cómo grupos reducidos de obreros realizaban saltos y montaban barricadas aquí y allá, manteniendo en constante jaque a los “grises” y, sobre todo, los relatos de cómo habían abierto fuego real contra manifestantes desarmados e indefensos provocando decenas de heridos de bala y el asesinato de Amador y Daniel, en Ferrol, ¡es que no te puedes imaginar pero cómo nos ardía la sangre y las tremendas ganas que se nos desataron de no dejar piedra sobre piedra de aquél Régimen de canallas!
A partir de ese momento, se ve claro, se respira en el aire, que el Régimen pierde el control de la situación, que cada vez se ve más desbordado y sobrepasado, que los episodios de agudo auge de la lucha de clases se vuelven cada vez más frecuentes y radicales, que aumenta el nivel de organización y se extiende y crece la conciencia política generalizándose la utilización de los métodos de lucha ilegales y violentos.
Delante de sus mismas narices, con el terror y la represión reducidos a un tigre de cartón piedra, se va gestando un amplio movimiento de masas verdaderamente revolucionario, que se va a ir haciendo plenamente consciente de lo arrollador de su fuerza.
Por eso, el Régimen reacciona tal que una fiera herida de muerte. ¡Enseñando garras y colmillos! Los fusilamientos del 27 de septiembre de 1975 de tres militantes del FRAP y dos de ETA son el último y desesperado intento de contener aquel movimiento de masas revolucionario para tratar de apuntalar a un régimen que literalmente se venía abajo a cachos.
Por decirlo así, ¡fue un canto del cisne! de hecho, la respuesta armada de los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), aquel 1º de Octubre, supuso, lisa y llanamente, firmar su “Acta de Defunción”.
(Continuará)…