Un repaso a la historia universal
Eduardo Galeano. De su libro “Espejos”
–El diablo es homosexual
En la Europa del Renacimiento, el fuego era el destino que merecían los hijos del infierno, que del fuego venían. Inglaterra castigaba con muerte horrorosa a quienes hubiesen tenido relaciones sexuales con animales, judíos o personas de su mismo sexo.
Salvo en los reinos de los aztecas y de los incas, los homosexuales eran libres en América. El conquistador Vasco Núñez de Balboa arrojó a los perros hambrientos a los indios que practicaban esta anormalidad con toda normalidad. Él creía que la homosexualidad era contagiosa. Cinco siglos después, escuché decir lo mismo al arzobispo de Montevideo.
El historiador Richard Nixon sabía que este vicio era fatal para la Civilización:
–¿Ustedes saben lo que pasó con los griegos? ¡La homosexualidad los destruyó! Seguro. Aristóteles era homo. Todos lo sabemos. Y también Sócrates. ¿Y ustedes saben lo que pasó con los romanos? Los últimos seis emperadores eran maricones…
El civilizador Adolf Hitler había tomado drásticas medidas para salvar a Alemania de este peligro. Los degenerados culpables de aberrante delito contra la naturaleza fueron obligados a portar un triángulo rosado. ¿Cuántos murieron en los campos de concentración? Nunca se supo.
En el año 2001, el gobierno alemán resolvió rectificar la exclusión de los homosexuales entre las víctimas del Holocausto. Más de medio siglo demoró en corregir la omisión.
–El diablo es gitano
Hitler creía que la plaga gitana era una amenaza, y no estaba solo.
Desde hace siglos, muchos han creído y siguen creyendo que esta raza de origen oscuro y oscuro color lleva el crimen en la sangre: siempre malditos, vagamundos sin más casa que el camino, violadores de doncellas y cerraduras, manos brujas para la baraja y el cuchillo.
En una sola noche de agosto de 1944, dos mil ochocientos noventa y siete gitanos, mujeres, niños, hombres, se hicieron humo en las cámaras de gas de Auschwitz.
Una cuarta parte de los gitanos de Europa fue aniquilada en esos años.
Por ellos, ¿quién preguntó?
-El Diablo es indio
Los conquistadores confirmaron que Satán, expulsado de Europa, había encontrado refugio en las islas y las orillas del mar Caribe, besadas por su boca llameante.
Allí habitaban seres bestiales que llamaban juego al pecado carnal y lo practicaban sin horario ni contrato, ignoraban los diez mandamientos y los siete sacramentos y los siete pecados capitales, andaban en cueros y tenían la costumbre de comerse entre sí.
La conquista de América fue una larga y dura tarea de exorcismo. Tan arraigado estaba el Maligno en estas tierras, que cuando parecía que los indios se arrodillaban devotamente ante la Virgen, estaban en realidad adorando a la serpiente que ella aplastaba bajo el pie; y cuando besaban la Cruz estaban celebrando el encuentro de la lluvia con la tierra.
Los conquistadores cumplieron la misión de devolver a Dios el oro, la plata y las otras muchas riquezas que el Diablo había usurpado. No fue fácil recuperar el botín. Menos mal que, de vez en cuando, recibían alguna ayudita de allá arriba. Cuando el dueño del Infierno preparó una emboscada en un desfiladero, para impedir el paso de los españoles hacia el Cerro Rico de Potosí, un arcángel bajó de las alturas y le propinó tremenda paliza.