A Dolors Aguado i Martorell
-Dolors, te queremos, te recordaremos
Ahí estuvo con presas y presos políticos cuando aterrizaban en la calle, allí estuvieron, con el indispensable Andreu, mirando mil papeles para conseguir libertades condicionales. Cariño, sabiduría, entereza, entrega.
Siempre estarás entre nosotros Dolors.
SRI
-Hemos perdido a nuestra querida amiga Dolors Aguado i Martorell
Desde las páginas de El Otro País dejó constancia de su condición de comunista y de su pasión por Federico García Lorca y Miguel Hernández.
Dedicó su vida a la enseñanza, a defender su lengua materna, a la militancia política comprometida de verdad y a leer. El domicilio de Dolors y Andreu es una monumental biblioteca.
Los dos prestaron su casa siempre para dar acogida a expresos políticos y todo tipo de luchadores consecuentes, Dolors trató con mimo a quienes pasaban por allí.
Generosa hasta lo increíble disfrutaba con el disparate que aportábamos algunos de los invitados. Siempre con su marido mi compadre Andreu García Ribera, con quien he compartido mil historias, desde que nos conocimos con diecisiete años en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.
En 1991 fuimos a un homenaje a los maquis antifascistas en Cuenca, en Santa Cruz de Moya, donde tuvo lugar el último combate de la Agrupación Guerrillera de Levante contra la Guardia Civil. El presidente de la Diputación de Cuenca, el socialista Ciriaco de Vicente, había camelado a los viejos comunistas que organizaban el acto, comprometiéndose a financiarlo con fondos públicos, con el compromiso de que no se enarbolara la bandera republicana.
Nosotros llevábamos una enseña tricolor de tres metros y se lió la traca. Dolors para poner las cosas en su sitio, con su pequeño cuerpo, se encaramó de un salto sobre una mesa y allí, de pie, con la bandera en la mano, calló a todos. Temperamento y dignidad.
Después, como en la historia del flautista de Hamelín, detrás de la bandera vinieron todos los viejos guerrilleros hasta el letrero que marcaba la entrada al pueblo. Allí les hicimos una foto que salió en doble página en Interviú. Hay tantas cosas.…
Un viaje desde Valencia a Girona, donde estaba trabajando Andreu en verano. Tardamos un día en llegar, por autopista. En 1994, mi mujer, Pilar, Dolors y Andreu, viajamos a los Alpes italianos. En Trento vimos el partido del mundial de fútbol entre la selección española y la de Italia, en el que le partieron la nariz a Luis Enrique. Acabamos con varias cosechas de grappa, el extraordinario aguardiente italiano.
En la sevillana Puebla de Cazalla, localidad natal de mi amigo el cantaor José Menese, se presentaron Dolors, Andreu y Tolo. Este último había sido alumno de Dolors y propietario de un restaurante de alta categoría en Finistrat, donde Dolors y Andreu vivieron unos cuantos años. El repaso que dimos al Café Central y al bar de Juan Ortiz fue memorable. Recuerdo que fuimos hasta Osuna, a la Peña Bética, un edificio monumental y ella siempre curiosa, mientras nosotros nos bebíamos unas copas de manzanilla, vio un cartel que decía “Torneo de ajedrez Pedro Garfias”. Así nos enteramos de que el gran poeta comunista que falleció en México se había criado en Osuna. Los recuerdos son inagotables. Por ejemplo mucho “All i pebre” (angula y pimiento), plato típico de la Albufera, que Dolors cocinaba primorosamente. También era muy gardeliana, y en eso coincidíamos, su padre fue un enamorado del tango.
Cuando yo la conocí tenía muchas reticencias hacia Madrid, y acabó convirtiéndose en una valenciana-catalana-madrileña tanguera y flamenca. Tengo el ordenador hecho polvo y esta nota la he escrito, como en los viejos tiempos con un lapicero y en una libreta que me regaló Dolors. Ella era muy aficionada a todo el material de imprenta. Compraba unas libretitas preciosas. Guardo todas las que me regaló. Su pérdida ha sido un golpe terrible, pero la recordaremos siempre sonriente y cariñosa, protectora como una “mamma”.
Nos dio todo y nos ha dejado huérfanos. Dolors, vas a estar muy presente en nuestras vidas. Te queremos mucho.
El Otro País, n.º 91, septiembre 2019