Cartas desde prisión
Marcos Martín Ponce
Cárcel de Picassent, 7 agosto 2019
Queridos camaradas.
Recibí hace un par de semanas vuestra tarjeta de cumpleaños. Muy maja, como todos los años. No os preocupéis, pagaré todas las cervezas que debo en cuanto salga… ¡y me den un trabajo! Jajaja…
Bueno, doy por hecho que X. os ha ido informando de la delicada situación médica de Marijo. ¡Menudo susto! El caso es que no podemos bajar la guardia. Si bien los marcadores tumorales reflejaron que está libre de cáncer, el problema de la delgadez extrema sigue preocupándome sobremanera. Eso es lo que llevó a los especialistas del hospital a alarmarse y querer someterla cuanto antes a las pruebas tumorales.
Hay que tener en cuenta que todo empezó hace 2 años, aproximadamente, cuando una negligencia médica hizo que mezclaran una pastilla para conciliar el sueño que era LETALMENTE incompatible con la medicación del VIH. Y eso a pesar de que estas incompatibilidades medicamentales sale inmediatamente marcadas en rojo en cuanto se abre el fichero de los internos que están con medicación de VIH, en el ordenador. No voy a meter a todos los médicos de esta prisión en el mismo saco; pues sería injusto respecto a los que, a pesar de lidiar con montones de presos que desquiciarían al Santo Job, mantienen su profesionalidad a pesar de la escasez de recursos con que les dota la administración. Pero en el caso de un par de médicos que estuvieron tratando a la camarada durante ese par de años, hay que decir que son la viva expresión de un sistema corrupto donde ellos se han acomodado, como les pasa a no pocos funcionarios de prisiones, no teniendo más pretensiones que llevarse muerto un sueldazo que, dada su nula productividad (traducida en los servicios prestados) les queda demasiado grande. Es algo muy común en estas casas. Cuando llegan aún creen en el código deontológico. Pero pronto se contagian de la desidia tanto de los funcionarios como de sus propios colegas de profesión. La maquinaria lleva tantos años trabajando en ese sistema corrupto que ha cobrado vida propia y pasa por encima de todo aquél que tenga pretensiones honestas.
Cuando, por fin, sacaron a la camarada al hospital y solucionaron el problema de la incompatibilidad medicamental, Marijo ya se había quedado en 46 kilos (con 1’70 de estatura). Empezó a recuperarse, muy lentamente, pero, como ocurre en las huelgas de hambre extremas, el cuerpo empieza a fallar por todas las grietas. En su caso, y como ha demostrado el último escáner que la hicieron en el hospital, se le ha agravado una lesión en una vértebra en la parte alta de la espalda. Y a las dos semanas de su “recuperación”, volvió a recaer su salud, perdiendo aún más peso, hasta quedarse en 43. Un saquito de huesos… Sin energía, sin fuerzas ni ganas de nada… y, para colmo, con el miedo (que nos metieron en el cuerpo), cuando empezaron las prisas por hacer las pruebas tumorales y la psicóloga vino a “discutir” conmigo quién se haría cargo de ella si la tuvieran que poner en libertad, por muerte inminente, claro está, pues es la única manera de que un preso político enfermo salga de prisión en este país tan democrático y respetuoso con los DDHH.
Cuando Marijo vino del hospital y las pruebas le dieron libre de cáncer, parece que había adquirido un segundo aire de positividad. Ha reducido el tabaco a 3 cigarros (a ver si puede dejarlo completamente) y la ansiedad que eso le provoca le está abriendo el apetito. En las últimas comunicaciones que he tenido con ella está mucho más animada. La cara se le va redondeando y las ojeras tienden a desaparecer… si no pierde el apetito, será cuestión de tiempo que vuelva a sus 53-54 kilitos. No es mucho, pero ese es su peso natural. Solo entonces podremos empezar a relajarnos de nuevo.
(…/…) Por lo demás, yo continúo con mis rutinas carcelarias. Por las mañanas hago deporte (CrossFit) de 9’00 a 10’00 y luego doy clases de inglés de 11’00 a 12’30. Hace tiempo que me examiné satisfactoriamente del B2 en la EOI (Escuela Oficial de Idiomas) y desde hace 2 años estoy intentando sacarme el C1, pero la cárcel ha rescindido el contrato con la EOI, así es que, ya veremos.
Por las tardes, aprovecho el chape para estudiar los libros que me vais mandando, responder correspondencia y leer algo de literatura inglesa.
Marijo andaba traduciendo los Democrités que mandan desde Francia, antes de perder tanto peso, claro. Ahora… bastante tiene con concentrarse en sobrevivir. Eso sí, todos los dolores de la espalda, las vomitonas y diarreas que le provocó la negligencia médica, nunca le he escuchado un “ay” salir de su boca ¡¡es una guerrera!!
Bueno, camaradas, va un saludo revolucionario de Marijo y mío. Cuidaos y un beso a mi X.
¡Por el Comunismo! ¡Hasta la Victoria!
Marcos
FUERZA!!! UN ABRAZO MUY MUY GRANDE A TODOS….UNO MAS ESPECIAL PARA ELLA…PRONTO ESTARA BIEN