Memoria histórica imprescindible:
-Memorias de un deportado vasco en Mauthausen
Un libro recoge el testimonio de Marcelino Bilbao, republicano que sobrevivió cinco años en el campo nazi, donde fue cobaya humano del Doctor Muerte.
Desde marzo de 1942, en la cámara de gas de Mauthausen, los SS recurrían a menudo a los presos republicanos. «‘¡Españoles! ¡Sacad los cadáveres al exterior!’” recordaba Marcelino Bilbao que les gritaban.
(…) En el interior… ¡Menudo cuadro! Cuando las víctimas se daban cuenta de que iban a morir, se agarraban a cualquier cosa, como a los azulejos, o clavaban sus uñas en el yeso y arañaban la pared de arriba abajo, hasta quedar tendidas en el suelo. Luego se cogían los cadáveres por las patas y los arrastrábamos al exterior para llevarlos al crematorio y reducirlos a ceniza. Yo personalmente hice ese trabajo más de una vez”.
Es parte de las memorias de este deportado vasco, fallecido en el 2014 a los 94 años tras sobrevivir un lustro en el campo nazi, que ahora su sobrino nieto, el historiador Etxahun Galparsoro ordena, corrobora y contextualiza en ‘Bilbao en Mauthausen’ (Crítica), devastador testimonio del horror nazi.
-María Antonia Benítez Luque, la andaluza que participó en la resistencia antifascista contra los nazis
Comandante de la Legión de Honor francesa. Desconocida y ninguneada en su tierra.
María Antonia nació en el pueblo de La Carolina, Jaén, un 25 de febrero de 1921. Hija de un minero de Navas de Tolosa, aun siendo joven, su familia se traslada a Madrid, donde nacerán el resto de sus hermanos y hermanas, hasta llegar a ser una prole de 9 hijos e hijas. Cuando María cuenta con 12 años, abandona el colegio para ponerse a cuidar a los niños y niñas de los señoritos. Hacía falta dinero para alimentar a sus hermanos y hermanas, y cualquier dinero que entrara en el hogar, era bienvenido.
Solo tres años después, estalla la Guerra Civil. A pesar de vivir en una familia sin una clara convicción política ni militante, su casa se ve envuelta de lleno en el conflicto, al encontrarse en una de las zonas de Madrid donde la guerra es más cruenta. Así pues, se trasladan a San Fernando de Henares, donde su madre comienza a trabajar para el Ejército, dentro de una sección de las Brigadas Internacionales. Algunas veces, María la acompaña, y es así como conoce a René Chapelle, un brigadista internacional francés, con quien se casará en 1938.
Al poco tiempo de estar casados, René tiene que volver a Francia, a Ponts-et-Marais, en la costa de Normandía, de donde es, y María marcha con él. La tranquilidad en la costa normanda dura poco, pues el avance de los nazis está ya a la vuelta de la esquina.
Con las tropas nazis ya ocupando Normandía, la pareja se une a la Resistencia francesa. Él pasa a llamarse Pepe y se dedica a arreglar bicicletas para los nazis y así servir de espía en la zona ocupada. María toma el nombre de Teresa y un papel fundamental en la resistencia en el norte de Francia, pues será el enlace que llevará la información recogida en la zona, así como cargamentos de explosivos que guarda con cuidado en una carreta tirada por su bicicleta.
Y así, durante varios años, María pasa desapercibida, hasta que las cosas en la zona normanda se ponen feas para la Resistencia. La jienense pasa a una zona más segura y se dirige a París. Allí, es interceptada por la Gestapo, comenzando un periplo por varias cárceles y comisarías, hasta que, después de sufrir agresiones y violencias, se descubre su verdadero nombre y procedencia.
Tras esto, María es deportada a Alemania el 14 de junio de 1944. Allí pasará por varios campos de concentración nazis: a Sarrebrück y al campo de concentración exclusivamente de mujeres de Ravensbrück, donde Siemens empleaba a prisioneras de trabajo esclavo para realizar experimentos médicos. Por último, la joven es enviada a realizar trabajos forzados en Leipzig. Allí, los nazis la obligaron a trabajar en las cadenas de montaje del armamento militar. María intentaba sabotear continuamente las piezas hasta que alguien la denunció. Fue enviada de nuevo a un calabozo, a una celda de aislamiento, donde fue encadenada a una cama hasta su liberación el 25 de mayo de 1945.
Una vez en París, René y María vuelven a reencontrarse. Y es allí donde también descubre que había sufrido una castración forzosa por parte de los nazis. Debido a una dolencia que tenía en una pierna, durante su estancia en Ravensbrück, María había sido sometida a una operación. La mujer no sabía a ciencia cierta qué le habían hecho, hasta que los médicos parisinos, después de varias revisiones, le informaron de la fatalidad: no podría tener hijos.
Murió con 92 años. Ya apenas veía ni oía, aunque la memoria seguía intacta. “Soy española pero lo hice por Francia… aún tengo coraje, lo haría de nuevo sin dudar”.
Han sido muchos los homenajes que María Antonia ha tenido en Francia, debido a su participación en la Resistencia, y su lucha constante contra el fascismo. Fue reconocida como Comandante de la Legión de Honor francesa. A pesar de todo ello, María Antonia, es una total desconocida en nuestra tierra, así como muchos y muchas de las andaluzas que han participado en las resistencias antifascistas del mundo.