Repasando la historia:
Euskal Herria. Siglo XX (1 de 2)
-Léon Lannepouquet era alcalde de Hendaia cuando Unamuno rompió su asignación forzosa en Fuerteventura (Canarias) y apareció un buen día en la población fronteriza. Acogió a tan ilustre pensador, que según la revista Estampa, se alojó en «el hotel Broca, un chalet limpio y tranquilo. Una agradable casita vasca. En el piso bajo hay un pequeño bar, en el que conversan sosegadamente, mientras beben a sorbitos su aperitivo, algunos buenos señores del pueblo». El Gobierno español intentó que Unamuno fuera expulsado pero el Ayuntamiento, con Lannepouquet a la cabeza, logró paralizar la extradición. Cuando cayó la Dictadura de Primo de Rivera, el 9 de noviembre de 1930 Unamuno cruzó la muga hacia lrún, acompañado del alcalde Lannepouquet y de la banda municipal de Hendaia que interpretaba una y otra vez La Marsellesa. 10 años después, el propio alcalde, junto a sus concejales en pleno, apoyaron abiertamente al mariscal Pétain y su gobierno filonazi, tras la ocupación alemana. Sin embargo, los nazis no se fiaron. Léon Lannepouquet fue detenido en su despacho del Ayuntamiento de Hendaia en junio de 1944 y transferido a la prisión del Fort de Há (Burdeos). Embarcó en el último convoy a Alemania y murió en Dachau al año siguiente, poco antes de la caída de Hitler.
-El PNE (Partido Nacionalista Español) se fundó en Valencia en abril de 1930 e inmediatamente tuvo en Bilbao un grupo de animadores, entre ellos José María Areilza, el que en 1937 sería su primer alcalde franquista, y a Tomás Zubiría, hijo del gerente de Altos Hornos. Usaban el saludo fascista y su lema era: Religión, Patria y Monarquía. Se reunían en el club Laurak Bat, que fue intervenido por la Policía en 1932, a pesar de que ese año fue legalizado con el bilbaíno Rafael Vierna Urquijo como presidente. La mayoría de sus miembros pasaron a Falange.
-La laicidad de la Segunda República fue tomada en serio por el gobernador civil de Bizkaia, que ya en 1931 prohibió la Procesión del Corpus y al año siguiente todas las de Semana Santa. Además, declaró laborables el jueves y el viernes santo y multó, por esas fechas, al alcalde de Mungia por asistir a una procesión religiosa ostentando la representación del Ayuntamiento. Ese mismo año, prohibió la bandera del Vaticano en Bizkaia En Portugalete, el Ayuntamiento impidió, asimismo, que las parroquias de su población tocaran las campanas.
-Gerardo Viana Foncea fue uno de los bailarines y coreógrafos más famosos de Rusia. Nació en 1925 en Ortuella, Bizkaia, aunque se afincó desde muy pequeño en Karrantza. Hijo de padre minero fue de los niños que, en plena guerra civil, salieron de Bizkaia hacia Rusia. Trabajó de profesor de niños huérfanos de la ‘Segunda Guerra mundial y fue distinguido públicamente por el Gobierno de la URSS. Como bailarín recorrió los principales teatros de la extensa Unión Soviética e incluso llego a actuar en Ulam Bator, la capital de Mongolia. En mayo de 1978, en su momento de mayor auge profesional, tuvo un grave accidente de trafico en Turkmenia que le dejó parapléjico. No pudo bailar pero continuó con la enseñanza y las coreografías. En 1992 se instaló con su familia definitivamente en el País Vasco. Dos años después la ministra de Cultura española le concedió la Medalla al Mérito en las Bellas Artes. La primera enciclopedia de ballet clásico publicada en la Unión Soviética en 1986 citaba su nombre hasta en cuarenta ocasiones.
-El médico donostiarra Fernando Asuero (1886-1942) creó un método curativo que llamó asueroterapia, consistente en la excitación del nervio trigémino. El Dr. Asuero sostenía que estimulando el nervio trigémino se podía lograr que los físicamente impedidos recobraran sus movimientos. Su éxito fue exagerado pero, debido a diversas denuncias, el médico desapareció. Asuero llegó a La Habana en 1933, y puso en práctica sus creencias. Los cubanos bautizaron la teoría de Asuero como el «toque del trigémino». El éxito inicial fue espectacular. Toda suerte de paralíticos, tullidos y hasta algún que otro sordo se hicieron tratar por el famoso médico. No se hablaba en Cuba más que del «toque del trigémino» y de las curaciones milagrosas. Fue tal la algarabía que la Academia de Ciencias de Cuba decidió tomar cartas en el asunto y ordenó una investigación, la cual demostró que la teoría de Asuero no tenía fundamente científico y que las llamadas «curaciones» eran un fraude preparado. Ni corto ni perezoso el Dr. Muero puso pies en polvorosa y huyó a Buenos Aires. En recuerdo de aquel episodio Miguel Matamoros compuso un sabroso son titulado El paralítico, cuyo estribillo decía: «suelta la muleta y el bastón y podrás bailar el son». En su libro ‘Ahora hablo yo’, Fernando Asuero se defendió del ataque de sus detractores. «Mi título es tan bueno como el de ellos, decía, y mi ciencia un poco más eficaz”. Asuero fue concejal en el Ayuntamiento de Donostia en 1925, durante la dictadura de Primo de Rivera y su hijo obtuvo el mismo cargo como falangista en 1955.
-El 16 de noviembre de 1934, la Guardia Civil entraba al domicilio de Juan Astigarrabia, secretario del Partido Comunista Vasco, con la intención de detenerlo, ya que lo acusaban de ser uno de los instigadores de la Revolución de Octubre. Astigarrabia, que vivía en Zorroza (Bilbao), se había ausentado de casa y la Guardia Civil quiso llevarse sus pertenencias y registrar la vivienda. Fuera como consecuencia de la impresión por la presencia policial o, simplemente, porque le había llegado la hora, la compañera de Astigarrabia, Josefa Zabalegi, se puso de parto. Llegó el médico e intentó expulsar a los guardias civiles de la habitación donde se encontraba la parturienta. La Benemérita se negó a abandonar la habitación y Josefa Zabalegi parió a su hijo Carlos, en presencia de los guardias civiles que, como «deferencia» se quedaron mirando hacia la pared mientras se produjo el nacimiento del hijo del líder comunista vasco.
-Joseba Elosegi, gudari durante la guerra de 1936 y agente de los Aliados durante la Segunda Guerra mundial, fue el prototipo del resistente vasco durante el franquismo. Entre las múltiples anécdotas en tiempos de clandestinidad contaba la que le ocurrió en 1942. En esa época, Elosegi pasaba por la muga a los huidos de la invasión nazi, llegando a hacer hasta 42 pasos de frontera. En cierta ocasión fue detenido y llevado a comisaría en el lado francés, cerca de Dax. Un oficial alemán lo interrogó en un perfecto euskara. Jamás supo la identidad del policía.
-El vitoriano Luis Álava Soutu, militante nacionalista, fue ejecutado en 1943 por espiar para los Aliados. La pena de muerte, que había sido revisada y conmutada por Franco para todos sus compañeros, se mantuvo a pesar de que su hermano Emilio fue uno de los iconos que utilizó el franquismo para superar el rechazo internacional. Emilio Álava fue ciclista en su juventud, campeón de su provincia que emigró a Argentina y se convirtió en un tirador de élite. Campeón de tiro del mundo, no participó en las Olimpiadas de Berlín bajo la enseña española como consecuencia de la guerra civil. Volvió a las galerías en 1946 y en 1952 consiguió entrar en la final de tiro en las Olimpiadas de Helsinki. Quedó en el puesto trece. Hoy, Emilio tiene el nombre de un club de tiro en Gasteiz y en 1969 recibió la Medalla al Mérito Deportivo mientras su hermano está totalmente olvidado por las instituciones.
-El 28 de agosto de 1944, cuando los calores del verano concurrían en la ría antes de que el sol se deslizara para que la brisa cantábrica aliviara la jornada, un grupo de jóvenes se reunió en el merendero Tartanga, de Erandio. Corrió el porrón y llenaron la panza con una fuente de sardinas viejas, mientras uno de ellos, Martín Azcarate Etxeandia, sacó su txistu y comenzó a interpretar diversas melodías. Siguió el vino su curso y cuando la luz solar se apagó, los amigos invadieron la calle al son del txistu, que ya no callaba. Entró el grupo en el bar Mendieta, tomaron unos chiquitos, y siguieron la ronda. En el Etxebarria alguno de los parroquianos concibió que la música no era neutral y que las canciones que interpretaba el txistu debían de ser, sin duda, separatistas. Llamó el cliente a la Guardia Civil que, diligente, detuvo a los jóvenes antes de que prosiguieran sus fechorías musicales en la siguiente taberna. En total eran 20, demasiados para cosa buena. El juez Carlos Santo Domingo Yandiola se hizo cargo de la causa y envío a dos a la cárcel, al txistulari Azcarate y a su colega Saturnino Martín Fadrique. Los otros 18 quedaron en libertad provisional. Durante un semestre, el juez pidió informes a las fuerzas vivas pues desconocía la música separatista.. Solicitó la letra del Gora ta Gora y preguntó por el origen de El Pamplonica. Quiso saber si la ingesta de vino les había hecho una mala jugada a los encartados, pero parece que no fue así y concluyó que tras las melodías se escondían sentimientos políticos que «debían ser corregidos». Sobreseyó el caso y los presos salieron de Larrinaga.
-Ignacio Aguirregoicoa Benito, nacido en 1923 y muerto en Tallin (Estonia) en 1944, llegó a ser piloto del Ejército Rojo soviético y participó activamente en la Segunda Guerra mundial. Derribado el 9 de marzo de 1944 por los alemanes, se suicidó antes de ser apresado. Fue enterrado en el cementerio de Mustevee hasta que, en 1966, el ayuntamiento de esa localidad puso su nombre a una calle. Sin embargo, el desconocimiento de las entonces autoridades soviéticas del origen del héroe hizo que la calle fuera bautizada como Benito Agirre, al utilizar como nombre de pila su segundo apellido.
-Durante la Segunda Guerra mundial, el pelotari bajo-navarro Jean Urnity, natural de Donapaleu, fue ingresado en el campo de máxima seguridad de Rawa-Ruska (Polonia) tras sus múltiples fugas y evasiones tanto de centros de detención como de campos de concentración. En Rawa-Ruska se convirtió en un consumado jugador de ping-pong y logró, nuevamente, escapar. Concluyó la guerra como rnugalari de la Resistencia y volvió a los frontones, hasta que se retiró en 1970.
-El nazi belga Léon Degrelle fue uno de los muchos que, con el apoyo de Franco, se escondieron en el Estado español al término de la Segunda Guerra mundial. Su llegada a Donostia fue espectacular, ya que su avión se quedó sin gasolina justo cuando alcanzaba la playa. El aparato había partido de Oslo (Noruega). Si la gasolina le hubiera fallado un kilómetro antes, se habría precipitado al mar. Bélgica solicitó la extradición de Degrelle que, recluido en el hospital militar de la capital guipuzcoana, se esfumó. El gobernador civil de Gipuzkoa, Pedro Pimentel, le preparó la fuga y el cambio de identidad. La DGS afirmó que había abandonado el Estado español y filtró la falsa noticia de que se encontraba en Cuba, cuando lo cierto era que le había dado una identidad española, José de Ramírez Reina, y una finca en Constantina (Sevilla).
-Un mensaje, publicado en El Diario, de Nueva York, en junio de 1950, decía textualmente: «Dos misioneros vascos han visitado en Eibar a la madre del comandante de una de las brigadas comunistas que operaban en la guerra china. Ambos misioneros cayeron presos de los comunistas y cuando se vieron en presencia del jefe de estos uno dijo al otro en euskara: «Galduak gara» (estamos perdidos). Su sorpresa fue mayúscula cuando escucharon en purísimo euskara estas palabras del jefe comunista: «Euskaldunak zarete?» (son ustedes vascos?). Al responder afirmativamente, el jefe comunista les dijo que era natural de Eibar y que les iba a dejar en libertad y les rogaba visitaran a su madre, ruego que acaban de cumplir».
*Del libro “Mil nuevas noticias insólitas del país de los vascos”, de Iñaki Egaña, editorial Txalaparta 2009.