Argentina:
-Abusos policiales frente a presuntas infracciones a la cuarentena
Desde la Coordinadora contra la represión policial e institucional sostienen que «hay diferencias de actuación» de las fuerzas de seguridad.
La policía ha detenido a 41.000 personas en Argentina con el pretexto de la cuarentena.
A pesar de las dificultades que enfrentamos para acceder a datos fehacientes de detenciones, por informaciones oficiales podemos tener por cierto que más de 41.000 personas han sido detenidas por aplicación del DNU 297/2020. La mayoría de ellas, una vez notificadas de la infracción que se les imputa, penal o contravencional, recuperó su libertad a las pocas horas, mientras que 2.226 personas, alrededor del 0,5%, quedaron privados de su libertad, por tener impedimentos (capturas, comparendos, etc.) o por ser reincidentes en la violación del aislamiento. A partir de nuestra propia experiencia, y de las denuncias que venimos recibiendo, ratificamos que –como no podría ser de otra manera- las fuerzas de seguridad no actúan de la misma forma en los barrios populares y las villas, ni tratan de igual manera a lxs pibxs y trabajadorxs que a habitantes de zonas privilegiadas. Reiteramos que, en esta situación absolutamente novedosa, nuestro objetivo como organización antirrepresiva es que podamos cumplir un rol de control y denuncia frente a las situaciones de represión que se ensañan con esos sectores más vulnerables.
Muy en particular, como venimos diciendo, hay que redoblar la atención de la situación en las unidades carcelarias, que escalaron desde reclamos y protestas a motines, como en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y antes en Coronda y La Flores, provincia de Santa Fe. Allí, el estado provincial descargó la represión, bajo la dirección del ministro de Seguridad provincial, Marcelo Saín, y el secretario de Justicia, Gabriel Somaglia, con la intervención de agentes de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) y del Grupo de Operaciones Tácticas (GOT), junto al Grupo de Operaciones Especiales Penitenciarias (GOEP). El saldo final es –por ahora- de varios hospitalizados y cinco muertos: Alan Matías Miguel Montenegro, de 23 años, en Coronda, y Matías Gastón Crespo, de 31 años, Andrés Ezequiel Behler, de 23, Rolando Duarte, de 60, y Jonatan Exequiel Coria, de 29 años, en Las Flores. Independientemente de las circunstancias en que se produjeran sus muertes, el estado es responsable, ya que se trata de personas bajo su poder de hecho y derecho.
Por otra parte, es incesante la circulación de videos y denuncias de vecinxs sobre el accionar de la policía en las barriadas. En La Pampa, en el Barrio Malvinas de General Pico, un hombre salió a comprar pan, recibió disparos de bala de goma de la policía y terminó hospitalizado. Familiares y Amigxs de Luciano Arruga han denunciado el hostigamiento que se vive en el Barrio 12 de Octubre, en Lomas del Mirador, donde vivía Luciano y aún reside parte de su familia, y desde el Barrio San Alberto llegan imágenes de jóvenes detenidos por la policía, obligados a “bailar”, cantar el himno nacional y hacer sentadillas en plena calle.
Es imposible, hoy, 25 de marzo, ignorar que se cumplen 43 años de la desaparición forzada de Rodolfo Walsh, interceptado por un grupo de tareas de la ESMA, cuando se alejaba del buzón calle en la esquina de Humberto Primo y Entre Ríos, donde acababa de depositar su Carta Abierta a la Junta Militar.
Rodolfo Walsh, que se jugó la vida un día como hoy para difundir la denuncia de lo que sucedía en Argentina, es el que nos enseñó a distinguir el gatillo fácil detrás del “enfrentamiento”, a caracterizar la responsabilidad estatal por los “suicidios” o los incendios en cárceles y comisarías y marcó el camino para la denuncia de la tortura sistemática en lugares de detención. Es el mismo que nos explicó que, así como hay apenas media docena de chistes básicos que admiten infinitas variaciones, la crónica policial también registra media docena de historias “modelo” que justifican las detenciones arbitrarias, y que, adelantándose décadas a su época, incluyó en su análisis de la política represiva estatal los femicidios de uniforme, con aquello de que “Sus conflictos personales y aun sus pequeños incidentes cotidianos suelen resolverse por la vía del arma reglamentaria”.
En este nuevo contexto de excepción, sustancialmente distinto al de 1977, pero que victimiza centralmente al mismo pueblo trabajador, vaya en estas líneas el homenaje que no podemos hacerle hoy en las calles.
Cuidémonos colectivamente, del virus y de la represión.
La salida es la organización colectiva y popular.
*Y más sobre el tema:
-«Pandemia de Corona-virus: su impacto laboral y socio-cultural en Argentina»
Un ministro argentino, miembro de la actual gestión peronista y kirchnerista (el Dr Ginés González García) señaló, primeramente que «no había ningún peligro porque China está lejos»; luego, admitió la gravedad, a medida que empezaban a aparecer casos de personas infectadas, fuera y dentro del país.
Posteriormente, habiéndose dado la alerta a nivel regional y nacional, a cargo del Presidente de la Nación, Alberto Fernández y otros funcionarios de Estado, en Argentina, así como también, gradualmente, en otros hermanos países vecinos, se evidencia que sigue sin haber una auténtica actitud de conciencia al respecto.
Por ejemplo; desde el Estado y sus estructuras políticas actualmente afines, se promulga el lema «Quedate en tu casa; cuidate y nos cuidamos», pero instituciones como varias escuelas y numerosos establecimientos educativos (hasta ahora), a lo largo y a lo ancho del país, siguen exigiendo a que su personal (directivos, administrativos, equipo…) que asista. Lo mismo sucede con tantas otras instituciones (públicas y/o privadas) que reclaman un cuidado extensivo para sus trabajadores y sus miembros ante semejante pandemia, pero que no cuentan, ni siquiera, con recursos que les sean suficientes, adecuados ni mínimamente seguros.
Varios trabajadores, varios gremios y sindicatos ya lo están planteando. Las CGTs y las CTAs, de manera unánime, se pusieron a disposición de lo que fuese necesario para afrontar la crisis humanitaria referida a la pandemia del Corona-virus.
A su vez, numerosas masas de trabajadores «noformales», cuentapropistas. Del mismo modo, los millones de desempleados, subocupados y desocupados quienes, más aún, se encuentran urgidos en la búsqueda laboral, día a día, y expuestos a las peores situaciones de la marginalidad y de la explotación imperantes.
Y ni qué hablar, todavía, de la suerte de quienes no pueden «quedarse en sus casas»… porque, simplemente, son «gente sin hogar», ciudadanos que se encuentran sobreviviendo en las calles y a la intemperie, excluídos y expulsados del sistema, revolviendo la basura, o hacinados en zonas de emergencia, sin acceso a condiciones mínimas de vida digna, y que son muchos, muchos en Argentina, y lo son desde hace añares.
Ante toda esta problemática nada fácil de afrentar y de superar, como ciudadanos trabajadores, no nos sirve quedarnos en ni la paranoia ni en el pánico; tampoco, en el menosprecio ni en la negación de estos hechos contundentes: las víctimas son, lamentablemente, reales, las distancias se acortaron y los tiempos se aceleran, cada vez más y más, y ya todos estamos, práctica e inevitablemente, expuestos.
Es así, y no sabemos qué va a suceder al respecto, ante tanta destructividad latente.
La pobreza estructural, la marginación social y las inequidades tan arraigadas en la población complica, muchísimo más aún, la llegada de una solución urgente, por parte de políticas de Estado que pudieran ser «bienintencionadas» pero insuficientes y totalmente tardías para encarar una crisis humanitaria tan enorme y tan desbordada.
Y todo este tipo de problemáticas también se hacen evidentes y «salen a la luz» cuando, lamentablemente, suceden catástrofes naturales como las inundaciones, las sequías, los incendios, etc.
Mientras vemos que, muy tardíamente, numerosos países considerados como «influyentes» van tomando «cartas en el asunto» e, incluso, deben buscar puntos de acuerdo y acudir a la emergencia sanitaria y humanitaria,… a nosotros, aquí y ahora, desde Latinoamérica, desde Argentina herida y maltrecha, nos queda concientizarnos y organizarnos, desde lo individual hacia lo colectivo, desde lo personal hacia lo múltiple y lo heterogéneo, en todo lo que podamos y tengamos a nuestro alcance.
Diego Fernando Saldivia (trabajador gastronómico y gremialista), Fernando Adrián Zapata (profesor, escritor y gremialista), miembros de la Corriente Gremial de Unidad «Democracia Sindical» en el Bloque Socialista, Popular y Revolucionario (M-L-M). Segunda quincena de marzo 2020, Argentina.