Internacional:
EE.UU.
-El capitalismo como genocidio vírico
Millones de personas con hambre y los millonarios aumentaron su fortuna otro 10%.
Entre el 18 de marzo y el 10 de abril, la fortuna de los multimillonarios estadounidenses aumentó cerca de un 10%, es decir 282.000 millones de dólares, sobre todo gracias a las ganancias en bolsa de empresas tecnológicas, según un estudio estadounidense.
Entre el 18 de marzo y el 10 de abril «la riqueza combinada de los multimillonarios de Estados Unidos aumentó en $282 mil millones, casi un aumento del 10 por ciento. Después de un breve descenso, la riqueza combinada de los multimillonarios estadounidenses es mayor que sus niveles de 2019», según datos arrojados por la investigación.
El estudio estima que la riqueza multimillonaria parece tener una tendencia a recuperarse rápidamente luego de las crisis. Para esto usa de ejemplo lo sucedido después de la crisis subprime en 2008. Entre ese año y 2009, las 400 fortunas más importantes del mundo tuvieron una disminución de 300 mil millones de dólares. Sin embargo, dentro de los 30 meses posteriores a la crisis, la mayoría de estas fortunas ya se habían recuperado: «para 2012, la riqueza multimillonaria había alcanzado los 1,7 trillones de dólares, superando los niveles anteriores a 2008».
Un artículo publicado en Bloomberg analiza el caso a caso de la fortuna de varios de los multimillonarios más importantes de Estados Unidos. Aquel que ostenta la fortuna más abultada es el empresario fundador de Amazon, Jeff Bezos, el cual detenta un patrimonio de 140 mil millones de dólares..
Otro artículo de The New York Times aborda una situación similar, pues se refiere a los apoyos tributarios que los multimillonarios de Estados Unidos están recibiendo debido a la contingencia por el Covid-19. Este artículo señala que el gobierno estadounidense está otorgando, como parte de las medidas de salvataje para la economía, exenciones tributarias que incluso alcanzan la suma de 174 mil millones de dólares para multimillonarios y grandes empresas.
A partir de los resultados de su estudio, Chuck Collins, director del Programa de Desigualdad del Institute for Policy Studies (IPS) de Washington DC plantea una mirada crítica sobre el rol de los multimillonarios en la sociedad contemporánea y, en particular, respecto de esta situación de emergencia.
«Los ricos no son solo ‘distanciamiento social’ en resumen, también son ‘distanciamiento económico’. Desde hace décadas, se han desconectado del resto de la sociedad y se han llevado su tesoro, socavando nuestras instituciones públicas y la solidaridad social», señala Collins.
La emergencia sanitaria provocada por el Covid-19 ha dejado a millones de personas sin sus puestos de trabajo.
El empleo va a ser «devastador» y superará con creces lo sucedido durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El covid-19 hará desaparecer globalmente, solo entre abril y junio de este año, el 6,7% de las horas de empleos, lo que equivale a la pérdida 195 millones de puestos a tiempo completo.
la ONU advierte que 4 de cada 5 trabajadores a nivel mundial ya está sufriendo las consecuencias de los confinamientos totales parciales de ciudades enteras que muchos gobiernos se han visto forzados a imponer.
El documento prevé que la región de Latinoamérica y el Caribe pierda 14 millones de puestos de trabajo, mientras que Centroamérica verá destruidos 3 millones de empleos.
Argentina
-Se cumplen 30 años de la peor tragedia carcelaria
El 5 de mayo de 1990, un incendio en el mayor penal de Buenos Aires mató a 35 presos.
Hace
30 años, las cárceles de la provincia de Buenos Aires ya tenían el
doble de los presos que podían contener, y estos vivían hambrientos
y sin atención para el VIH, la tuberculosis o las neumonías. El 25
de abril de 1990, el presidente Carlos Saúl Menem visitó junto al
gobernador Antonio Cafiero el emblemático penal de Lisandro Olmos,
ubicado a 10 kilómetros de La Plata, capital provincial. Creado en
1939 como modelo, el establecimiento tenía una denuncia ante la
Corte Suprema bonaerense porque alojaba a 2.976 reclusos en un sitio
para 1.000 y el 90% de ellos no tenía condena.
En un patio del
penal, ante decenas de detenidos que coreaban “¡libertad!,
¡libertad!”, Menem dijo: “Quienes fuimos perseguidos, proscritos
y a veces torturados, entendemos mejor que nadie a ustedes y a sus
familias. No podemos ocultar que en muchas prisiones viven hacinados.
Tenemos un Estado quebrado, pero pretendemos solucionar la
problemática penitenciaria”. Se comprometió entonces a impulsar
una ley para reducir penas. Los presos le regalaron una Biblia –él
les leyó una epístola del apóstol Santiago sobre los poderosos–
y lo despidieron entonando una zamba alusiva a un caudillo de La
Rioja, la provincia del expresidente. La visita presidencial era
histórica y quedó estampada en una fotografía sobre el escritorio
del jefe del penal.
Diez días más tarde, el 5 de mayo de 1990,
un incendio produjo en esa misma cárcel la peor tragedia
penitenciaria argentina desde el retorno de la democracia. En un
pabellón largo y angosto que alojaba a 44 presos –el doble de su
capacidad–, el fuego iniciado tras un presunto altercado alcanzó
enseguida colchones, literas, mantas y vajilla plástica. El penal se
fundió en un alarido de terror, pero nadie abrió el candado. A la
mañana siguiente, el jefe del penal leía los nombres de 33 muertos
ante un tumulto de familiares. “Me lo dejaron morir”, dijo una
joven viuda. “Vivían como ratas”, soltó otra. Días después
murieron otros dos heridos. Desde Devoto, un penal federal donde un
incendio mató a 60 presos de la dictadura en 1978, enviaron un
mensaje de “dolor, congoja, repudio y solidaridad con los
compañeros de Olmos” e hicieron una jornada de ayuno.
Las 35
víctimas tenían entre 20 y 42 años, el 70% estaba preso sin
condena y todos tenían una conducta ejemplar. Por eso habitaban un
pabellón especial y eran albañiles voluntarios en un proyecto
creado para humanizar desde adentro el derruido penal, con
refacciones, celdas nuevas y una escuela. El Plan Olmos: para que en
las cárceles entre el sol iba por la mitad cuando irrumpió el
horror. “En algo menos de media hora y de la forma más espantosa,
desaparecieron el 80% de los protagonistas de un esfuerzo ejemplar
por mejorar las condiciones de vida”, resumió en el libro Las
llaves de la cárcel el político y documentalista Luis Brunati,
quien había impulsado el proyecto como ministro del gobernador
Cafiero, tiempo antes del incendio. “Fue la peor tragedia de Olmos
y la más deplorable de toda la historia del sistema carcelario
argentino. Y colocada en contexto, resulta muy difícil de aceptarlo
como un simple accidente”, escribió Brunati.
En Olmos no
había extintores de incendios ni salidas de emergencia, el hambre
obligaba a improvisar comidas con calentadores precarios, las
instalaciones eléctricas eran obsoletas y los colchones inflamables.
Además, la corrupción atravesaba el penal de cabo a rabo: el pago
por visitas familiares o mejores condiciones de vida eran corrientes
entre esos muros, igual que los negociados de la cúpula
penitenciaria para la compra de alimentos y el uso de los presos para
favores sexuales o trabajos privados. Así surge de la causa judicial
que investigó el infierno del 5 de mayo y sobreseyó al jefe del
penal por los muertos y heridos.
También hubo una demanda
económica al Estado, impulsada por familiares de algunas víctimas.
Entre ellos, los de Darío Badin y Fabián Cantero, dos changarines
de la construcción analfabetos de 29 y 23 años, respectivamente,
que habían caído presos por robar y murieron calcinados aquella
noche. Esta causa llegó a la Corte de Justicia, y logró una
sentencia histórica (conocida como fallo Badin) que estableció por
primera vez que el Estado debe responder por la seguridad de los
privados de la libertad.
Pero todo siguió igual. En estas
décadas hubo más tragedias en cárceles de esta provincia y hay
cada vez más presos. El Servicio Penitenciario Bonaerense tiene
plazas para 24.000 reclusos y la población a su cargo supera los
40.000 (esto sin contar los detenidos menores de edad). Además, hay
4.000 presos en comisarías custodiadas por la Policía de la
provincia de Buenos Aires, que son igual de inseguras: 17 presos
murieron entre 2017 y 2018 en dos incendios en comisarías de
Pergamino y Esteban Echeverría.
Cumplir hoy con la distancia
social y las pautas de higiene para impedir la propagación de la
covid-19 es una quimera en un sistema de encierro que lleva décadas
al margen de estándares humanitarios. Pero fue la propia pandemia lo
que en marzo último obligó a posponer una misión del subcomité de
Prevención de la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas
que ya estaba en Buenos Aires para recorrer estas crudas cárceles
después de ocho años.
México:
–Carta desde la prisión, de Ricardo Flores Magón.
Memoria eterna.