Memoria histórica imprescindible
-En 1936 las hordas de militares franquistas violaron en Luarca, Asturies, a cuatro hermanas republicanas durante la noche y después fusilaron a las tres mayores
La noche en que los soldados “negros” entraron en Luarca se entregaron a toda clase de desafueros.
La primera condición que imponen a los pueblos es que salieran las mujeres para animar la calle y acompañar en el paseo a los soldados “patriotas”. Ni quedó una bota de vino ni quedó una mujer en casa. El miedo hace milagros. Las que no cumplen esta consigna son tildadas de “rojas”. Esto, si no implica pena de muerte, se les corta el pelo y se les pasea por la calle en procesión grotesca y macabra.
En Luarca hay cuatro hermanas pobres y bonitas a las que envidian. No falta miserable del pueblo que diga “que las conoce bien”, y que el vino, que gana batallas con las armas, suele también abrir cerrojos. Las meten en un automóvil. Recorren varios pueblos. Las emborrachan. Después telón cerrado.
La noche. Gritos de gozo o gritos de asco y de miedo. El caso no es entrar en la escena. Es salir de ella. Los soldados se apartan. Meditan.
– Esto lo arreglo yo – dice uno.
Y fue a la comandancia.
Momentos después llegaba una patrulla y detenía a las tres mozas mayores. La cuarta tenía catorce años. La dejaron en paz. Las tres, sin dejarlas hablar, fueron acusadas de incitar a los soldados a que no disparasen contra el pueblo. Que tiraran contra los jefes y así se acababa la guerra.
Sin hablar fueron al calabozo y sin dejarlas hablar fueron fusiladas y tiradas por los caminos. Una, apareció bastante lejos de las otras. Sobre el terreno había un rastro de sangre:
– ¿La remataron después?
-No. Se murió ella sola. La vio muerta un pastor.
*Original en el libro España a Hierro y Fuego, de Alfonso Camín
Referencia en:
-Así cuenta los fusilamientos la otra parte:
“En Luarca se pasaba muy bien, allí no había tiros, aunque si en los alrededores, únicamente un avión rojo arrojó unas bombas sin consecuencias. El alojamiento era muy difícil, pues Luarca se había convertido en un Cuartel General, pues todas las jefaturas de Servicios, los hospitales y las representaciones de las Unidades, se habían allí establecido.
…Un día que estábamos terminando de cenar, llegó un soldado, entregándole un sobre lacrado urgente, que tuvo que firmar el recibí. Lo abrimos un poco asustados, y al leer el parte se quedó el bueno del Alférez, lívido. Le nombraban Jefe del pelotón de fusilamiento para las cinco de la mañana del día siguiente. Eran los 11 condenados en el primer juicio sumarísimo que se hizo en Luarca. A la mañana siguiente, ya estaba nombrado el piquete de fusilamiento, 33 soldados de Infantería, o sea, tres por cada reo. A las cuatro de la mañana vino a despertarme para que le acompañase en el fusilamiento y además me pedía instrucciones que yo no sabía, pues nunca había asistido a acto similar. No quise acompañarle, por lo que se enfadó conmigo. Los reos fueron puestos mirando a la pared del cementerio de Luarca que estaba situado en la parte alta y próximo al mar. Iban solamente atados a la espalda sus manos, teniendo los pies libres. Se formaron los piquetes el Alférez dio la voz de ¡fuego! Los soldados dispararon y los reos en lugar de caer, salieron corriendo con las manos atadas a la espalda. Se conoce que ningún soldado apunto a dar. Huyendo se fueron a las rocas de los acantilados cercanos, empezando entonces una cacería humana, persiguiendo a los fugitivos los soldados, algunos guardias y demás personal que habían ido a presenciar la ejecución. Lograron escaparse tres de los reos…»
–https://eltuli.wordpress.com/2011/09/02/guerra-civil-espanola-frente-asturiano/