Cartas desde prisión
Manuel Pérez Martínez
CARTA DE ARENAS A UNA CAMARADA DE OTRO PAÍS
Aranjuez, 28 febrero de 2021
Querida camarada:
Le escribo esta carta desde el Centro Penitenciario de Madrid VI-Aranjuez. Una vez cumplidos los 14 días de la cuarentena en el módulo de ingresos me trasladaron aquí, al módulo 1, y ahora me encuentro bien, aunque un poco aturdido por el cambio y todo lo que le acompaña. Esto es algo “normal”, tras haber roto de manera “radical” con la rutina diaria a que he sido sometido durante 10 años en la prisión de Albocásser.
Los cambios en el régimen interno son mínimos, pero es seguro que muy pronto mi maltrecho cuerpo los va a notar. No recuerdo si le comuniqué en alguna de mis cartas anteriores, que desde que dieron el cerrojazo a la pequeña biblioteca que teníamos en el módulo 6 de la prisión de Albocásser, yo ya preveía que este invierno iba a resultar muy duro para mí, mas en realidad ha sido mucho peor de lo que yo podía imaginar. De ahí que en la comparación, las condiciones de reclusión de esta prisión resulten más “tolerables”.
Eso sí, ahora tendré que ir acostumbrándome a una nueva rutina. No me será difícil hacerlo, dado que este módulo 1 de la prisión de Aranjuez es más espacioso que el módulo 6 de Albocásser y en él “vivimos” la mitad de reclusos, en tanto que en aquel estábamos (y están) hacinados, casi amontonados. Esto nos permite respirar un poco mejor (¡no a pleno pulmón!) y estar algo más relajados, ya que aquí no se da la “lucha por el espacio vital” o por una mesa y una silla como se da allí. Tampoco se producen los tumultos ante la ventanilla del economato, debido a que aquí permanece abierta desde la primera hora y no te tienes que matar con nadie para poder comprar lo necesario. Tales condiciones obligan a los carceleros de aquella prisión a mantenerse permanentemente en guardia, a realizar continuos cacheos y a utilizar frecuentemente la violencia directa contra los que “incumplen las normas”… En fin, que aquello es como una guerra de todos contra todos, una verdadera locura colectiva. No se extrañe si le digo que es la prisión con el mayor número de “suicidios” registrados de toda España.
Estos son solo algunos de los detalles que aparecen en una simple comparación. Aquí he tenido problemas con la entrega de la correspondencia. He recibido algunas notificaciones comunicándome que no podían entregarme tal o cual carta porque no figuraba en ellas el “depósito legal”, requisito imprescindible para los libros, periódicos o revistas, pero ¡nunca para la correspondencia! Por suerte he podido recibir su carta.
En cuanto a las comunicaciones por locutorio y vis a vis con mis familiares y amigos, a partir de ahora podrán ser más frecuentes, dado que se ha acortado considerablemente la distancia para venir de visita. Pero por el momento tendremos que seguir esperando, pues han sido suspendidas a causa del “bicho”. Este cambio de cárcel y la progresión a segundo grado la han decidido porque ya me “tocaba” tras permanecer en primer grado durante 20 años, que se dice muy pronto. Aunque, eso sí, en segundo grado aún continúo siendo “FIES”; es decir, todas mis comunicaciones seguirán sometidas a riguroso control y yo permaneceré bajo vigilancia especial. Por lo visto, el grado de “peligrosidad” de mi persona no ha desaparecido después de haber permanecido, durante 20 años en un régimen de aislamiento y vigilancia especial, ¿no es para celebrarlo?
Escribe usted en su carta que en su país “la libertad condicional se otorga independientemente del reconocimiento o no de culpabilidad del convicto, es decir, en un caso político no se requiere que este renuncie a sus puntos de vista”; y pregunta a continuación: “¿Es posible de alguna manera en España plantear la cuestión de su libertad anticipada (y la de otros camaradas)?”. Pues bien, yo le respondo: NO, no es posible de “ninguna manera” plantear en España esa cuestión. Y para que lo entienda mejor me voy a referir a lo que está sucediendo con la mayor parte de los presos vascos, que aun habiendo “renunciado a su punto de vista” y a otras cosas mucho más importantes, solo han conseguido que los acercaran a prisiones próximas a su tierra, una medida que no contraviene para nada la Ley Penitenciaria vigente, y que el Estado ha utilizado para “negociar la paz” en el País Vasco. De modo que los que han salido en libertad de las cárceles es porque ya habían cumplido las condenas (y no todos).
Resulta bastante claro que para los fascistas no basta con que esos presos vascos hayan renunciado a todo y pedido perdón; además les exigen una declaración pública de arrepentimiento y que colaboren activamente en la represión del Movimiento Nacional Democrático y Revolucionario. Y es que aquí, querida camarada Glagoleva, no vivimos bajo un régimen “tiránico”, como el de Rusia, sino en la muy “democrática” y “humanista” Unión Europea; y más concretamente en un “Estado social, democrático y de derecho”, como no se cansa de repetir el lacayo mayor del reino, el señor Sánchez, presidente del Gobierno español.
Por lo demás usted tiene razón cuando escribe que los comunistas encarcelados en España somos “muy necesarios también en libertad”. No obstante, este es un problema cuya solución no depende de las necesidades del Movimiento Obrero y Popular ni de nuestros deseos; o por decirlo con otras palabras: ha de tener en cuenta que ha sido precisamente por el trabajo político y de organización que realizábamos entre los obreros, los estudiantes, las mujeres trabajadoras, etc., cuando disfrutábamos de la “libertad”, por lo que los poderes del Estado fascista español decidieron “ilegalizarnos”. Para este fin aprobaron, con el apoyo entusiasta del PSOE, la “Ley de partidos” (así la llaman, para que no quepa duda que va dirigida contra partidos democráticos y revolucionarios, es decir, no contra organizaciones “terroristas”, para las que ya tienen todo un arsenal). Esta Ley viene a decir, en resumen, que si no estás con ellos en la represión del Movimiento de Resistencia Popular Antifascista, estás contra ellos y, por tanto, mereces ser tratado como un “terrorista”.
Para una mayor aclaración de esta cuestión, y para que no se piense que tratamos de “escarmentar en cabeza ajena”, le diré que antes de que fuera promulgada la “Ley de partidos” el PCE(r) no era un partido ilegal; tampoco éramos legales (como otros pretendidos partidos “comunistas” que corrieron a la ventanilla del Ministerio del “Interior” para que los legalizaran); éramos alegales, y de hecho cuando fui detenido en el año 2000 en Francia yo no tenía ninguna causa abierta en aquel país ni en España. O sea, que fue esa famosa “Ley de partidos” que aprobaron en las Cortes en 2003 la que nos convirtió, como ya he explicado, automáticamente, en “terroristas”.
El verdadero motivo de la ilegalización del Partido y de la represión que se abatió sobre nosotros no es otro que el rechazo por nuestra parte a reconocer, como “legítima” y “democrática”, la llamada “Constitución” monárquico-fascista con la que la oligarquía financiera y monopolista española ha dado continuidad al régimen implantado a sangre y fuego en 1939. Es más, nosotros no hemos reconocido, y nunca vamos a reconocer, el “derecho” de explotación de la clase obrera que se atribuye a sí misma la burguesía, y eso por muy “democrática” y “humanista” que se quiera presentar. ¿Qué tipo de partido “comunista” sería el PCE(r) si consintiera que el Estado capitalista le dictara el programa y los estatutos, controlara su trabajo entre las masas y lo fiscalizara? La independencia política de la clase obrera es la condición primera para la existencia del partido comunista, un principio fundamental del marxismo-leninismo, al que no estamos dispuestos a renunciar.
Es por este motivo, principalmente, ya le digo, por lo que somos perseguidos, detenidos, torturados y encarcelados; lo que nos obliga a pasar a la clandestinidad y a permanecer en ella (o en la “semiclandestinidad”) para preservar el aparato político y de propaganda del Partido de la represión en tanto no sea conquistada por la lucha del Movimiento de Resistencia Antifascista la verdadera libertad.
Comprenderá usted por qué los militantes del PCE(r), pese a las larguísimas condenas de prisión que nos han impuesto los tribunales fascistas de excepción, y los muchos años que llevamos prisioneros en las cárceles en régimen especial, nunca hemos pedido, ni pensamos pedir, al gobierno de turno, ninguna medida de gracia o el indulto, por cuanto eso equivaldría, entre otras cosas, a un reconocimiento por nuestra parte de su “legitimidad democrática” y de nuestra “culpabilidad terrorista”. De esta manera, en lugar de denunciar el carácter fascista que continúa teniendo el Estado español y contribuir a su aislamiento, estaríamos ayudándole a salir de la crisis y a enmascararse, con el consiguiente perjuicio para la causa democrática y socialista.
Por eso todos nuestros esfuerzos han estado siempre encaminados a denunciar al régimen y a impulsar hacia delante la lucha obrera y popular para conseguir, entre otras importantes reivindicaciones, la Amnistía total de los presos antifascistas y patriotas y las libertades de expresión, organización y manifestación.
Esta posición política, así como la actividad llevada a cabo por nuestro Partido en base a ella durante decenas de años ¡ha dado al fin sus frutos!, tal y como usted habrá podido comprobar por las noticias que han publicado estos últimos días los medias sobre las protestas y las manifestaciones de masas que se han producido en las calles y plazas de las principales ciudades del Estado español.
De esta manera ha quedado demostrado en la práctica, y de forma que no deja lugar a dudas, que la línea ideológica y política que aplica nuestro Partido es la única línea justa, marxista-leninista.
Desde luego, ha sido la condena y encarcelamiento de Pablo Hasél lo que ha actuado de detonante de una situación previa que ya era explosiva y se mantenía en estado latente, motivada por el paro forzoso, la sobreexplotación, la corrupción generalizada, la brutalidad policial y un largo etcétera. Sin embargo, lo más destacado ha sido, desde mi punto de vista, que ese poderoso movimiento de protesta y de lucha en las calles, que encabeza en estos momentos la juventud antifascista de todas las nacionalidades (o naciones) del Estado, se haya desatado en demanda de la Amnistía total y las verdaderas libertades democráticas; lo que remarca el carácter netamente político y unitario del movimiento.
En fin, no creo que haga falta que le hable de lo que representa Pablo Hasél, ni de las letras de sus canciones y de las demás actividades por las que ha sido condenado y encarcelado. Tan solo quiero destacar una vez más la importancia política que va a tener (la está teniendo ya) este movimiento de protesta y de lucha antifascista unitario.
A corto plazo va a obligar al gobierno a tener que hacer concesiones políticas verdaderamente democráticas, so pena de verse desbordado por un movimiento de masas radical que ya no puede controlar. Eso por no extenderme en consideraciones sobre la escasa o nula posibilidad que van a tener los reformistas y nacionalistas para arrimar de nuevo el ascua a su sardina, manipulando al movimiento con falsas promesas para dividirlo y desviarlo de su cauce democrático y revolucionario.
Y ahora vamos con otro asunto. He leído con mucho interés sus comentarios acerca de las dificultades que está encontrando el movimiento obrero y comunista en su país, y en general, me parece justo lo que dice. Aunque las condiciones son muy diferentes respecto a las que encontramos nosotros en España, existen, no obstante, algunos rasgos que son comunes y se presentan también en otros países, sobre todo en lo que se refiere en estos momentos a la “preparación de las masas” así como a la “ausencia de incluso pequeñas victorias”, lo que da lugar a desavenencias y a una lucha ideológica intensa. Esto es algo inevitable en todo movimiento político, sobre todo en sus comienzos; y si lo miramos en perspectiva (desde el punto de vista histórico), es muy saludable ya que contribuye a sentar los cimientos ideológicos y organizativos del futuro movimiento obrero y popular. Por eso yo no encuentro motivos para el desánimo o el abatimiento por falta de resultados “tangibles inmediatos”. Ya llegará el día en que (parafraseando a Lenin), se condensará el trabajo de tantos años.
En lo que respecta a nosotros, el PCE(r), le puedo decir que también hemos padecido, mucho más agravados, esos mismos problemas que usted refiere en su carta que ahora están enfrentando en su país, y no le puedo asegurar que ya los hemos resuelto completamente. Más de todo ello se aprende, al mismo tiempo que se va depurando el movimiento. Tenga en cuenta que, como lo dejó bien sentado Stalin, la línea de construcción del Partido se basa en el aprendizaje de sus propios errores, lo que al final lo fortalece. Esta es la “gran victoria” a la que, en los primeros momentos, podemos aspirar.
Ya termino, reciba usted y todos sus camaradas un fuerte abrazo.
Manuel.
Si hay un ejemplo sangrante de la existencia de presos políticos en España, debemos contar siempre el caso de Pérez Martínez. Leer las sentencias de sus condenas (para hablar sabiendo) es demostrar que el Estado español se pasó la ley por debajo de sus faldas franquistas. La famosa «omisión del delito», que debo recordar, se le exige sobre otra organización diferente de la suya, si se hiciera extensible a sus autores, TODOS ellos debieran haber sido condenados por colaboración necesaria con el fascismo, la guerra sucia, el GAL, las leyes anti-obreras… Arenas, y es costatable, jamás practicó la lucha armada. Se le condenó a cadena perpetua por hechos que nada tienen que ver orgánicamente con su militancia comunista clandestina. Lleva 27 años preso político en 3 etapas, en dos países… Esta misma carta que publicáis sin embargo, demuestra la total justeza de sus ideas, análisis, denuncias. ¿Para cuando una campaña general coordinada de otras organizaciones, colectivos, plataformas… en denuncia de su situación?: «Arenas dirigente comunista español, lleva 27 años preso por sus ideas».