Alientos de lucha
Agenda
Agnese va a morir
Renata Viganò
(Italia 1900 – 1976)
Ahora, en cambio, podría hablar con Palita. Sabía muchas más cosas, comprendía lo que, por aquel entonces, él llamaba “cosas de hombres”: El partido, el amor por el partido, que alguien pudiera estar dispuesto a dar la vida para defender una idea hermosa, escondida, una fuerza instintiva; para resolver todos los porqués oscuros, que empiezan en los niños y acaban con la muerte de los viejos “¿Por qué no puedo tener una muñeca? ¿Por qué las hijas de los señores van a bailar con un vestido nuevo y yo no puedo ir por culpa del vestido viejo? ¿Por qué mi hijo solo lleva zapatos los domingos? ¿Por qué me lo mandan a morir a África y el del ‘podestá’ se queda en casa? ¿Por qué no podré tener un funeral largo, con flores y velas?”. Ahora ella lo sabía, comprendía. Los ricos quieren ser cada vez más ricos y que los pobres sean cada vez más pobres e ignorantes, humillados. Los ricos ganan en la guerra y los pobres se dejan el pellejo. Cuando iba por la colada, los señores del pueblo apenas la saludaban, se la dejaban en la puerta. Y ella no se atrevía a decir nada por miedo a equivocarse, a hacer el ridículo, a perder incluso su pan de cada día. Sin embargo, también los había que decían algo: el partido, los compañeros, muchos hombres, muchas mujeres, que no tenían miedo de nada. Decían que así no se podía seguir, que había que cambiar el mundo, que ya era hora de acabar con la guerra, que cada uno de nosotros se merece pan, pero no solo pan, también todo lo demás: la posibilidad de divertirse, de ser felices, de darse algún capricho. Los fascistas no querían, pero ellos se abalanzaban contra el régimen a pesar de la cárcel y de la muerte. Los fascistas habían abierto las puertas de Italia a los alemanes, habían escogido como amigos a los seres más malvados del mundo, y ellos también se abalanzaron contra los alemanes. Y era gente como Magòn, como Walter, como Tarzán, como el Comandante: gente educada, que conoce el mundo y quiere lo mejor para todos, que no pide nada a cambio y trabaja para los demás aunque podría ahorrárselo, que camina hacia la muerte aunque podría ganar mucho dinero y vivir en paz hasta la vejez. Que en cuanto llegas, te pregunta: “¿Has comido? ¿Necesitas algo?”, y antes de irse, te dice: “Buenas noches y feliz Navidad, ‘mamma’ Agnese”.
Eso era el partido, y merecía la pena morir por él. Agnese dejó las agujas de punto y asomó a la puerta. Ya era de noche, seguía nevando.”
Sobre la autora:
Empezó a escribir desde que era niña. La fama le llegó con la novela Agnese va a morir, en la que narra la lucha de las partisanas italianas contra el fascismo durante la II Guerra Mundial y de la que ella también fue partícipe. También publicó dos colecciones de relatos cortos y un volumen sobre las mujeres que participaron en la resistencia: Donne nella Resistenza.