Manuel Pérez Martínez escribe:
De una carta de M.P.M. (Arenas)
Aranjuez 10/05/2021
Sobre “Politzer. Principios elementales y fundamentales de filosofía”
«… Ayer estuve echando una ojeada al Politzer, y se ha confirmado mi sospecha. O sea, que esa edición de Akal contiene los mismos textos que leí, hace unos 14 años, en la prisión de Alcalá-Meco. Lo que no puedo asegurar es que esa versión de la obra sea la misma que leí por primera vez en el año 1967. Además, entonces yo no estaba preparado para poder separar el grano de la paja.
Lo cierto es que en esa segunda lectura que hice en la cárcel de Meco de Principios elementales y fundamentales de filosofía, me llama mucho la atención que el “Libro segundo” que contiene la obra (Principios fundamentales) no “encajaba” con el primero (Principios elementales). Además, me chocó mucho que en ese segundo libro aparecieran citas extraídas de las obras filosóficas de Mao que fueron escritas muchos años después de que se tomaran los apuntes de las lecciones que impartió G. Politzer en la “Universidad Obrera”, con los que fue compuesto el libro primero. No hace falta decir que en los años 30 del pasado siglo XX Mao era un perfecto desconocido por estas latitudes, por lo que podemos tener la seguridad de que esas citas extraídas de las obras de Mao (como otras) son “interpolaciones” introducidas por los escribas del PCF en una época posterior.
Esto puede explicar algunos “detalles” curiosos, como por ejemplo, el hecho de que ese segundo libro al que me estoy refiriendo no incluya, entre los Principios fundamentales de la filosofía del marxismo la Ley de la negación de la negación o del desarrollo en espiral, y traten solo de los “rasgos”, entre los que destacan (le dedican los tres últimos apartados) “La lucha de los contrarios”.
No me propongo analizar aquí esa obra. Ya os he comentado alguna vez mi “relación de juventud” con el Politzer. Lo que podemos considerar como su interpretación más “genuina”, siempre me ha parecido -y me lo sigue pareciendo- un buen trabajo de divulgación, por cuanto expone y explica de una forma sistemática, sencilla y ordenada las leyes fundamentales de la filosofía marxista. Explica igualmente toda una serie de hechos históricos, de ideas y conceptos que son esenciales y sin cuyo conocimiento se hace mucho más difícil adentrarse en el estudio de la historia de la filosofía y de la doctrina del marxismo-leninismo. Estos son, en mi opinión, los principales méritos del Politzer.
Ahora bien, también hay que decir que este Manual de filosofía (como casi todos los manuales) adolece de algunos defectos. El más importante de ellos consiste en su falta de ligazón con la práctica revolucionaria. Es decir, las leyes y demás categorías y conceptos dialécticos e históricos son expuestos sin relación directa con los problemas y situaciones que se les plantea al movimiento revolucionario en un momento o país concreto. Este carácter un tanto abstracto o “libresco” es, ya digo, uno de los principales defectos del Politzer. No obstante, insisto en que esta obra cumple un importante papel, especialmente, en la formación “teórica” de los militantes comunistas, por cuanto facilita poder “armarse” con el conocimiento, aunque solo sea elemental, básico, de la filosofía materialista dialéctica y del materialismo histórico.
Una última cuestión que considero muy importante. El libro primero (Principios elementales) trata, entre otros muchos temas, del “desarrollo histórico o en espiral”. Más esto lo hace encuadrando dicha ley dialéctica como parte de la “segunda ley: la ley de la acción recíproca”; con lo que el desarrollo histórico o “Ley de la negación de la negación” (que en realidad vienen a significar lo mismo), queda anulada como tal ley dialéctica, rebajada a la categoría de un “rasgo” secundario y fraccionada. En ese fraccionamiento y separación arbitraria que han establecido entre el desarrollo en espiral y la negación de la negación se encuentra el “intríngulis” de todas estas formulaciones anti-dialécticas.
Pero veamos cómo se las ingenian para llevarlo a cabo:
“1.- Tenemos la manzana.
2.- Ésta al descomponerse, da un árbol o varios árboles.
3.- Cada árbol no da una manzana, sino muchas manzanas. No volvemos al mismo punto de partida, volvemos a la manzana, pero desde otro plano.
Del mismo modo, si partimos del árbol tendremos:
1.- Un árbol que da:
2.- Manzanas, y estas manzanas darán:
3.-Muchos árboles” (p. 142)
Aquí tenemos expuesto muy claramente lo que G. Politzer entendía por “desarrollo histórico o en espiral”: se trata de conseguir un mayor número de árboles y de manzanas. Este sería el “otro plano”. Un “desarrollo” que se asemeja mucho al que describe la “Ley del desarrollo de lo inferior a lo superior” que debemos a Stalin (en la que sin duda se inspiró), la cual destaca, como ya sabemos, los factores cuantitativos. Bueno, pues de los cuantitativos hemos “saltado” a los numéricos: de “un árbol” pasamos a “muchos árboles”, y de una manzana a “muchas manzanas”. Por el camino hemos abandonado en la cuneta el factor cualitativo, esencial, que define el cambio, el desarrollo, que nos permite afirmar que hemos alcanzado “otro plano”, que “no volvemos al mismo punto de partida”. Pues si bien es cierto que con el “desarrollo” conseguimos producir un gran número de árboles y enormes cantidades de manzanas, no es menos cierto que ya no serán los mismos árboles que teníamos al principio ni las mismas manzanas, sino otras distintas por su calidad.
No existe otra interpretación dialéctica del desarrollo histórico de la manzana ¿o es que desde el principio de los tiempos (desde Adán y Eva) este fruto no ha cambiado y ha sido tal y como hoy lo encontramos en el mercado? Aquí la cantidad o el número de manzanas (que no debemos confundir con los cambios cuantitativos), tienen muy poca importancia. Aunque se trata de un proceso lento y complejo, en el que intervienen numerosos factores (como la calidad de la tierra y el clima, además de la mano del hombre), si tomamos la manzana como un fruto natural-histórico, sometido, como todos los demás, a las leyes del desarrollo, no nos resultaría difícil demostrar que en su origen era más pequeña que ahora y menos agradable al paladar. Yo mismo, para no ir más lejos, he cogido en el monte manzanas silvestres, tan pequeñas como una nuez y con sabor amargo.
Así que el desarrollo en espiral no solo da muchísimas más manzanas, sino lo que es más importante: esas manzanas son más nutritivas más agradables al paladar, más fáciles de digerir y más “bonitas”.
La explicación sobre el “desarrollo” de la manzana que hemos leído en el libro primero del Politzer es complementada poco más adelante (p.150) con otra explicación igualmente “sencilla”. Esta vez se trata de la “Negación de la negación o síntesis”. Recordemos que esta ley dialéctica es presentada también como uno de los rasgos de la “Ley de la contradicción”.
En la demostración se recurre a otro ejemplo sacado del mundo animal: el de la gallina, el huevo, el pollito; y de nuevo la gallina. De donde se deduce que la gallina será, por tanto, la negación del pollito, que procedería a su vez de la negación del huevo.
Luego, en este proceso, “la gallina es (…) la negación de la negación. Y esta es la marcha general de las fases de la dialéctica.
1.- Afirmación, se llama también tesis.
2.- Negación o antítesis.
3.- Negación de la negación o síntesis”
Veamos… que la gallina de este cuento ha tenido (como todas las especies) un desarrollo, al menos desde que se dejó encerrar en un corral y domesticar, de esto no hay duda. También podemos tener la certeza de que jamás se ha podido romper la cadena de sucesivas negaciones que han hecho posible que este animalito sea lo que es hoy y pueda proporcionarnos cada día un mayor número de huevos. Pero nos quedamos sin saber –y este es el verdadero problema que venimos arrastrando- con que otro animal con plumas o especie gallinácea, que no sea el gallo del corral, se ha podido “sintetizar” la gallina de marras para dar más pollitos.
Y con esto ya termino. Lo demás se puede leer en mi último trabajo (El proceso de transición del capitalismo al comunismo) pues parece claro que las tesis mantenidas por Ch. Bettelheim, en buena medida bebieron de la fuente de las “interpolaciones introducidas por los escribas del PCF” que señalo más arriba”.