Cartas desde prisión:
Juan García Martín
Puerto III, 26-VIII-21
(…) El objeto de esta carta es haceros llegar unas reflexiones mías a propósito de la actual huelga de hambre que está llevando a cabo Iñaki Bilbao, Txikito para los amigos. Una huelga esta que los que hemos convivido con él durante los meses pasados esperábamos porque él no perdía ocasión de amagar con ella. Lo que pasa que entre los compañeros que aquí estábamos, vascos y no vascos, no había “ambiente” o, mejor dicho, el ambiente era totalmente contrario a esta acción individual y al margen de cualquier objetivo colectivo, sin tener en cuenta el contexto político ni el estado de las masas y, en definitiva, al margen de cualquier proyecto político serio de los que ahora hay en Euskal Herria; su genérica reivindicación de “Independencia y socialismo”, como si esta fuera cosa de un día para otro o de poner un cadáver encima de la mesa, no deja de ser un brindis al sol. Tras su traslado a Topas y una vez “liberado” del ambiente desfavorable de aquí, ha cumplido su decisión.
Vaya por delante mi respeto y reconocimiento a la persona de Txikito por su entrega militante a la causa independentista vasca y por su integridad y rebeldía como preso político. Pero estamos obligados a guiarnos por criterios políticos y no personales y poner por delante los intereses de nuestra clase antes que los puramente “humanitarios”. Es por esto que el, llamésmole, “sacrificio personal” que se ha autoimpuesto Txikito no puedo dejar de verlo más que como un ejemplo claro de un individualismo político exarcebado, más relacionado con el nihilismo anarquista del pasado siglo que con un militante embarcado en un proceso revolucionario que requiere de la participación imprescindible de las masas para llevarlo adelante; el individualismo se opone y entorpece la labor paciente de educación y organización que exige el nivel actual de las masas y los altos objetivos que requiere la revolución. Por eso, esa pretendida “inmolación” de Txikito no va a ser ninguna “revolucionarización” ni revulsivo ya que no está siendo entendido por la gente por más que, en un momento determinado y llevados por la solidaridad con un preso político en serio trance de morir, haya movilizaciones; ni tampoco va a servir para poner en pie unas reivindicaciones que, por genéricas y finalistas, requieren de todo un proceso de toma de conciencia y, sobre todo, de una estrategia y una táctica que, desde luego, no pasa por esa lucha “en solitario”.
Es por todas estas inconsistencias de principio por lo que ni hemos estado ni puedo estar de acuerdo con la huelga de hambre de Txikito ni puedo solidarizarme con ella por más que, personalmente, me duela verlo en este trance. Sin embargo, no podemos olvidar que el que este hombre haya llegado a tomar este camino que puede conducirle a la muerte tiene una causa y unos culpables. Ha sido la combinación de la traición de la Izquierda Abertzale, incluyendo en ella a la organización a la que Txikito se entregó en cuerpo y alma, ETA, con la represión ejercida por el Estado contra los presos políticos que, en su caso, ha supuesto más de 10 años en régimen de aislamiento severo, ha sido esta combinación de traición y represión, repito, la que le ha conducido a un estado que solo puede ser calificado de degeneración suicida, sin ver más horizonte futuro que sacrificarse “por la Independencia y el socialismo”. Así como en otros casos esta combinación ha producido la claudicación de la mayoría de los presos políticos vascos, -salvo honrosas excepciones-, vendiendo su militancia y su pasado por unos miserables grados y unos acercamientos a su tierra, en Txikito, que conserva el orgullo militante, le ha empujado poco menos que a decir “Aquí se acaba todo, incluido yo”.
Pienso que si algo hay que denunciar y por algo hay que movilizarse es contra la traición de la Izquierda Abertzale, la represión del Estado sobre los presos políticos, combinados ambos para la destrucción física y mental de los militantes encarcelados, Txikito es un ejemplo de estos efectos nocivos.
Haz una copia de mi carta y mándasela al propio Txikito. Yo no me imagino volviendo a copiar todo el texto otra vez.
Un fuerte abrazo.
Juan.