Mujeres luchadoras y sabias
Agenda.
Harriet Tumban
EEUU 1820 -1913
Nació en las plantaciones del este de EEUU, marcada por su condición de mujer, negra, analfabeta y esclava. Su abuela, la africana Modesty, llegó en aquellos barcos de carne humana. Su madre, Rit, alumbró hijos en permanente peligro de venta. Cuando los tratantes vinieron a buscar a su benjamín amenazó con matarlos. Nunca más volvieron a intentarlo. Ese triunfo causó una profunda impresión en la pequeña Minty que, azotada y explotada, halló una esperanza para la liberación. Desde los seis años, su amo la alquilaba a otros propietarios que la empleaban en “servicios” como el de atrapar las ratas de la plantación. Para cazarlas, debía sumergirse en las aguas pantanosas, a menudo heladas. Su dueña estaba convencida de que a los esclavos había que azotarles regularmente con un látigo. Aquella esclavista brutal golpeaba a Minty en la cabeza, en la cara y el cuello. De anciana, aún conservaba las cicatrices.
Siendo adolescente, una pesa arrojada contra un esclavo fugitivo le rompió el cráneo. Sobrevivió gracias a su pelo recogido en forma de cesta. Desde entonces padeció terribles dolores. En 1849 escapó para siempre. Cambió su nombre por el de Harriet, en honor a su madre y tomó el apellido de un marido. Empezó su labor en el Ferrocarril Clandestino realizando 13 misiones, en las que 70 personas fueron rescatadas a través de una red de refugios y rutas secretas. Los viajes se realizaban en invierno, cuando los caminos estaban menos vigilados y se hacían a pie durante días y semanas guiándose por la Estrella del Norte. Nunca perdió un solo pasajero.
A Tumban no le asustaba emplear el revolver que llevaba al cinto para defenderse de los cazadores de esclavos furtivos. Su habilidad para viajar por los Estados esclavistas sin ser detectada siempre ha sido un ejemplo de clandestinidad y buena organización.
Durante la Guerra Civil Americana, peleó al lado de la Unión en calidad de cocinera, enfermera, espía, exploradora y soldado. Fue la primera mujer en dirigir un asalto en el que se rescataron setecientos esclavos. No en vano el abolicionista John Brown la llamaba General Tubman. Jamás recibió un salario. Hasta 1899 no se reconoció su participación en la contienda.
Tras la guerra civil se estableció en el Estado de Nueva York, convirtiéndose en una dirigente del movimiento negro y sufragista. Acogió en su casa a decenas de huérfanos y antiguos esclavos miserables. Hasta su muerte, ya muy anciana, jamás abandonó la lucha, ni la lectura. En EEUU, el movimiento negro la recuerda cada 10 de marzo, aniversario de su fallecimiento. Muchas organizaciones, sobre todo de mujeres negras, han seguido su ejemplo de lucha y llevan su nombre con orgullo.
Murió de neumonía en un asilo que contribuyó a fundar.