Cartas desde prisión.
Juan García Martín
Puerto III, 10 enero 2022.
Queridos ¿qué tal sorteáis los embates de la pandemia?. El Gobierno parece que ha tirado la toalla y prefiere que el virus se generalice antes que tomar medidas restrictivas (… para la economía, claro), confiándolo todo a que la variante actual sea la última y no cause muchos muertos (que se lo cuenten a sus familias). En fin, en el fondo acaban dando la razón a Trump o Bolsonaro.
Aquí ha habido algunos casos, no en este módulo, pero parece que el tema está ‘controlado’; naturalmente, nos han cortado los vises, y los permisos. Afortunadamente, las comunicaciones por locutorio siguen abiertas y este sábado pude comunicar con dos amigos vascos, que venían por primera vez. Lo suyo es un ejemplo de solidaridad, pues venían regularmente a comunicar con un compa vasco; y cuando se enteraron de que se llevaban a todos los compas vascos a cárceles más arriba y me quedaba solo, se ofrecieron a venir a verme un par de veces cada semestre. Todo un detallazo. Buena gente.
También estuvo por aquí comunicando Pepe Balmón, con quien tuve ocasión de hablar de la lucha de Cádiz, coincidiendo con lo importante que ha tenido esta huelga para reivindicar el papel fundamental que juega el proletariado industrial, por más que, a veces, nos parezcan que cuesta que se “muevan”.
Por ahí también tuvisteis el año pasado un conflicto interesante, el de Tubacex. Me hubiera gustado leer una buena crónica-crítica de cómo fue todo el tema.
Nacho Varela Gómez está aquí, así que ya tenemos con quien “arreglar” el mundo.
Recibí vuestra tarjeta y carta. Que sepa J. que acepto su “desafío” de cartearnos.
Ya es día 20 cuando reanudo esta carta. Primero, porque nos confinaron en la celda ya que el módulo no se ha librado y apareció un caso positivo, mi vecino de celda; ya ha pasado casi una semana y no ha habido más casos. Que siga así.
Luego, al reanudar la carta, nos llegó la noticia del fallecimiento del camarada Elipe, así que envié rápidamente una carta a los compañeros de Madrid. “Lorenzo” (así llamábamos siempre a Elipe) y yo nos conocimos en 1976, o sea, que teníamos muchas experiencias -y palos- compartidos. Uno no sabe qué decir en estas circunstancias… si no es tener la confianza en que algún día, él y otros camaradas recibirán el homenaje que se merecen.
Acabo, de política mejor no hablamos: cada vez se acercan más los rugidos de los cañones. El imperialismo está condenado -y nos condena- a echar mano de la guerra para intentar salir de su crisis… y está condenado a repetir los errores del pasado.
Cuidaros mucho. Un abrazo.
Juan.