Mujeres en todos los frentes.
Biografía recogida en el libro «Mujeres en todos los frentes».
Federica Montseny
Madrid 1905 – Toulouse 1994
Su vida estuvo marcada tempranamente por la determinante influencia de sus padres: Juan Montseny y Teresa Mañé, ambos militantes libertarios con una intensa actividad social y propagandística. La concepción revolucionaria de extender la educación a todos los grupos sociales constituía un eje fundamental: la liberación de hombres y mujeres solo podría alcanzarse por medio de la adquisición de conocimientos. Y así, Montseny obtuvo desde el principio todas las energías y capacidades de sus padres para formarse.
Un fuerte sentido de la libertad determinaría, además, todo su proceso de aprendizaje. Libertad personal, poder de decisión y elección de su forma de vida fueron los cimientos de la idea de mujer que, por otra parte, Teresa Mañé transmitió a su hija. El teatro, para el que su padre escribió innumerables obras, formó también buena parte de la educación de Montseny, que, asistiendo también a los cursos libres de la Universidad de Barcelona, completó así una instrucción que la haría desmarcarse ampliamente de las mujeres de su tiempo.
Mítines y manifestaciones formaron también parte de la vida adolescente de Montseny. Con apenas doce años ya acompañaba a sus padres en la actividad militante que no abandonó a ninguno en sus agitadas vidas. En el Café Español conoció a Salvador Seguí (el Noi del Sucre), líder sindicalista del momento, y a Lluís Companys, más tarde presidente de la Generalitat catalana. En un mitin oyó por esos días por primera vez a Ángel Pestaña. Todos ellos, cruciales personajes de la historia social y política de España, compartieron más tarde con Montseny las convulsas luchas obreras y la trágica guerra del 36.
A los diecisiete años comenzaron sus colaboraciones en la prensa anarquista, utilizando (para no aprovechar la fama de su apellido) un seudónimo: Blanca Montsant. En 1923, con dieciocho años, ingresó en la C.N.T. (Confederación Nacional del Trabajo), la gran central sindical anarquista de la época, afiliándose en el sindicato de Oficios Varios de Serdanyola. Fue en aquel tiempo cuando recibió la oferta de Ángel Pestaña, a la sazón director del periódico, de colaborar en Solidaridad Obrera, órgano decano de la prensa confederal.
Se incorporó asimismo al equipo director de la Revista Blanca, órgano teórico del anarquismo español que se publicó bimensualmente entre junio de 1923 y 1936 y en cuya primera época (1898-1905) habían colaborado con asiduidad Unamuno, Clarín, Baroja o Pérez Galdós. Allí se dio a conocer a través de sus muchos escritos.
Desde 1932 Montseny comenzó a intervenir en las diversas giras que, muy usuales en aquellos años, recorrían distintas zonas del país divulgando las ideas sindicalistas y revolucionarias. Participó en múltiples mítines, y sus discursos comenzaron pronto a recogerse en panfletos. En 1933 dio a luz a su primera hija (a la que llamó Vida), fruto de la que fue una larga relación con el también militante anarquista Germinal Esgleas. Ello no supuso sin embargo su alejamiento ni del trabajo organizativo ni del literario.
Miembro destacada de la F.A.I. (Federación Anarquista Ibérica), el ala más radical de la C.N.T., Montseny mantuvo implacablemente un enfrentamiento dialéctico con sus compañeros del sector más moderado, conocido como «Treintistas» (por haber firmado el «Manifiesto de los Treinta»), lo que la acercó a las posiciones de hombres como Durruti y otros, y la situó frente a dirigentes como Ángel Pestaña o Joan Peiró.
La crucial cuestión ética que tuvo que enfrentar la C.N.T. a los pocos meses de comenzar la guerra, durante el gobierno de Largo Caballero, que opuso sus principios anarquistas a la colaboración gubernamental a la que se vio abocada la organización, la afectó profundamente. En efecto, de los cuatro ministros confederales que fueron nombrados como representantes de la C.N.T. en el gobierno y que ocuparon las carteras de Justicia, Comercio, Sanidad e Industria, uno fue Federica Montseny.
Sus escrúpulos ideológicos y la presión a la que fue sometida por parte del sector más purista, para que se negase a aceptar el cargo, fueron difíciles de superar. A pesar de ello y de las serias divisiones que la decisión ocasionó en las filas libertarias, Montseny y los otros tres compañeros aceptaron, considerando su intervención en el gobierno imprescindible para vertebrar la defensa frente al ejército golpista.
Montseny se convirtió así en la primera mujer en la historia de España en ocupar un cargo de esas características. Ostentó el puesto de ministra de Sanidad y Asistencia Social desde el 5 de noviembre de 1936 hasta el 17 de marzo de 1937. Si bien pocas reformas podían acometerse en el contexto turbulento de la guerra y en medio de las inacabables querellas interpartidistas dentro del gobierno, Montseny promulgó desde su ministerio un decreto legalizando el aborto. Incorporó también a sus competencias la labor de atención a los refugiados.
Entre los ensayos que escribió durante el período de la Guerra Nacional Revolucionaria cabe resaltar Los precursores: Anselmo Lorenzo, el hombre y la obra, un estudio sobre el llamado «abuelo del anarquismo español», que fue publicado en 1938. Ese mismo año dio a luz a su segundo hijo, Germinal.
El 26 de enero de 1939 toda la familia Montseny partió al exilio francés, huyendo del avance del ejército franquista. En junio de 1940 sufrieron un segundo éxodo: esta vez huían, junto a miles de franceses, de las tropas nazis. El exilio no supuso, no obstante, el fin de su militancia política, que se integró en el S.E.R.E. (Servicio de Evacuación de los Refugiados Españoles) y colaboró en el embarque de los refugiados en mayor peligro, con destino a América.
Durante los posteriores años de la ocupación alemana, un alias, Fanny Germain, sirvió a Montseny de protección frente a las persecuciones del nazismo. Detenida finalmente en la «Francia Libre», el hecho de estar nuevamente esperando un hijo la libró de ser enviada a España, aunque pasó un tiempo en las cárceles francesas. En 1942 nació su tercera hija, Blanca. Tras la liberación de Francia por las tropas aliadas, preludio de su victoria en la II Guerra Mundial, en noviembre de 1944, la familia se instaló en Toulouse. Tras la muerte de Franco, Montseny pudo regresar a su país. Durante este largo período no dejó de publicar diversos títulos, entre los que destacan Mujeres en la cárcel (1949), Cien días de la vida de una mujer (1949), Heroínas (1964), El éxodo. Pasión y muerte de los españoles en el exilio (1969) y su libro de memorias Mis primeros cuarenta años, aparecido en 1987, cuando contaba ochenta años.
-Disponible en el catálogo de materiales.