Muro de solidaridad y denuncias:
Convocatorias:
-Córdoba, 29 de octubre
Octubre solidario y antirrepresivo.
Charla-coloquio «Ucrania y el mundo ante la operación militar rusa»
A cargo de Alberto Cruz.
A las 20 h. en el Círculo Cultural Juan 23.
¡Presos políticos a la calle! Amnistía.
-Barakaldo, 29 de octubre
Homenaje a Jon Odriozola.
Pudiste ser y tener todo, pero elegiste ser “nadie” para que los NADA DE HOY TODO HAYAN DE SER
El acto de homenaje se celebrará en el “Gaztetxe Makala” de Barakaldo, el 29 de octubre a las 18h.
Oriundo de Barakaldo. Fallecido recientemente. Periodista, columnista de Egin, Gara, El otro país…, entre otros. Comprometido con la causa obrera y popular.
*Jon Odriozola sobre el libro «La gran conspiración contra Rusia»:
Encomiable y valiente el esfuerzo de la editorial Templando el acero reeditando ‘La gran conspiración contra Rusia’ de los autores americanos Michael Sayers y Albert E. Kahn, libro que vio la luz por primera vez en 1948, tres años después de acabada la II Guerra Mundial y ya en los prolegómenos -Churchill mediante- de la Guerra Fría.
Encomiable, decimos, porque no estamos delante de la reimpresión de un «clásico» que el público reconoce igual que una buena película intemporal y ageneracional, sino, por el contrario, de una especie de «incunable» -un tesoro semioculto- que apenas pocas personas de ideas avanzadas sabían de él. Como en «Farenheit 451», se diría que lo memorizaron para transmitirlo a lo más progresista de la humanidad.
Hemos conocido -y padecido- la interminable y endémica profusión de esquemas y clichés antisoviéticos ergo anticomunistas ad nauseam y lo que te rondaré. Y también los textos que blasonan de «antiestalinistas» -algo de mucho mérito, se supone- que, en realidad, no son otra cosa que filfa antileninista. Y es que los comunistas ignoramos qué cosa sea el fenómeno que da en llamarse -por la historiografía burguesa inclinada y dada a los «ismos»- «stalinismo» (con ese líquida suena más feroz la cosa). Tal vez sea imprescindible estratificar la Historia en ismos para mejor comprenderla y estudiarla, no lo negamos, pero rechazamos como inaceptables cierto ismos prefabricados y cocinados en alquitaras y alambiques contrarrevolucionarios o que obedecen al sistema (capitalista) con fraseología seudorrevolucionaria.
Valiente, decimos, y meritorio también, en tiempos siempre difíciles para movimientos antifascistas en no importa qué coordenada y abscisa histórica bajo la explotación capitalista y que aspire a tumbarlo y no a reformarlo ni maquillarlo, esto es, a mandarlo al museo de la historia junto con la rueca.
Hay en este libro, creo yo, demasiada verdad como para que pueda ser soportada lo mismo por el enemigo, que va de suyo, que por quien se dice amigo de la clase obrera y no es otra cosa que un traidor infiltrado en sus filas, consciente o no. Este libro no les gustará ni un pelo. Y ello, repetimos, por «insoportable». Si de ellos dependiera, seguiría en el limbo. Un lugar donde la verdad no es ni revolucionaria ni contrarrevolucionaria, simplemente no es. Lo que existen son las «versiones». Y esta -ya que no han podido evitar que se publique- sería «una más», igual que el marxismo sería una «filosofía» más en el súpermercado de las ideologías donde uno elige modelos de corbatas.
Es una suerte -que debemos a esta briosa editorial- poder contar con esta gema de libro que nos desacostumbra al mal hábito de la pereza de dar por buena la versión de la ideología dominante y su historiografía predominante. Narrado, además, importa decirlo, con el mejor estilo del periodismo norteamericano -porque lo hubo y fueron vanguardia- de entreguerras con John Reed a la cabeza. Pásalo.
Catálogo de materiales:
-Mientras no podamos solucionar los problemas técnicos que sufre la página, el Catálogo, a través de esta descarga.
–https://drive.google.com/file/d/1xsIPmoZ3I5xjCTryBh2fb5SEQ2uj8IcQ/view?ts=634ac659
Nazismo impune:
-Condenados a penas mínimas tres neonazis por una agresión al grito de “rojos, cerdos independentistas”
La Audiencia de Barcelona impone un año y medio de cárcel a tres ultras, entre ellos el excoordinador de Democracia Nacional en Catalunya, por insultar y golpear a tres personas guiados por su “profundo desprecio” al soberanismo.
La Audiencia de Barcelona ha condenado a tres ultraderechistas, entre ellos el excoordinador de Democracia Nacional en Catalunya Alberto Bruguera, a un año y medio de cárcel y a una multa de 4.320 euros por la agresión que perpetraron a tres independentistas en 2018 en Balsareny al grito de “rojos, cerdos independentistas”. La Fiscalía pedía hasta seis años de cárcel y multa de 11.880 euros.
Además de Bruguera, los condenados son otros dos conocidos elementos de la extrema derecha catalana: Alba S., autodenominada Hanna Reitsch, y Antonio Castellón, condenado por atacar un ‘casal’ de Nou Barris durante la campaña de acoso contra una mezquita. En el juicio no ocultó que lleva tatuadas las palabras “nazi” y “skin” en los dedos de su mano. El resto de tinta nazi de su cuerpo –cuatro esvásticas y la cara del mismo Adolf Hitler– quedaron escondidos bajo la ropa.
Militarismo desatado:
-Indra recibe 500 millones para el caza europeo, diez veces más que en 2021.
El grupo participa en todos los proyectos especiales de Defensa para 2023.
La compañía española no solo participa en la práctica totalidad de los programas especiales de modernización del departamento que lidera Margarita Robles, sino que acapara una de las mayores partidas, la correspondiente al futuro caza europeo (FCAS, Future Combat Air System), dotado con 525 millones, de los que más de 500 millones corresponderá a la empresa que preside Marc Murtra, casi el doble que el año pasado (274 millones de euros) y diez veces más que en 2021 (53 millones de euros).
Guerra sucia:
-Borrell, el jardinero de la juzgla, voz de la OTAN.
El militarista, bochornoso, racista y supremacista discurso de Josep Borrell en Brujas.
Traducción del discurso supremacista del alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, en el ejecutivo comunitario de Ursula von der Leyen. No, no se trata de una metáfora, todo su discurso se basó en el jardín europeo y la jungla exterior, a la que hay que ‘enseñar’ maneras. Para él, el trabajo diplomático es el adoctrinamiento de los demás.
«Gracias, Federica [Mogherini, rectora del Colegio de Europa], por esas bonitas palabras. Gracias por organizar esta reunión.
Tengo que decir que pareces mucho más joven. Ahora, tres años después (de dejar de ser la Alta Representante [de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad) tienes mucho mejor aspecto. Estoy seguro de que es por el ambiente y el fantástico trabajo que tienes aquí, uno de los mejores trabajos que uno pueda imaginar.
Gracias a todos, y enhorabuena a todos por tener la extraordinaria oportunidad de estudiar aquí, en Brujas, en el Colegio de Europa. Estoy seguro de que sois conscientes de la suerte que tenéis.
Aquí, Brujas es un buen ejemplo del jardín europeo. Sí, Europa es un jardín. Hemos construido un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha podido construir, las tres cosas juntas. Y aquí, Brujas es quizá una buena representación de las cosas bellas, de la vida intelectual, del bienestar.
El resto del mundo -y tú lo sabes muy bien, Federica- no es precisamente un jardín. La mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín. Los jardineros deben cuidarlo, pero no protegerán el jardín construyendo muros. Un bonito y pequeño jardín rodeado de altos muros para evitar que la selva entre no va a ser una solución. Porque la selva tiene una gran capacidad de crecimiento, y el muro nunca será lo suficientemente alto como para proteger el jardín.
Los jardineros tienen que ir a la selva. Los europeos tienen que comprometerse mucho más con el resto del mundo. De lo contrario, el resto del mundo nos invadirá, por diferentes vías y medios.
Sí, ese es mi mensaje más importante: tenemos que comprometernos mucho más con el resto del mundo.
Somos un pueblo privilegiado. Hemos construido una combinación de estas tres cosas -libertad política, prosperidad económica, cohesión social- y no podemos pretender sobrevivir como una excepción. Tiene que ser una forma de apoyar a los demás que se enfrentan a los grandes retos de nuestro tiempo.
Así pues, gracias, Federica, por acoger esta experiencia, este programa piloto de la Academia Diplomática Europea.
Según dicen los diplomáticos, según me dijo uno de ellos: «En la diplomacia hay que decir la verdad. No se puede mentir; bueno, formalmente, no se puede mentir. Hay que decir la verdad. Hay que decir sólo la verdad, pero no toda la verdad». Pero si queremos comprometernos con franqueza y honestidad, para discutir sobre los problemas reales y buscar soluciones, entonces hay que decir toda la verdad, pero lo haremos más adelante.
Hoy, permitidme deciros que estoy encantado de participar en lo que se puede decir -y vosotros lo habéis dicho- un «momento de creación», de estar «presente en la creación». Estar «presente en la creación» son unas palabras que dijo hace muchos años uno de los diplomáticos más famosos, George Kennan, en las memorias de George Kennan. Y estas memorias siguen considerándose el mejor relato interno de la elaboración de la política de Estados Unidos en la posguerra -con posguerra me refiero a la segunda posguerra mundial-.
Ahora hemos salido definitivamente de la Guerra Fría y de la posguerra fría. La posguerra fría ha terminado con la guerra de Ucrania, con la agresión rusa contra Ucrania. Y ciertamente estamos viviendo también un «momento de creación» de un nuevo mundo. Porque esta guerra está cambiando muchas cosas, y ciertamente está cambiando la Unión Europea. Esta guerra va a crear una Unión Europea diferente, desde diferentes perspectivas. Hay quienes dicen que esta guerra significa el fin de que la Unión Europea tenga una política exterior porque estamos siguiendo ciegamente a Estados Unidos. Esta narrativa existe. Ayer, en el avión, estuve leyendo bonitos artículos que explican ese enfoque.
Y para mí sucede justo lo contrario: esta guerra ha sido una ocasión para que la Unión Europea sea más afirmativa, impulsando la creación de una postura europea, desde el punto de vista de la política exterior y también desde la perspectiva militar y de defensa.
Sabes muy bien, Federica -porque has sido yo antes que yo-, que no sólo hemos sido constructores de política exterior, [sino] también de seguridad y defensa. Este puesto es una combinación de lo que podría ser un Ministro de Exteriores y un Ministro de Defensa, ambas cosas a la vez. Y eso es algo muy bueno porque, más que nunca, la política exterior y la de defensa van de la mano.
Aquí estamos lanzando esta Academia Diplomática Europea. Se trata de una idea que me rondaba por la cabeza hace muchos años, mucho antes de convertirme en el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad. Esta idea ha ido girando: el Parlamento [Europeo], la Comisión [Europea], Florencia, Brujas. Está claro que la necesitamos.
Gracias al apoyo de algunos miembros del Parlamento Europeo -y quiero hacer una mención especial a uno de ellos, a Nacho Sánchez Amor, un buen amigo mío que no está aquí porque está actuando como miembro del Parlamento-. Gracias al fuerte apoyo del Parlamento Europeo que ha sido muy decisivo a la hora de asegurar la financiación para crear este proyecto piloto, por fin vemos un cierto número de jóvenes europeos -jóvenes diplomáticos- que quieren convertirse en diplomáticos europeos de pleno derecho.
Porque hoy en día lo que tenemos es una especie de mezcla de diplomáticos procedentes de los servicios diplomáticos de diferentes Estados miembros. Y eso es bueno, tenemos que contar con todos. Pero, al final, no es lo mismo. No es lo mismo ser un diplomático nacional que un diplomático de la Unión Europea. Porque la Unión Europea es algo diferente de cada uno de sus Estados miembros. Es la agregación, la consolidación de una unión que se está gestando. Tengo diplomáticos que trabajan conmigo de toda Europa, y me alegro de que aquí no sólo haya Estados miembros de la Unión Europea, sino personas que vienen de Ucrania y de otros países candidatos. Y creo que la participación de personas procedentes de Ucrania y de otros países candidatos es esencial y fue una buena idea, para tener una visión más amplia, para traer a personas que todavía no están en la Unión [Europea], pero que algún día estarán en la Unión. Porque desempeñarán un papel crucial en el futuro de la Unión Europea. No será lo mismo con Ucrania que sin ella. Así pues, vamos a contar con ellos a partir de ahora para construir esta mezcla de ideas, identidades y capacidades que hacen que la Unión Europea funcione.
Gracias por la dirección de este programa. Gracias también al Instituto de Florencia, al Instituto de Maastricht por realizar el estudio de viabilidad que [allanará] el camino para hacer de este proyecto piloto una realidad permanente. Porque nuestro propósito es establecer una Academia Diplomática [Europea] de pleno derecho -permanente- para que las personas que trabajan en el Servicio [de Acción] Exterior Europeo empiecen por tener los conocimientos que requiere esta actividad.
Alguien que trabaja para nosotros tiene que entender cómo funciona la Unión Europea, y no es fácil. Incluso para mí no es fácil. Tienen que saber lo que representa esto, este club. Porque al final, somos un club de Estados miembros que ponen en común algunas de sus capacidades, sus recursos y su compromiso político -aunque no todos ellos-. Están el Consejo [Europeo], la Comisión [Europea]. Está el Consejo de la Unión Europea. Existe el Consejo de la Unión. ¿Quién determina la diferencia?
Quienes trabajan para nosotros han de entender, en primer lugar, cómo funcionamos. La compleja estructura institucional de la Unión Europea no es algo que uno pueda imaginar que cae del cielo. Hay que aprenderla. Y aquí, en Brujas, tenéis una larga experiencia en enseñar cómo funciona la Unión Europea.
Este primer curso tiene lugar en un momento de cambio excepcional. Estamos en un momento de creación. Vivimos en un mundo de políticas de poder. El sistema basado en reglas que defendemos está cuestionado como nunca antes, y nuestra interdependencia -que se suponía que era algo bueno, que evitaba la guerra- ahora se está convirtiendo en un arma.
Pues bien, el sistema se basa en reglas. Sólo que nos encontramos con Putin preguntando quién decide cuáles son esas reglas, desafiando directamente el sistema.
Gracias a Dios el sistema reaccionó muy bien ayer con la votación en las Naciones Unidas, con más de 140 países rechazando la anexión ilegal -la anexión forzada- de una parte de Ucrania a la Federación Rusa. Y nos alegramos -y me alegro- de este resultado. Hubo mucho trabajo detrás, mucho acercamiento a mucha gente para estar seguros de que superásemos el umbral de los 140, que había sido el resultado de la primera votación.
Pero me atrevo a decir -a pesar de la corriente- que estoy preocupado porque hubo demasiadas abstenciones. Cuando más o menos el 20% de la comunidad mundial decidió ni apoyar ni rechazar la anexión rusa, para mí es demasiado. Es demasiado. Estamos contentos porque el vaso está bastante lleno, pero está un poco vacío. Tenemos que seguir trabajando para rebajar ese número de personas que miran para otro lado no queriendo decir claramente que rechazan la anexión de partes de Ucrania a Rusia.
Tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo diplomático para convencer. Sé que la diplomacia es una cuestión de valores, y también de intereses. Y entre estas abstenciones, hay muchos cálculos sobre el interés: «No, no puedo votar contra Rusia porque dependo demasiado de ella». No es sólo una cuestión de convencimiento, es una cuestión de cálculo del interés y ésa es la vida. Todo el mundo lo hace. Nosotros lo hacemos. Pero [ha habido] demasiadas abstenciones.
Tenemos que seguir trabajando diplomáticamente para que el mundo rechace, de forma aún más clara, su guerra contra Ucrania, que -como ya lo he dicho- está cambiando Europa porque está enviando ondas de choque por todo el mundo, creando retos relacionados con los altos precios de la energía, los altos precios de los alimentos -aquí en nuestra propia casa, pero puedo decir que mucho más en otros países de África y Asia-.
Y luego está la amenaza nuclear y Putin dice que no va de farol. Bueno, no puede permitirse farol alguno. Tiene que quedar claro que la gente que apoya a Ucrania y la Unión Europea y los Estados miembros, y los Estados Unidos y la NATO tampoco van de farol. Y cualquier ataque nuclear contra Ucrania creará una respuesta, aunque no sea nuclear, tan poderosa desde el punto de vista militar que el ejército ruso será aniquilado, y Putin no debe ir de farol.
Éste es un momento serio en la historia, y tenemos que mostrar nuestra unidad, y nuestra fuerza y nuestra determinación. Una determinación total.
Ayer estuve en otra reunión discutiendo con otro tipo de personas sobre lo que está pasando y lo que estamos haciendo. Y para mí está claro. Está claro que tenemos que seguir apoyando a Ucrania y tenemos que seguir buscando soluciones diplomáticas cuando sea posible. Por el momento, no las hay, pero un día u otro tendrá que haberlas.
Y tenemos que estar dispuestos a hacer todo lo que hacemos hoy para apoyar a Ucrania en las negociaciones de paz, porque el mundo necesita que esta guerra termine. Porque están las consecuencias de esta guerra -no para los ucranianos, que son los que soportan los mayores costes, ni para nosotros, que estamos preocupados por la factura de la luz o por si vamos a tener gas este invierno- sino para millones de personas en todo el mundo. Para ellos es mucho más difícil que para nosotros.
Si vais a Somalia, por ejemplo, veréis las consecuencias de la guerra por un lado, y del cambio climático por otro, y ambos factores juntos crean una situación dramática.
¿Os imagináis que hoy, en el Mar Negro, hay más de cien barcos cargados con dos millones de toneladas de grano? ¿Os lo imagináis? Cien barcos -no diez, sino cien- uno al lado del otro, cargados con dos [millones] de toneladas de grano, esperando ser controlados para atravesar el Bósforo y llegar al mercado mundial. La gente los espera, y para algunos llegarán demasiado tarde. Y la gente morirá de hambre porque el grano está detenido a la espera de un control.
Así que tengo que hacer un llamamiento aquí a todos los que participan en ese procedimiento de control, para que lo aceleren. Porque al otro lado del Bósforo, la gente está esperando para comer -así de dramático-. Conque, sed conscientes del mundo en el que vivimos, de lo difícil que va a ser.
Tal es el trabajo de los diplomáticos -y vosotros lo seréis-; espero que cuando estéis desempeñando el cargo la guerra ya haya terminado. No espero que la guerra dure tanto como para que tengáis que ocuparos de ella. Pero, después de esta guerra, vendrá un período de inestabilidad y tendremos que construir un nuevo orden de seguridad. Cómo integramos a Rusia -la Rusia post-Putin- en ese orden mundial es algo que dará mucho trabajo a aquellos que piensan en la diplomacia, y en cómo practicarla y aplicarla.
Creo que es un buen momento, un buen momento para crear esta academia. Cuento contigo, Federica, y cuento con la capacidad intelectual de Brujas, que no necesita demostrarse, para formar a los futuros diplomáticos de la Unión Europea.
Estáis muy cerca de Bruselas. Tenéis en Bruselas mucha experiencia, mucha gente que sabe cómo hacerlo en términos prácticos, pero necesitan apoyo intelectual. Necesitan cada vez más comprensión; necesitan que se unan las capacidades académicas y las profesionales. Se trata de esta experiencia.
Hoy en día, no hay una diferencia clara entre lo que es la actividad diplomática y lo que es la actividad sectorial de los responsables políticos. Todo tiene una dimensión externa y una dimensión interna. ¿Quién se encarga de ello? ¿Los ministros de Asuntos Exteriores, porque es algo que ocurre fuera, o las responsabilidades sectoriales, porque es algo que está relacionado con cosas muy concretas que ocurren al mismo tiempo dentro y fuera? [Por ejemplo], la migración, el cambio climático y la lucha contra la desinformación; cada una de esas cosas tiene una dimensión interna y otra externa. La ciberseguridad, ¿es un problema externo o interno? Es ambas cosas.
He sido Ministro de Asuntos Exteriores. He dicho que mis colegas, todos ellos, son también Ministros de Asuntos Exteriores. Porque viajan, hablan con sus colegas fuera de su país, discuten sobre el clima, discuten sobre la migración, discuten sobre la desinformación.
El ministro de Asuntos Exteriores ha de reinventarse. Tienen que trabajar de una manera diferente porque hoy todo el mundo es ministro de Asuntos Exteriores, porque lo extranjero es interno y lo interno es externo. Ya no hay una frontera clara.
¿Quién se ocupa de la dimensión interna y quién de la externa? «Tú te encargas de la dimensión externa»; sí, pero no hay una frontera clara entre una cosa y la otra.
En algunos casos, es interna, claramente, y el ministro del Interior tiene mucho que hacer en el tratamiento de la migración dentro del país y en las fronteras; pero, antes de las fronteras, en las fuentes de migración, eso es una cuestión de relaciones exteriores. El cambio climático también es otro buen ejemplo: es un problema global, así que tiene que ver con el mundo exterior, pero está en el centro de todas las políticas internas.
Por eso, dije que los ministros de Asuntos Exteriores [han] de reinventarse para hacer frente a estas nuevas situaciones, con muchos competidores dentro de la estructura de elaboración de políticas.
Tendrán que aprenderlo. Y para que formen parte de una mejor actividad y capacidad diplomática, hemos de construir las instituciones.
Tú, Federica antes que yo, y Lady [Catherine] Ashton, antes que tú, e incluso Javier Solana en la prehistoria -quiero decir antes del Tratado que creó este trabajo de dos cabezas-, hemos estado -y estoy- trabajando en la construcción de instituciones. Ahí viene la referencia a Jean Monnet, que es inevitable: «Las personas [importan], las instituciones [importan] mucho más». Las personas pasan, las instituciones permanecen.
Hay una gran diferencia entre Europa y el resto del mundo -bueno, el resto del mundo, entiéndese lo que quiero decir, ¿no?- y es que tenemos instituciones fuertes. Lo más importante para la calidad de vida de la gente son las instituciones. La gran diferencia entre los desarrollados y los no desarrollados no es la economía, son las instituciones. Aquí tenemos un poder judicial, un poder judicial neutral e independiente. Aquí tenemos sistemas de distribución de los ingresos. Aquí tenemos elecciones que dan libertad a los ciudadanos. Aquí tenemos semáforos que controlan el tráfico, gente que recoge la basura. Tenemos este tipo de cosas que hacen la vida fácil y segura.
Las instituciones, eso es lo que importa. Es muy difícil construir instituciones. Podemos construir una carretera. Podemos ir con una excavadora y dinero y trabajadores, y podemos construir una carretera. Yo no puedo ir a los países emergentes y construir instituciones para ellos, tienen que ser ellos los que las construyan. De lo contrario, sería una especie de neocolonialismo.
La gran diferencia entre nosotros y una parte importante del resto del mundo es que nosotros tenemos instituciones. Y tenemos que trabajar [en la] institución, construir instituciones. Me gustaría mucho terminar mi mandato habiendo construido instituciones, habiendo construido una capacidad diplomática de la Unión Europea más fuerte y un servicio diplomático de la Unión Europea más fuerte. Sé que lo que marca la diferencia es la calidad de los recursos humanos. Porque una institución sin personas que la hagan funcionar es un edificio vacío. Hace falta la combinación de estructuras institucionales y de personas comprometidas capaces de hacerlas funcionar. Un poder judicial independiente necesita jueces independientes; si no, no funciona. Un servicio diplomático eficiente necesita normas, necesita organizaciones, necesita recursos, necesita procedimientos, pero necesita personas. Personas, no sólo comprometidas, sino capaces de cumplir [su] compromiso.
Esa capacidad no cae del cielo. Vendrá de experiencias como ésta, Federica. Tengo muchas esperanzas en lo que vais a hacer aquí. Es un ejercicio piloto que tiene que convertirse en una actividad permanente de formación de nuestra gente.
Sois la primera generación. Sois los pioneros de un proceso, y espero que vengan muchos otros. Y cuando pasen los años, y la Academia Diplomática Europea haya crecido y se haya establecido, entonces, podréis presentarla como un momento de creación. Y recordaréis que empezó aquí, en Brujas, en un día como hoy.
Gracias por preparar el programa, creo que es un programa muy bueno. No hay nada similar en cuanto a alcance y contenido en Europa, estoy seguro. Nada con esa amplitud, con la posibilidad de ir a la frontera, de ir a las oficinas a hablar con los responsables políticos, de estar y trabajar en un lugar privilegiado como éste. No creo que haya otra experiencia como ésta. Sé que tú, Federica, has sido capaz de atraer a los mejores políticos, expertos, profesionales y diplomáticos de la Unión Europea, para que den conferencias y compartan sus conocimientos y experiencias con vosotros aquí.
Estoy celoso. Me gustaría mucho ser tú. Me gustaría mucho poder sentarme, y aprender, y disfrutar de las posibilidades que se os ofrecen. Tienes una gran responsabilidad: aprovéchala. Es una oportunidad única.
Cuando tienes la posibilidad de ser tan privilegiada como lo eres, tienes el deber de cumplir, de comprometerte con toda tu capacidad intelectual, sin escatimar esfuerzos.
Estudia todo lo que puedas para aprender todo lo que necesites y hacer de esta experiencia un proceso exitoso.
El punto de partida de la producción cada año de generaciones de diplomáticos europeos que ya no tienen en su mente a su país -bueno, siempre tendrán a su país en su mente-. Pero está el proceso de «sublimación»: subir, ir más allá [de] nuestra identidad nacional para disfrutar realmente de tener otra identidad que es la europea, que no es contradictoria con nuestra identidad anterior.
Siempre digo lo mismo: soy catalán, soy español, soy europeo. No hay ninguna contradicción entre esas tres cosas. Al contrario, me enriquecen. Soy mucho mejor persona porque puedo hablar diferentes idiomas, puedo entender diferentes situaciones. Mi identidad tiene diferentes capas, y cuantas más capas tenga y mejor convivencia se dé entre ellas, mejor humano -hombre o mujer- seré.
La experiencia europea trata de eso: es la integración de diferentes identidades para hacer posible la convivencia, no de forma enfrentada.
La historia de Europa ha sido la confrontación de identidades. Católicos contra protestantes, franceses contra alemanes, alemanes contra franceses, españoles contra [inaudible]. Hemos sido capaces de superar esa batalla de identidades. Hoy en día, ser francés o alemán no es algo que ponga a la gente en contra de los demás.
La identidad es hoy el verdadero campo de batalla. La identidad vuelve a ser un asunto poderoso. ¿Recordáis lo que alguien dijo, «es la economía, estúpido»? Ahora, «es la identidad, estúpido». Hoy en día, lo que importa es la identidad. La identidad se puede manipular, se puede presentar como algo cerrado: «Mi identidad es incompatible con tu identidad. O eres tú o soy yo». Ese «o tú o yo» conduce a la guerra. La belleza de la experiencia europea es «tú y yo», superando la herencia del pasado y ofreciendo al mundo la receta de la coexistencia pacífica, la cooperación, la integración y el desarrollo.
Tú serás un motor de esta construcción de identidad de múltiples capas. Creedme, Europa es un buen ejemplo para muchas cosas. El mundo necesita a Europa. Mi experiencia al viajar por el mundo es que la gente nos mira como un faro. ¿Por qué viene tanta gente a Europa? ¿Hay flujos de inmigrantes ilegales o irregulares que van a Rusia? No muchos. No, vienen a Europa pero por buenas razones.
Cuidad el jardín, sed buenos jardineros. Pero vuestro deber no será cuidar del jardín en sí, sino de la jungla de fuera.
Y otras voces:
-Pablo Sorozabal Serrano
Elogio sentimental del tanque ruso. 1989.
Casi todo el mundo parece estar muy contento porque el tanque ruso ha hecho mutis por el foro. Pues bien, lamento mucho dar la nota, siento –lo siento por mí– no unirme al coro, pero es que me resulta imposible. No es que me guste practicar el esnobismo de ir a contrapelo. Al contrario, lo detesto. Uno de mis mayores placeres (y declaro que el hedonismo es lo mío) consiste en no discrepar de la mayoría, sino coincidir con ella. (…) Pero (…) debo confesar, y confieso, que aquel ente mítico pero real, aquella fiera de plomo y acero (discúlpenme los estilistas del idioma por la vulgaridad de la metáfora, y los ingenieros armamentísticos por el presumible error metalúrgico) siempre fue objeto de mis amores. Sí, siempre amé, y sigo amando con pasión, con ternura, con devoción y con devoción y con delirio al carro de combate del Ejército Rojo, más conocido por ‘tanque ruso’.
Pese a mi extrema juventud (sólo llevo en este mundo cincuenta y cinco años), mis relaciones amorosas con el tanque ruso datan de muy atrás. Sin pretensiones de exactitud, me atrevería, sin embargo, a afirmar que mi affaire erótico con el tanque ruso dura ya cuarenta y cinco años. Todo comenzó, sin duda, cuando mi padre me habló por primera vez de aquellos tanques rusos que acudieron en ayuda de los milicianos y se lanzaron a contener el formidable embate de la no menos formidable máquina de guerra que italianos y alemanes habían puesto a disposición del general Franco.
(…) Siempre odié la guerra y la odio. Siempre amé la paz, y la amo. He aquí justamente la razón por la que el tanque ruso suscitó en mí tan hondos sentimientos de ternura, de admiración y solidario fervor. El tanque ruso enarbolaba la bandera de la hoz y el martillo, la roja bandera del comunismo internacionalista, esto es, la bandera de la paz, la razón, la Humanidad y la justicia. Ahora bien, si es cierto que el tanque ruso se convirtió en símbolo de la victoriosa revolución socialista decidida no sólo a terminar de una vez por todas con la barbarie capitalista en los territorios del antiguo imperio zarista, sino a frenar y contener dicha barbarie en el resto del mundo, también es cierto que otras armas en manos bolcheviques no eran menos merecedoras de ternura, fervor y solidaria admiración, como la artillería, pesada o ligera, la audaz y temible artillería soviética, como las baterías de cohetes Katiushka, los fusiles automáticos Kalashnikov o la aviación de caza, sin olvidar las bombas nucleares y sus misiles portadores, cuya existencia (conseguida con tan enormes sacrificios del pueblo soviético) logró impedir, a principios de los años cincuenta, que el imperialismo, con EE UU a la cabeza, continuara arrojando las suyas sobre ciudades indefensas, asesinando en un abrir y cerrar de ojos a centenares de miles de personas, como hizo en Hiroshima y Nagasaki.
Sí, lamento mucho herir la sensibilidad de las gentes de bien (…) si elijo estos tiempos que corren, justo éstos, para hacer mi elogio sentimental del tanque ruso. Pero es que a uno, francamente, le trae sin cuidado quedar mal ante la inmarcesible y viril inocencia que brilla en los ojos de los demócratas de hoy (fascistas de ayer y de siempre). Por eso no me privaré tampoco de proclamar que ando ahora preocupado sentimentalmente por las armas de Cuba, y que si en mi mano estuviera, le diría al gran Fidel: Comandante, acépteme estos cientos de bombas nucleares y sus correspondientes misiles. Acéptemelos, se lo ruego, en nombre de Euskadi. Pero, desdichadamente, no tengo bombas ni misil que regalar a la Revolución cubana, así que me veo obligado a limitar mi solidaridad a unos gramos de leche en polvo o penicilina, más que nada como símbolo del bloqueo de la isla y, también, como escupitajo contra la jeta de esos traidores, mafiosos, bandidos, canallas, ladrones y malnacidos que, en la patria de Lenin, han secuestrado, de momento, a mi bienamado tanque ruso.
–https://elcaminodehierro.blogspot.com/2010/06/elogio-sentimental-del-tanque-ruso.html