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-El reino de las contradiciones. España de la guerra civil al referéndum.
Eduardo Galeano.
Artículo publicado en Cuadernos de Ruedo ibérico nº 10, diciembre-enero 1967.
España en quince puntualizaciones.
UNO
En la segunda vuelta de los comicios de 1936, Francisco Franco supo, de una vez para siempre, que las elecciones libres no le convenían. Había querido ser diputado por Cuenca, pero no pudo, y también allí triunfó el Frente Popular. Cinco meses y dos días después de la victoria republicana de febrero, se desencadenó la sublevación, el «Alzamiento Nacional». Al cabo de una lucha heroica pero inútil, cayó la república, ahogada en sangre por sus enemigos, traicionada por muchos de sus amigos. Los vencedores consagraron a Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios, como todavía puede leerse en las pesetas, y resolvieron que sólo debía rendir cuentas «ante Dios y la Historia». Él prometió que aplicaría a las enseñanzas de la Iglesia y que no habría ni un solo español sin pan, un solo hogar sin luz. El cadáver de José Antonio Primo de Rivera fue trasladado desde Alicante hasta El Escorial, para que descansara con los reyes : a su paso, a modo de homenaje, los soldados iban fusilando republicanos por los pueblos.
Casi veintiocho años después, el referéndum consagra una nueva Constitución que en la práctica liquida a la Falange, el movimiento fundado por José Antonio, pero que remacha el poder a perpetuidad que Franco, su «Jefe Nacional», ejerce. La mayoría de votos fue aplastante. Tan aplastante, que la cifra de los votantes, poco menos que unánimes por el sí, excedía largamente en los cómputos originales, a la cifra de los inscritos establecida por el censo. Francisco Franco no olvidó aquella desagradable experiencia de febrero del 1936. Este hombre de setenta y tres años ha tenido tiempo de sobra, a lo largo de su interminable dictadura, para aprender a ganar.
En el país que le ha ratificado, así, su agradecida confianza, hay siete millones de pobres según cifras oficiales. Es el país que disfrutan cada año quince millones de turistas, pero no los dos millones de españoles que la miseria expulsó a Francia, Alemania, Suiza o Bélgica.
Es el reino sin rey; reino, más bien, de las contradicciones.
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