Luchas obreras rescatadas del olvido.
Agenda
EEUU -1º Mayo 1886-
Los Mártires de Chicago -I de III-
«Yo repito que soy enemigo del orden actual y repito que lo combatiré con todas mis fuerzas mientras respire. Declaro otra vez franca y abiertamente que soy partidario de los medios de fuerza. He dicho al capitán Schaack, y lo sostengo, que si vosotros empleáis contra nosotros vuestros fusiles y cañones, nosotros emplearemos contra vosotros la dinamita. Os reís probablemente porque estáis pensando:’Ya no arrojará más bombas’. Pues permitidme que os asegure que muero feliz, porque estoy seguro de que los centenares de obreros a quienes he hablado recordarán mis palabras, y cuando hayamos sido ahorcados, ellos harán estallar la bomba. En esta esperanza os digo: ¡Os desprecio; desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra fuerza, vuestra autoridad! ¡Ahorcadme!»
Con estas palabras, Louis Lingg, uno de los mártires de Chicago condenados a la horca, desafiaba al tribunal orquestado por la burguesía para vengar el alzamiento proletario de los obreros norteamericanos el 1º de Mayo de 1886. Louis era un joven obrero de 22 años, de origen alemán, carpintero y líder sindical convencido de que era necesario emplear la lucha armada como autodefensa frente a la represión del movimiento obrero.
Ese día se produjo la culminación de uno de los más importantes procesos de lucha de clases del siglo XIX. Desde1827 ―fecha de la primera huelga en EEUU, protagonizada por los carpinteros de Filadelfia―, la clase obrera norteamericana había dado muestras de una gran capacidad de organización y combatividad. En apenas 60 años, supieron avanzar desde las luchas sectoriales y gremiales hasta las reivindicaciones más generales que incumbían al conjunto del proletariado. Así, lograron constituir grandes sindicatos de masas que dirigieron las numerosas huelgas desde las exigencias comunes. Influidos por las ideas socialistas y anarquistasdifundidas por la Asociación Internacional de Trabajadores, la reducción de la jornada de trabajo a 8 horas constituyó la punta de lanza de la lucha obrera desde bien temprano. Entrados de lleno en la vorágine de la explotación capitalista, los trabajadores tenían que soportar jornadas de hasta 16 horas. La avanzadilla de este vasto movimiento obrero se componía fundamentalmente por obreros inmigrantes, procedentes mayoritariamente de Inglaterra, Francia y Alemania; en este sector del proletariado se concentraban las peores condiciones de explotación, unas ideas políticas más avanzadas y cierta experiencia de lucha en sus países de origen.
Los distintos gobiernos de la burguesía intentaron apaciguar los ánimos con la promulgación de leyes de reducción de la jornada para ciertos sectores, como los empleados de oficinas del Estado o los trabajadores de obras públicas. Esto solo provocó la agudización de la conflictividad entre el trabajo y el capital. Los obreros comprendieron que tenían que forjar su propia independencia política, al margen de … /…
(continuará)