Luchas obreras rescatadas del olvido.
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EEUU -1º Mayo 1886- Los Mártires de Chicago -y III-
… /… Fischer, Engel, Schwab, Lingg y Neebe. El proceso fue una auténtica farsa en la que se demostró la gran mentira de la “democracia” norteamericana: la condena la dictó el capital y el tribunal no pasó de ser un paripé vengativo, compuesto por traidores, policías y patronos, que nunca pudo demostrar nada. Los dirigentes anarquistas y socialistas Spies, Parsons, Fischer, Engel y Lingg fueron condenados a la horca, ejecutándose el crimen el 11 de noviembre de 1887; Fielden y Schwab, a cadena perpetua; y Neebe, a 15 años de trabajos forzados. 6 años más tarde, un juez dictaminó que “habían sido víctimas de un error judicial” y Fielden, Schwab y Neebe fueron puestos en libertad.
Desde este momento, el 1º de mayo ―el inicio de la huelga general― pasó a ser considerado el Día Internacional de los Trabajadores por las organizaciones obreras de todo el mundo en homenaje a los mártires de Chicago. Actualmente, en EEUU esta fecha ha sido borrada del calendario por las autoridades, con el objetivo de que los trabajadores olviden el ejemplo de lucha de todos aquellos que dieron la vida por sus derechos.
En julio de 1889 el I Congreso de la II Internacional acordó celebrar el Primero de Mayo.
*En 1881 se había constituido en Pittsburgh la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL).
La federación reagrupaba a sindicatos, por aquel entonces ilegales, de diversas ramas de la industria y la minería y de diferentes Estados. En sus comienzos, la AFL jugó un portante papel en la lucha por el derecho a sindicarse y por las 8 horas. A medida que el movimiento obrero logró arrancar esas reivindicaciones, la AFL cayó bajo la “tutela” del Partido Demócrata, comenzó a frenar las luchas, intentó enfrentar a los obreros nativos de los de origen inmigrante o a los afroamericanos, llegando a acuerdos con la patronal a espaldas de sus sindicatos afiliados, que en muchas ocasiones hacían caso omiso de sus directivas.
*Octavilla que circulaba en Chicago en 1885:
“¡Un día de rebelión, no de descanso! ¡Un día no ordenado por los portavoces chulescos de las instituciones, que tienen encadenados a los trabajadores! ¡Un día en que el trabajador haga sus propias leyes y tenga el poder de ejecutarlas! Todo sin el consentimiento ni aprobación de los que oprimen y gobiernan. Un día en que con tremenda fuerza, el ejército unido de los trabajadores se movilice contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de todas las naciones. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y las guerras de todo tipo. Un día para comenzar a disfrutar de ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas para lo que nos dé la gana.”.