Biblioteca popular:
Teatro.
Darío Fo
Dos obras.
-La madre pasota.
(El interior de una iglesia. En el centro del escenario, casi en corbata, un confesionario. Entra una mujer vestida de manera estrafalaria, entre hippy y agitanada. Avanza cautelosa, como si la persiguieran.)
La madre que los parió, vaya panda de cabrones…, mira que seguirme hasta la iglesia… ¿Dónde me escondo yo ahora? En la sacristía. ¿Y dónde estará la sacristía? ¿A este lado del coro o al otro? (Sigue tratando de esconderse.)
Ahí vienen dos más, si es que me tienen rodeada… ¡El confesionario! Ya está, me esconderé en el confesionario.
(Mira en el confesionario.) Vaya por Dios, está ocupado. Hay un cura dentro. Dichosos curas, si es que te los encuentras en todas partes… Bueno, pues me confesaré, qué se le va a hacer…
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-Todas tenemos la misma historia.
(En el centro del escenario vacío, una tarima sobre la que está tumbada una mujer. Luz baja. Habla la mujer.)
No, no, por favor..,, por favor, estate quieto…, así no me dejas ni respirar… Espera… Claro que me gusta hacer el amor, pero con un poco más de…, ¿cómo diría yo?… ¡Que me estás aplastando! Quítate…, ¡basta! Me estás mojando la cara… ¡No, en la oreja no! Sí que me gusta, pero es que pareces una Moulinex, con esa lengua… Oye, ¿pero cuántas manos tienes? Déjame respirar… ¡Que te levantes te digo!
(Se incorpora lentamente, como quitándose de encima el peso del cuerpo del hombre. Se sienta frente al público.) ¡Por fin! Estoy empapada en sudor. ¿Para ti esto es hacer el amor? Sí, claro que me gusta, pero preferiría que hubiera algo más de sentimiento… ¡No estoy hablando de sentimentalismo! Cómo no, ya sabía que me saldrías con lo de que soy una cursi romántica y antigua… Claro que me apetece hacer el amor, pero a ver si entiendes que no soy una de esas maquinitas que les metes unos duros y se les encienden las luces, tun tun trin toc toc… ¡drin! Mira, yo, si no se me trata bien, me bloqueo, ¿comprendes? ¿Será posible que si una no se coloca de inmediato en una postura cómoda, falda y bragas fuera, piernas abiertas y bien estiradas, se vuelve una estúpida acomplejada, con los traumas del honor y del pudor, inculcados por una educación reaccionaria-imperialista-capitalista-masónica-católica-conformista y austrohúngara? ¿Que soy pedante? Y una tía pedante os pone muy nerviosos, ¿verdad? Es mejor la mema de risita erótica…
(Ríe por lo bajo, en plan erótico-tirado.) ¡Venga, hombre, no te cabrees! No, no estoy ofendida. Está bien, hagamos el amor…
(Vuelve a tumbarse de perfil al público.) Y pensar que cuando quieres sabes ser tan dulce…, ¡casi humano! ¡Y un auténtico compañero!…
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