Recuperada la memoria de Julián Martínez Mayordomo / José Gómez Gayoso, comunista y guerrillero gallego fusilado en el 48 / Crónica de un fusilamiento / Penado el tabaco por el S.O.

Foto. En monumento, nombre de Julián Martínez Mayordomo.

Memoria histórica imprescindible:

-La memoria recuperada de la familia de Julián Martínez, desaparecido en el franquismo: «Ya puedo morir tranquilo».

Miguel Martínez apenas tenía nueve años cuando dos hombres armados se llevaron a su padre, Julián. No volvió a saber nada de él hasta más de 80 años después, cuando su nieto Álex emprendió un camino para encontrarle.

La historia de Álex Martínez es la historia de su abuelo Miguel Martínez y de su bisabuelo Julián Martínez. Es la historia de un nieto que, movido por un dolor instalado en su familia durante más de 80 años, ha conseguido localizar al padre de su abuelo y poder cerrar una herida que se abrió, como se verá más adelante, con la llegada de dos hombres, cada uno armado con un fusil.

Todo empieza cuando Álex se encuentra ojeando artículos sobre la ley de memoria democrática impulsada por el Gobierno. Las imágenes de familiares que habían conseguido encontrar a sus ascendientes remueven los sentimientos del joven de 29 años, que emprende una búsqueda a espaldas de su familia. El nieto explica a Público que la razón por la que inició este recorrido en solitario fue no hurgar en una herida sin saber cómo iba a concluir el camino.

Como su bisabuelo era de Guadalajara, concretamente de la localidad de Auñón, decidió comunicarse con el Foro por la Memoria de Guadalajara, una asociación que nació en 2007 con la intención de «recuperar la memoria histórica democrática» en la provincia. En una primera toma de contacto, el joven trasladó la información a la entidad sobre su bisabuelo. Un día recibió una de las llamadas más importantes de su vida. «Me informaron de que lo habían localizado», manifiesta con ilusión a este diario. A partir de ahí, pudo profundizar en las vidas de sus antecesores. Unas vidas marcadas por la guerra, la represión y el olvido.

*La historia del bisabuelo Julián y el abuelo Miguel

La guerra ya había empezado. Miguel Martínez, abuelo de Álex, tenía unos nueve años cuando dos individuos aporrearon la puerta de su casa. La madre de Miguel y bisabuela de Álex, Dolores Fernández, fue la que abrió la puerta y examinó con la mirada a los dos hombres que se mantuvieron quietos en la entrada de la vivienda. Preguntaron por su marido. Ella, asustada, dijo la verdad: su marido, Julián, estaba trabajando, así que los dos se retiraron, pero solo unas horas después regresaron.

En medio de un clima de llantos y desesperación, los dos tipos armados se llevaron al bisabuelo, que ya se encontraba en la casa, y también a la bisabuela de Álex. El delito del bisabuelo: pertenecer a la UGT junto a sus dos hermanos, Francisco y Gregorio. El delito de la bisabuela: defender a su marido. Tal y como detalla años después Álex, el sindicato sirvió de respaldo a su familia, que vivía de alquiler en el pueblo caracense, para poder hacer frente a la dura situación económica. Al estallar la guerra, su abuelo Miguel ya sabía lo que era amarrarse a la espalda de su madre y acudir a los refugios para resguardarse de las bombas.

En 1939 fueron encarcelados, aunque Dolores fue liberada al poco tiempo. Julián fue acusado de auxilio a la rebelión y condenado a pena de muerte, pero finalmente le fue conmutada por 30 años de prisión. «Toda una vida», recalca el bisnieto. En 1943, la muerte fue lo único que pudo liberar a Julián de la prisión. Tenía 49 años. No se saben las causas, pero sí se recuerdan las condiciones infrahumanas de las cárceles en los años de la posguerra, las enfermedades y el maltrato. Fue enterrado en el patio 4º, fosa 20, de la Prisión Central de Guadalajara.

https://bit.ly/3kqQ99I

Foto. Gómez Gayoso (6º por la izd).

-Gómez Gayoso, el comunista gallego fusilado en el 48 cuyo hijo preparó la operación del Che en Bolivia.

Una biografía reconstruye con detalle la vida de uno de los más carismáticos líderes del Partido Comunista y la guerrilla antifascista en Galicia.

José Gómez Gayoso no imaginaba que aquel viaje a Madrid en junio de 1936 para participar en una escuela de marxismo organizada por el Komintern lo apartaría de Galicia durante años. Y menos aún que solo regresaría clandestino para dirigir el Partido Comunista y la guerrilla antifascista, ser apresado y morir fusilado en 1948. La suya fue una existencia breve -tenía 38 años cuando lo asesinaron-, fulgurante y terrible. Su rastro y su ejemplo político, desdibujado en su país, no se apagó del todo. Lo ilustra uno de sus hijos, el coronel cubano José Gómez Abad, que estuvo entre los diseñadores de la operación del Che Guevara en Bolivia. Vivir e morrer pola causa se titula la primera biografía de Gómez Gayoso, escrita por Carlos A. Portomeñe y publicada por la Editorial Galaxia.

https://www.eldiario.es/galicia/gomez-gayoso-comunista-gallego-fusilado-48-cuyo-hijo-preparo-operacion-che-bolivia_1_9979594.html?goal=0_10e11ebad6-bedd9c4df7-64733153&mc_cid=bedd9c4df7&mc_eid=741781b133

Pintura. Fusilamiento.

-Crónica de un fusilamiento.

«(…) Muchos piensan que en un fusilamiento los condenados caen redondos al suelo, que el tiro de gracia es una anécdota obligada, pero no es así, en el campo de tiro de La Isleta en Las Palmas, presencié momentos terribles, si es que puede haber algo más tremendo que un fusilamiento.

Yo ya era Alférez en el 37 a pesar de mi corta edad, por venir de milicias universitarias, pero sobre todo por formar parte de una familia muy antigua de militares que se remontaba hasta mediados del siglo XIX, con mi padre como uno de los últimos de aquella estirpe, ya que yo hijo único, años después abandoné el ejército y me fui a vivir a Noruega con mi mujer y nuestra hija recién nacida.

El teniente Lázaro era el jefe de las ejecuciones por Consejo de Guerra en Gran Canaria y me tenía como una especie de asistente o ayudante militar de cámara, por eso presencié contra mi voluntad más de cien fusilamientos en menos de tres años.

No es como piensa mucha gente, no caen todos fulminados, no, allí se vio de todo, lo más triste delante del público asistente, que se podían contar por decenas de falangistas y civiles con sus mujeres e hijos, que venían hasta con comida y bebida, parecido a quien va a un partido de fútbol.

Como si esos crímenes fueran autorizados para cualquier edad, como si los niños tuvieran carta blanca para ver la sangre, las vísceras, las cabezas abiertas con la masa encefálica colgando.

Era tremendo ver hombres todavía vivos, acribillados a balazos dando gritos de dolor en el suelo entre convulsiones como si estuvieran poseídos por el diablo, los tiros de gracia que se daban en los ojos por error, don Juan Noda, el cura del Sureste de la isla, dando la bendición con un crucifijo y al mismo tiempo disparando en la nuca de hombres que pedían clemencia entre los cuerpos ensangrentados e inertes de sus amigos y compañeros, los alaridos de dolor en el instante final de las pocas madres autorizadas.

Una vez un fusilado de Telde con las tripas colgando, se levantó y caminó unos veinte metros llamando a su madre como si fuera un niño chico.

Lo más dantesco era ver a muchos soldados del pelotón llorando antes y después de disparar, la serenidad y nulo arrepentimiento de los oficiales que ordenaban el carguen, apunten, fuego, como si lo que hubiera allí delante no fueran seres humanos, vecinos de esta tierra que tan solo pensaban de otra manera…»

Testimonio de Juan Salmerón de Iturgaiz, médico y oficial de milicias en los años del genocidio.

Entrevista publicada en el libro de Francisco González, “Fragmentos de rebelión” (2021).

Escrito de la inquisición contra el tabaco.

-Todo pecado para la inquisición.

El Santo Oficio impondrá severo y ejemplar castigo

A todo aquel cristiano que con maléficas artes inhale y expela humo por cualesquiera de sus orificios naturales, utilizando para ello la planta del tabaco, malhallada en el Nuevo Mundo. Que así sea y se cumpla.

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