Terror falangista: «Incienso y mirra». «Fuego sagrado» / La Ciudad de la Selva, el gran campamento secreto de los guerrilleros antifranquistas / Biblioteca Nacional, 44.000 imágenes de la Guerra en España.

Foto. Misa, falangistas y armas para bendecir.

Memoria histórica imprescindible:

-Incienso y mirra

«(…) Los Reyes Magos esa noche fueron los falangistas que llegaron en manada destrozando la pequeña plantación de tomateros de mi padre, quemando con las cabras dentro el corral construido con cañas y horcones, siempre recordaré los balidos de los baifos quemándose vivos, mi padre corriendo intentando apagar el fuego y las carcajadas de los falanges chupando ron del Charco, destrozando toda nuestra casa de tejas rojas, tirando los gatos vivos contra la pared del alpendre, amarrando con soga de pitera a mis hermanos con las manos a la espalda.

Ese fue el día más triste de mi vida, cuando más he llorado, viendo a mis tres hermanas servir de diversión a esos monstruos expertos en violar y matar.

En mi memoria solo quedó el fuego de la paja de los corrales de los animales, los perros muertos por los disparos de los máuser, la destrucción de lo que era mi vida, el sustento de mi familia, el territorio de nuestra libertad, ahora saqueada por aquella gentuza que vino de Las Palmas y de Telde hasta Cazadores arrasando por cada familia denunciada por don Pedro el cura de Lomo Magullo, el gordo sacerdote que revelaba secretos de confesión, diciendo quienes teníamos rojos entre nuestros seres queridos…»

Testimonio de Santiaguito Vélez Romero, vecino de Telde en los años del genocidio.

Entrevista publicada en el libro de Pako González, “Fragmentos de rebelión” (2021).

Pintura. Fusilamiento.

-Fuego sagrado

«Domingo Ucelay no usaba pistola para dar el tiro de gracia, golpeaba a los presos con un martillo de obra, lo manejaba con la mano zurda, daba un golpe seco y los hombres caían redondos al suelo con la cabeza rota».

Antonio Fumero Alemán, preso político en el campo de concentración de Fyffes, Santa Cruz de Tenerife

Los falangistas arrojaron por la ventana, unos cinco metros de altura a Luisito, hijo pequeño de Alberto Camejo y Alicia Troya, desde el alpendre donde estaba escondido con su madre en Barranco Seco.

El niño de cinco años, se quedó en el suelo entre convulsiones, mientras agarraban a su madre y le echaban por encima un balde de petróleo, Jesús Damián Camón, el falangista toledano, vecino del barrio de San Roque, se acercó al menor, le puso la bota en la cabeza y se la aplastó.

La pobre Alicia empezó a chillar de horror y rabia, tratando de zafarse de las ataduras de los nazis de Las Palmas, casi se hacía con los tres robustos sicarios, con una fuerza desconocida para una frágil mujer de menos de cincuenta kilos, una energía imparable, que le salía de las entrañas del dolor infinito.

Entonces Chano Doreste, le picó un ojo con media sonrisa al falangista Nicolás Massieu, que le tiró a la mujer una colilla de Virginio entre su pelo enredado, ardiendo enseguida como una bola de fuego, soltándose de los hombres armados, que asustados huyeron del fuego ladera arriba unos cinco metros.

La madre ardiendo se lanzó sobre el cadáver del angelito, levantándolo del picón volcánico manchado de sangre, arrodillándose sin soltar del abrazo a su niño del alma, no gritaba, en silencio cerró los ojos, parecía no sentir dolor, mientras su cuerpo se consumía entre las llamas.

Relato publicado en el libro de Pako González, “Señales del alba” (2022).

Foto. Guerrilleros asistentes al congreso fundacional en Ferradillo, abril 1942.

-La Ciudad de la Selva, el gran campamento secreto de los guerrilleros antifranquistas.

La Federación de Guerrillas de León-Galicia desafió al régimen desde el mítico refugio de los montes de Valdeorras.

No fue una leyenda, porque los vecinos y la Guardia Civil conocían su existencia, pero el paso de los años desdibujó su geometría, redefinió sus marcos y le confirió la categoría de mito. La tradición oral había deformado y mitificado la Ciudad de la Selva, que no era conocida por los paisanos como tal, sino como los chozos de los escapados, allí donde estaban los rojos, un espacio difuso que, desde la aldea de Casaio, se extendía por los montes de la comarca ourensana de Valdeorras, limítrofe con el Bierzo y la Cabrera.

El empeño de los investigadores del proyecto Sputnik Galego ha desempolvado las páginas de la historia y modulado el relato de las gentes del lugar. Su trabajo, centrado en la prospección arqueológica, ha sido complementado por la labor de historiadores, antropólogos y editores como Paco Macías, quien ha reunido los estudios de unos y otros en el libro Federación de Guerrillas de León-Galicia (Edicións Positivas), que arroja luz sobre «el yacimiento más importante de la guerrilla en Europa Occidental», según Miguel Riaño, jefe de producción de Metropolis.coop y director del documental Ciudad de la Selva.

No hay fantasía en su película y la admiración es contenida, pues no se propuso narrar la historia del legendario campamento guerrillero desde los retazos memorísticos —porque el recuerdo puede engrandecer, pero también deturpar—, ni tampoco a partir de la crónica negra y propagandística del franquismo —también necesitado de enemigos, cuanto más fieros y despiadados, mejor—, sino reconstruir, a partir de los hallazgos arqueológicos, la dimensión, geográfica y operativa, del enclave. «Una fotografía o una descripción no son suficientes: la Ciudad de la Selva solo se entiende cuando estás allí»

Anarquistas y comunistas, sindicalistas y milicianos, obreros y republicanos se atrincheran en el monte, cometen atracos, vengan a sus muertos y forjan la futura Federación de Guerrillas de León-Galicia, cuyos congresos —a excepción del fundacional, en Ferradillo (Bierzo)— tienen lugar en la Ciudad de la Selva, donde se fijan las bases ideológicas, económicas y militares de la organización. «Es el paso definitivo para que los huidos se conviertan en guerrilleros, en la vanguardia del viejo Ejército republicano que sigue sin ser derrotado», escribe Alejandro Rodríguez Gutiérrez en el libro editado por Positivas.

«Así nació un lugar mítico, el único donde se enarbolaba la bandera republicana durante el franquismo», recuerda el arqueólogo e historiador Xurxo Ayán. Además del grupo de Casaio, otros actúan en el Bierzo, la Cabrera, Os Ancares y la zona de Valdeorras, Viana y Trives. Entre los nombres propios, Manuel Girón, César Ríos o Marcelino Fernández Gafas, aunque algunos investigadores prefieren hablar de colectivo y no de individuos, quienes sin embargo perviven en el imaginario popular por diversas razones, como Bailarín…

https://www.publico.es/politica/ciudad-selva-gran-campamento-secreto-guerrilleros-antifranquistas.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t1;mm=mobile-big

Foto. Negativos en proceso de catalogación y digitalización.

-BNE, donde se guarda la imagen de la Guerra Civil.

La Biblioteca Nacional de España conserva el archivo visual más grande de la contienda, con más de 44.000 imágenes, y entre ellas se esconden fotógrafos decisivos en la recuperación de la memoria pendientes de investigar.

https://www.eldiario.es/sociedad/guarda-imagen-guerra-civil_1_10042173.html?goal=0_10e11ebad6-4b7a33eb18-64733153&mc_cid=4b7a33eb18&mc_eid=741781b133

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