Memoria histórica imprescindible:
-“Duce, duce, duce”: las películas fascistas que muestran la presencia italiana en las ciudades vascas durante la Guerra Civil.
La potente propaganda de la Italia de Mussolini grabó su paso por Vitoria, Irún, Bilbao o Donostia, lo que incluye la reunión con Franco del yerno del dictador, Galeazzo Ciano.
La Italia fascista de Benito Mussolini jugó, como la Alemania nazi de Adolf Hitler, un papel decisivo en favor de los sublevados durante la Guerra Civil. Primero los alemanes y luego los italianos instalaron en Vitoria sus respectivos estados mayores en apoyo a las tropas de Francisco Franco. Esta ciudad, que acogió también dos importantes ministerios del primer Gobierno ilegítimo, el de Justicia y el de Educación, fue el primer municipio de España en ser tomado por los franquistas el 19 de julio de 1936, cuando impusieron como alcalde a Rafael Santaolalla en sustitución del republicano Tomás Alfaro Fournier, nieto del fundador de la conocida empresa de naipes. Italia también ubicó en Donostia una activa sede diplomática -que jugó un papel crucial en las conversaciones con el PNV para la rendición de Santoña- y una subsede del denominado Ufficio Stampa e Propaganda (Oficina de Prensa y Propaganda), con base en Salamanca. Este organismo llegó a editar un periódico en Italiano desde Donostia, del que los archivos apenas conservan ejemplares, y acompañó al Corpo di Truppe Volontarie (CTV) en sus operaciones militares para recogerlas en fotografías y películas. El archivo del instituto LUCE (un equivalente al NO-DO en Italia) recoge decenas de películas grabadas por los fascistas en España y que se usaron para documentales y noticieros cinematográficos…
-Silencio del agua
Domingo Sixto Umpierrez Beltrán, se metió en un bidón de agua en la azotea de su casa de la calle Faro, en La Isleta, Las Palmas GC, cuando los falangistas armados tocaron en su puerta, su mujer Fefita Mederos Galván, les abrió y les dijo que había salido desde por la mañana a trabajar en las plataneras de Guanarteme y no había vuelto.
Uno de los falangistas sin mediar palabra la golpeó en la cara con la culata del fusil, para luego desnudarla entre todos como fieras enfermas de odio, destrozarle el vestido negro que llevaba de luto por su madre que había fallecido la semana anterior, para violarla allí mismo, mecánicamente, como si fuera lo habitual que hacían casa por casa, donde sistemáticamente ejercían esa metodología de la represión, ella gritaba, aullaba de dolor entre el desconcierto de los vecinos, mientras la abusaban en grupo:
-No salgas mi niño, yo ya estoy muerta- decía mirando hacia el cielo azul.
Los falanges rebuscaron por toda la casa menos en el deposito de agua, allí estaba Mingo «El perrero», como le llamaban en El Puerto, porque era criador de podencos canarios, respirando con una pequeña caña, sin escuchar nada en aquel silencio acuático que amortiguaba los gritos de su joven esposa, que fue violada hasta la muerte por más de treinta nazis uniformados de azul.
En el tonel estuvo tres días y tres noches sin salir, la suerte es que era agosto del 36 con temperaturas de más de treinta grados por una ola de calor con polvo sahariano, llegó a sentirse parte de aquel líquido protector, como si fuera un sargo de los que pescaba en La Puntilla, sabía que si salía sería detenido y asesinado de forma inmediata, el barrio estaba tomado por los militares y falangistas, en cada esquina hombres armados tras la voladura de la Casa del Pueblo con dinamita, temían una revuelta popular, pero no había movimiento ya habían asesinado en menos de una semana a más de doscientos hombres, todos miembros del Frente Popular: anarquistas, comunistas, socialistas, cristianos de izquierda, varios curas obreros, jóvenes y viejos, cualquiera que tuviera que ver directa o indirectamente con la destituida República.
Cuando el pobre Mingo salió del reducido habitáculo su piel estaba arrugada como la de un lagarto canarión, temblaba aunque hubiera tanto calor, era de noche, casi las tres de la mañana, notó algo extraño, como un silencio atronador, un vacío, como si la casa hubiera viajado a otro tiempo desconocido, desolador.
En el patio interior donde estaba plantado un drago de más de trescientos años estaba su mujer desnuda en el suelo, la barriga muy inflada, oliendo a descomposición, «muertita» como luego me relató cuarenta y cinco años después de aquel brutal escarnio.
La abrazó la besó, no le importaba su estado, la seguía amando más que a nada en el mundo, Fefi, tenía veinte años, se habían casado tres meses antes del 18 de julio del 36, le habían cortado los pechos, los tenían sobre una bandeja de las que usaban para colocar las truchas de cabello de ángel que ella preparaba en Navidades, los muslos llenos de sangre, la vagina y el ano cortados con navajas de afeitar.
Allí se quedó abrazado varios días, sin comer ni beber, sintiendo como el cuerpo de su amada volvía a la nada, a la tierra volcánica que un día de invierno la trajo al mundo.
Relato publicado en el libro de Francisco González, “Señales del alba” (2022).
Imagen: Falangistas armados en el Parque San Telmo, en 1936.
-Extorsiones y listas de control fascistas.
Cómo se financió el monumento a Franco y otras obras de exaltación del régimen en Tenerife.
El método utilizado, la “suscripción popular”, se practicaba a través del control ejercido por los órganos de gobierno militar y civil, que eran poseedores de la información sobre la ciudadanía.
Con extorsiones, presiones y con un alto grado de control. El monumento a Franco de Santa Cruz de Tenerife, que incumple tres leyes de memoria histórica, y otras obras de exaltación del régimen franquista realizadas en esa isla fueron financiadas por “suscripción popular”. Se trata de un método que en el Catálogo de Vestigios de Canarias se describe como la extorsión practicada a través del control ejercido por los órganos de gobierno militar y civil, que eran poseedores de la información sobre la ciudadanía. Así puede comprobarse en la documentación elaborada por el propio organismo de gestión, el Gobierno Civil de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife…
Ayer es hoy:
-La Iglesia obstaculiza la exhumación de cuatro republicanos asesinados en una aldea de A Coruña.
El arzobispado de Santiago alega que no quiere profanar las tumbas de otras personas enterradas en el mismo cementerio pese a las garantías que ofrece la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha denunciado que el Arzobispado de Santiago está frenando la exhumación de los restos de cuatro republicanos secuestrados y asesinados por los franquistas en septiembre de 1936. Sus cadáveres aparecieron poco después en la localidad de Santa María de Bértoa, en el municipio de Carballo (A Coruña), en cuyo cementerio, propiedad de la Iglesia Católica, fueron enterrados.
Se trata de Juan Boedo Pardo, de 28 años, vecino de San Cristobo das Viñas (A Coruña), gasista de profesión; Andrés Pinilla Fraga, de 52 años, conserje del Colegio Notarial de A Coruña; Pedro Pinilla Calvete, mecánico; y del pintor surrealista, ilustrador, librero y crítico de arte Francisco Miguel, una de las grandes figuras del arte gallego contemporáneo y a quien los fascistas amputaron las manos y desfiguraron el rostro antes de enterrarlo.
-Una jueza obvia la Ley de Memoria Democrática y archiva la querella por el asesinato del líder nacionalista Reboiras en 1975.
El líder nacionalista gallego fue asesinado de tres tiros por la espalda por la Policía franquista en 1975.
La magistrada obvia el artículo 2 de la nueva norma que obliga a interpretar los crímenes del franquismo en base al Derecho Internacional sobre delitos de lesa humanidad.
El recurso de la familia de Moncho Reboiras, líder de Unión do Pobo Galego (UPG), por el archivo de la querella por crímenes del franquismo ya ha llegado a la Audiencia Provincial de A Coruña. Esta querella es la primera que se archiva desde la entrada en vigor de la nueva Ley de Memoria Democrática, en octubre de 2022, y es una de las cuatro presentadas recientemente por la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA).
La jueza Ana González Lorenzo, titular del Juzgado de Instrucción 1 de Ferrol ha obviado los resquicios que la Ley de Memoria Democrática incorpora para poder investigar los crímenes del franquismo sin el infranqueable muro de la Ley de Amnistía de 1977 y de la prescripción, que es exactamente lo que ha argumentado la jueza para decretar el sobreseimiento de la querella por el asesinato del líder sindicalista en un contexto de crímenes de lesa humanidad.