Joan Rusiñol Soulere: Abogado burgués al servicio de la causa revolucionaria de los ‘Solidarios’ / Últimas cartas de los condenados a muerte por el fascismo / Guerrilla en Guadalajara / Exhumaciones a dos velocidades.

Noticia de época. Sobre asalto a banco de los «Solidarios».

Memoria histórica imprescindible:

-Joan Rusiñol Soulere: Un abogado burgués al servicio de la causa revolucionaria de los «Solidarios».

No es un caso aislado en la historia el hecho de que hombres y mujeres pertenecientes a la alta burguesía o la nobleza aristocrática tomen partido por la clase social que su propia clase combate y desprecia.

Joan Rusiñol Soulere fue uno de esos hombres. Era hijo de Alberto Rusiñol y Prats, un importante industrial textil que destacó por su carácter autoritario e intransigente frente a la cuestión sindical y que acumuló, en su persona, los más altos cargos económicos, políticos y las distinciones sociales más relevantes en Cataluña durante las primeras décadas del siglo XX.

En contraposición al prestigio social que su padre había adquirido por su labor como defensor vehemente de los intereses de la burguesía industrial catalana, Joan Rusiñol, como ilustre abogado que fue, puso todos sus conocimientos de derecho al servicio de la causa anarquista. Y lo hizo justo en el periodo más convulso de la historia de este país, cuando la violencia social se cobraba la vida de cientos de sindicalistas –entre ellos sus principales dirigentes– y no pocos empresarios, víctimas de una lucha de clases que alcanzó, con el enfrentamiento entre las bandas de pistoleros de la patronal y los grupos acción de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la categoría de una verdadera guerra social.

La vinculación de Joan Rusiñol con la CNT durante el largo periodo que recorre el final de los años del pistolerismo, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra Civil, pone de manifiesto su firme compromiso con esta organización, y sobre todo con el grupo de los «Solidarios». Un compromiso que no fue solo profesional, –nunca cobró por sus servicios– sino de un claro carácter político, tomado a pesar de los riesgos que comportaba para la propia integridad personal ser defensor de la causa cenetista. Una labor sobre la que pesaba las amenazas, los atentados sufridos y el asesinato de Francecs Layret.

De aquellos años de actividad como abogado de los «Solidarios», Joan Rusiñol entabló una profunda amistad con uno de los componentes más emblemáticos del grupo, Ricardo Sanz García. En los diferentes libros autobiográficos que Ricardo Sanz escribió, siempre aparece la figura de Joan Rusiñol, al que le dedica grandes elogios y un sincero reconocimiento por su trabajo desinteresado.

Posiblemente la singularidad del caso de Joan Rusiñol no resida en que se situara al lado de aquellos que con mayor fuerza combatieron todo lo que representaba el mundo burgués que personificaba la figura de su padre, si no por ser un caso prácticamente desconocido. Este trabajo trata de indagar sobre los aspectos más significativos de su biografía, los motivos que lo llevaron a vincularse al grupo de los «Solidarios», y los procesos en los que participó defendiendo a sus hombres de acción, incluido el propio Buenaventura Durruti.

Tras el golpe de estado de Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, el grupo de los «Solidarios» quedó completamente desarticulado. Gregorio Suberbiela y Manuel Campos fueron asesinados en Barcelona por la policía secreta. Durruti y Ascaso, que habían logrado fugarse de la cárcel de Zaragoza, logran pasar a Francia. Torres Escartín también se encuentra preso en dicha cárcel. Aurelio Fernández, tras pasar por varias prisiones, logra fugarse y también pasa a Francia, García Oliver, detenido y encarcelado en Manresa, fue juzgado y condenado a siete años de prisión que cumplió en el penal de Burgos. En Barcelona solo quedan sin estar sometidos a procesos Ricardo Sanz y Alfonso Miguel, que se pasan la mayor parte del tiempo detenidos como presos gobernativos…

https://serhistorico.net/2023/04/20/joan-rusinol-soulere-un-abogado-burgues-al-servicio-de-la-causa-revolucionaria-de-los-solidarios-1a-parte/

Carta de despedida de Julita Conesa.

-Letras postreras. Últimas palabras de los condenados a muerte por el franquismo.

Tengo en mi pensamiento las ideas más tristes

que pueda tener persona en el mundo,

solamente en pensar que de un momento a otro

puedo ser pasado por las armas

Rufino Marín, Cárcel de Arnedo (Logroño), 30-8-1936.

…en ese preguntar por el franquismo debí hablarle de mi bisabuelo y de la socialización política en mi familia materna. El problema no era solo el franquismo sino la Memoria Democrática. Una de mis primeras lecciones sobre historia fue la tragedia y las cartas postreras de Máximo Blanco, un niño de la inclusa de Astorga: mi bisabuelo materno. Máximo fue peluquero y fue asesinado por las autoridades rebeldes en Ponferrada debido a su militancia e ideas socialistas y a permanecer fiel a la República.

Años después, en el acto de lectura de mi tesis doctoral, recuperé esas cartas y muy especialmente unas frases finales en las que Máximo vindicaba: “No quiero bajo ningún pretexto que se me aplique misa alguna, ni oraciones, pero sí recuerdos para mi memoria”. A lo que añadía “Si os dejan, y tenéis valor, id al Cementerio por si podéis saber dónde me entierran para que podáis visitar mi tumba alguna vez. No te preocupes del luto exterior”. Frases que bien podrían estar garabateadas a lápiz en cualquiera de esas letras postreras que los condenados a muerte escribieron a sus familiares o bien estar grabadas a cincel en cualquier monolito dado que dan sentido tanto a la lectura de una tesis doctoral como a la publicación de un libro como el recientemente compilado por el colectivo Memoria y Libertad o como el recuperado y escrito por Jesús Vicente Aguirre en La Rioja. Tal y como ha mostrado Paloma Aguilar la memoria de los “desaparecidos” ha sido cultivada en privado por sus familiares y, dado lo irresuelto del problema de la memoria y las fosas en este país, muchas de las iniciativas relacionadas con ésta ha sido llevada a cabo por familiares de segunda o tercera generación. La implicación de éstos ha sido muy fuerte siendo al tiempo un motivo de miedo pero también de profundo orgullo.

Como historiadores debemos diferenciar la emotividad y la carga afectiva contenidas en esas cartas postreras –o en las fotografías, o en otros de esos objetos personales, reliquias, conservados– de la información y lectura historiográfica que se puede hacer de las mismas. Verónica Sierra Blas nos propuso en su Cartas Presas un esquema o marco que suele vertebrar y dar sentido a las cartas de los condenados a muerte. Según la experta en escritura popular estas misivas comenzarían, por norma general, con la noticia de la sentencia de muerte y de la inminente ejecución. Un ejemplo es el de unas letras dirigidas por un reo a su esposa Raimunda «Me apena mucho escribirte esta carta pero no tengo más remedio. Dentro de unos instantes, seguramente de unas horas, terminará todo». Otro ejemplo es el de Humberto Alonso quien, desde la Cárcel de El Coto (Gijón, Asturias), decía a su mujer e hijo: «El destino me separa de vosotros, me elimina de la vida; lo afronto con entereza».

El siguiente paso, en ese tour de force que es la escritura postrera, suele ser el de consolar a los destinatarios. Los reos muestran entonces una actitud serena para tratar de tranquilizar a sus familiares y amigos. Emiliano León Matute de Aldeanueva de Ebro (La Rioja) incluso lo hacía en verso:

«Ya que personalmente

no os puedo saludar

os recomiendo en mi nombre

paciencia y serenidad»

Esa tranquilidad que quieren trasladar y que no es, sino, muestra de valentía les lleva a la siguiente etapa que es la de la proclamación de la inocencia, la denuncia de las injusticias cometidas por las autoridades. Así es como debemos entender las palabras de Joan Curto a su mujer desde la Cárcel de Pilatos (Tarragona): «No me arrepiento de mi vida, ni de cómo pensé, ni de cómo sentí, ni de cómo obré. Mis hijas pueden levantar la cabeza con orgullo»; o las de mi propio bisabuelo cuando explicaba:

«A todos, unos y otros, os da el último adiós este condenado a muerte por los Asesinos que con el nombre de su Dios asesinan vilmente a los verdaderos inocentes creyendo así salvar a su España que pronto perderán. Mi sangre y la de todos mis compañeros asesinados aquí y fuera de aquí servirá para que en ella se ahoguen todos ellos».

Las cartas tienen, al mismo tiempo, la función de confirmar las ideas propias y la virtualidad de servir como justificación del óbito. Como indica Verónica Sierra éste se produce por un ideal superior: el triunfo de la clase trabajadora –según Máximo– la libertad, la patria, la justicia, el orden legítimamente establecido… Eugenio Pérez Carralero, lo sintetizaba explicándoselo, en julio de 1943, a su esposa. Le indicaba: «Tú piensa que yo no he hecho sino dar mi vida por un ideal, como la han dado y la darán tantos otros»

Dado que han muerto por una causa justa y que han sido asesinados de manera indigna, los reos no podían hacer otra cosa que pedir memoria. El «que mi nombre no se borre en la historia» que escribió Julita Conesa el fatídico 5 de agosto de 1939. La petición que dirigía Román Velarde a su mujer y sus hijos: «solo os pido que todos los años, en este día, tengáis un recuerdo para este padre y compañero que morirá pensando en vosotros […] es mi deseo que no se borre de tu corazón mi recuerdo» o el ruego encarecido de Encarnita Magaña a sus amigas Anita y Peligros, que tan presente tuvo Petra Álvarez: «me marcho tranquila de que vosotras me recordareis y en vuestras oraciones no me olvidareis. Os lo pide la que tan falta de comprensión se aleja de vosotras, y que no desoiréis el ruego encarecido de que ¡no me olvidéis!».

«Sin más, muchos besos y abrazos. Y para ti te envío un millón de besos y abrazos, los últimos de mi vida. Adiós, por última vez de mi vida. Adiós, Cionina mía de mi corazón. Adiós, hasta la eternidad»…

https://conversacionsobrehistoria.info/2023/04/21/letras-postreras-ultimas-palabras-de-los-condenados-a-muerte-por-el-franquismo/

Foto. A la derecha, abajo, Escolástico, guerrillero desaparecido.

-La desconocida historia guerrillera durante la contienda civil en Guadalajara: “El Alto Tajo está lleno de fosas”.

El escritor Alan Herchhoren ha iniciado una investigación a partir del testimonio de su propia abuela que sufrió la represión franquista, cuyo hermano participó en la guerrilla.

El escritor Alan Herchhoren lo tenía muy claro cuando inició su investigación sobre la historia de la lucha guerrillera durante la guerra civil en la provincia de Guadalajara. Había que contarlo. Lo que se pudiese. Y empezó su trabajo en casa, con su abuela, cuyo hermano, Manuel Merodio, participó en estos escuadrones dispersos en los montes durante la guerra civil española.

“No se trata sólo de los efectos de la guerrilla, sino también de la represión cuyos efectos siguen viéndose a día de hoy. Son personas que se lucraron con la represión, su situación económica y social fue totalmente diferente antes y después de la guerra”.

Los guerrilleros, entre los que se encontraba el hermano de la abuela de Alan, por ejemplo, fueron entrenados por las Brigadas Internacionales y también por militares soviéticos que llegaron a varios puntos de la provincia de Guadalajara, como Cifuentes, Trillo o Canredondo. La guerrilla que ha estudiado Herchhoren es uno de los “pocos” ejemplos conocidos de lucha clandestina durante el conflicto bélico. La mayor parte comenzó al finalizar la contienda, en abril de 1939. La investigación incluye también las memorias de Lino Muela Román, llamadas ‘Historia de un muerto resucitado’. Cuenta la experiencia del guerrillero en primera presona, gracias a los diarios que escribió durante su tiempo en la lucha clandestina.

*“En todos los pueblos hay muertos en los montes”

“Hubo sindicalistas del campo que se convirtieron en guerrilleros antifascistas que, a día de hoy, siguen enterrados en fosas comunes y cunetas. Todo el Alto Tajo, toda la comarca, está llena de fosas comunes sin identificar y esta realidad sigue en los pueblos, porque en todos hay muertos en los montes. Fueron personas entrenadas por instructores internacionales que tras la guerra civil llegaron a tener trayectorias militares increíbles”

Todo el frente del Alto Tajo, explica en el libro, estuvo “cubierto” por las distintas compañías guerrilleras, que llegaban incluso hasta Cuenca. “El Alto Mando republicano no dudó en aprovechar el conocimiento de sus guerrilleros y lo abrupto del terreno”, resalta la investigación.

Pero para Herchhoren la importancia de su trabajo recae no sólo en conocer la guerrilla, sino también en la represión que sufrieron estas personas y que los responsables de los castigos asegura, llegaron a ocupar con posterioridad cargos, entre otros, en la Audiencia Nacional o en el Tribunal Constitucional.

Cita el caso de Raimundo Ochaíta Bachiller, al que llamaban ‘El pollero’, por el uso que hacía de la bayoneta con sus víctimas. “Esta persona tuvo el reconocimiento de toda la élite de Guadalajara. Su nombre era conocido desde la ciudad hasta Barcelona”, explica. “Me llegaron a contar que este señor iba, ya en democracia, vestido de falangista, arrancando los carteles de Izquierda Unida”.

Ochaíta Bachiller, que era juez de paz, formaba parte de la llamada ‘Guerrilla de Cobeta’, una suerte de ‘contrapartida’ a las guerrillas antifascistas, junto al médico Eugenio Peña. El testimonio recogido de Lino Muela, señala que muchas personas involucradas en las guerrillas decidieron volver a sus casas, donde eran luego detenidos y llevados a los cuarteles de las localidades de Maranchón y Cobeta.

“Contra cualquier tipo de resistencia. La idea era eliminar cualquier apoyo a cualquier disidencia. Tenemos el caso concreto de un sindicalista de Lebrancón, un pueblo en la comarca de Molina, que cuando acabó la guerra y volvió al pueblo fue detenido y desmembrado. La familia nunca más supo de él”, concluye el investigador. Su nombre era Cesáreo Martínez y fue identificado por la Guardia Civil tras la guerra.

https://www.eldiario.es/castilla-la-mancha/social/desconocida-historia-guerrillera-durante-contienda-civil-guadalajara-alto-tajo-lleno-fosas_1_10130287.html

Cuadro. J.A. Primo de Rivera.

Ayer es hoy:

-Exhumaciones a dos velocidades: seis meses para sacar a Primo de Rivera mientras las víctimas siguen esperando.

El traslado de los restos del fundador de la Falange es acogido “con gran desesperación” por algunos activistas memorialistas, que continúan a la espera de que se realicen las primeras exhumaciones de represaliados enterrados en Cuelgamuros.

Han bastado seis meses para que los restos de José Antonio Primo de Rivera salgan del Valle de Cuelgamuros, después de que sus familiares iniciasen los trámites en octubre. El 24 de abril los herederos del fundador de la Falange enterraron al político ya fuera de la basílica, mientras los descendientes de represaliados durante la Guerra Civil y sepultados en el Valle llevan años solicitando ese mismo derecho.

Mientras tanto, el abogado Eduardo Ranz consiguió en marzo de 2016 una sentencia judicial que avalaba la salida de los hermanos Lapeña para darles “digna sepultura”. Los Lapeña, dos afiliados a la CNT asesinados, fueron enterrados en Cuelgamuros tras ser fusilados en Calatayud. Su familia lleva siete años esperando a que se exhumen sus restos, a pesar de contar con un aval judicial.

Los restos de casi 34.000 personas se encuentran en las criptas de las ocho capillas de la basílica. De esta forma, Cuelgamuros continúa siendo la mayor fosa común de España. Ranz considera que las exhumaciones de Primo de Rivera, Gonzalo Queipo de Llano y Francisco Franco “genera una discriminación” en comparación con las familias de los represaliados que continúan en Cuelgamuros. “Falla el enfoque, que debe ser el de las víctimas y no el de los políticos”.

https://www.eldiario.es/sociedad/exhumaciones-velocidades-seis-meses-sacar-primo-rivera-victimas-siguen-esperando_1_10138353.html?goal=0_10e11ebad6-797b8d3331-64733153&mc_cid=797b8d3331&mc_eid=741781b133

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