Recuperando documentos hechos en prisión:
-José María Sánchez Casas
Preso político de los GRAPO. Cárcel de Soria.
Texto para micro-obra de teatro y cómic.
*EL PENAL MILITAR s/f
(Ruido de mar embravecido, de tormenta y lluvia)
VOZ.- La mesa negra del Castillo de Santa Catalina se recortaba sobre un cielo plomizo, el mar a su alrededor lo combatía con impresionantes olas. Allí estaban encarcelados objetores de conciencia y soldados que habían cometido el terrible delito de no comprender alguna absurda orden de un alcohólico y cruel militarote.
JOVEN. Yo también estuve encerrado entre esos muros. Mi delito fue el de revolverme cuando un teniente intentó pegarme una bofetada porque no llevaba la guerrera abotonada. Fue en el comedor, delante de todos mis compañeros. Aquel individuo era una mala bestia, se abalanzó sobre mí y me largó un manotazo, yo lo esquivé y le hice frente. Vi el estupor reflejado en sus ojos. No podía ni quería creerse que un pobre soldadito fuera capaz de hacerle semejante cosa y se acobardó. Chillaba como una rata.
VOZ DE MILITAR.- ¡¡Está loco!! ¡Tiene ojos de asesino, miradlo, me quiere matar! ¡me quiere matar!
JOVEN.- He llevaron a las oficinas del cuartel y me dejaron solo. Al poco apareció un cabo primera que me dijo que si estaba dispuesto a pedirle perdón al teniente todo sería olvidado. Al parecer el valentón del oficialito estaba a punto de jubilarse y el que un soldado se le hubiera subido a las barbas, suponía una mancha en su expediente y, lo que era peor, la pérdida de algún dinero en su jubilación.
JOVEN.- ¡Que se vaya a la mierda y le pida perdón su padre!
CABO 1º.- Te va a caer gorda chaval. Por lo menos te espera un año en un batallón disciplinario o en un penal militar. Con que ve pensándote lo con tiento, porque a un tipo que ha pegado a un oficial no le espera nada bueno. Y ahora preséntate en el cuerpo de guardia.
JOVEN.- De eso nada. Que vengan a por mí si quieren.
JOVEN.- A los pocos minutos se presentaron cinco guardias con el cetme apuntándome a la barriga y me llevaron a los calabozos. Ahora resultaba que era yo el que le había atizado al teniente. Así me tiré dos meses, encerrado y tratado a baquetazos por aquellos bestias de militarotes. Después me trajeron a este penal, me encerraron en una celda que estaba bajo el nivel del mar y que rezumaba agua por los cuatro costados. Así tenía que estar durante un año. Un buen día sucedió algo terrible. Eran las dos de la madrugada.
VOZ.- ¡Alto. Alto! (Ruido de carreras) ¡Alguien se fuga!
VOZ SARGENTO.- ¡Dispara imbécil, dispárale o te vuelo la tapa de los sesos!
VOZ.- … Pero, yo…
VOZ SARGENTO.- Dispara, cabrón, disparaleeééé!!!
(Se oye una ráfaga, luego un grito y la caída de un cuerpo al agua)
JOVEN. Más tarde me enteré de lo que había ocurrido. Otro preso como yo, había intentado una fuga desesperada incapaz de seguir soportando el cruel trato que nos daban. Una noche había conseguido arrancar los barrotes del ventanuco y se había lanzado corriendo como un loco por los muros almenados del castillo, dando traspiés, huyendo de la negrura y la sordidez en busca de la libertad. Huía con la boca abierta tragando puñados de aire libre. Un sargento se dio cuenta de la fuga y zarandeaba al soldado de guardia para que le disparase. Aquel pobre soldado temblaba de miedo y no se atrevía a obedecer la orden pero el sargento lo amenazó, le gritó, casi le colocó el cetme en sus manos y apretó el gatillo. Cuentan que el soldado no apuntó, sus ojos llenos de pánico miraban al sesgo la carátula iracunda del sargento. Casi ni supo cuando apretó el gatillo y salió la ráfaga fatal, que siguiendo por trayectoria los gritos del militar ansioso de muerte, encontró la carne joven, la taladró a mordisco y le reventó el corazón.
(Música)
JOVEN.- Cuentan que el soldado que apretó el gatillo nunca volvió a ser el mismo. Pesadillas donde se entremezclaban gritos taladrantes de ¡Dispárale, dispárale! junto con la visión de unos ojos dilatados por el asombro y unas manos que buscaban eternamente donde asirse mientras caía sin descanso en el vacío, le torturaban todas las noches. A los pocos meses y ante el estado en que estaba, lo licenciaron. Quince días después de que ocurriera esto, aparecía su cuerpo colgado de una viga en su pobre habitación. El sargento se había cobrado dos vidas. (Música)
JOVEN.- Durante el tiempo de campamento fui testigo de muchas crueldades totalmente gratuitas; allí aprendí a odiar a esa maldita casta. Un buen día y durante una clase teórica, un pobre chavalín de poca edad, ya que era voluntario, se quedaba dormido y daba cabezadas durante la charla que un maldito teniente nos estaba dando; cuando éste se dio cuenta, obligó al chaval a meterse una gruesa piedra en la boca para que se mantuviera despierto. Al poco tiempo la devolvió, arrojando a la vez todo el rancho que había comido. La crueldad del teniente llegó hasta el límite cuenda indicó al chaval que recogiera la piedra y se la volviera a meter en la boca; como éste antes, hiciera un gesto de ir a limpiarla, el teniente le dijo con una voz llena de cinismo:
TENIENTE. No hijo, no. No la limpies. Así podrás aprovechar algo de lo que has tirado.
JOVEN.- Apreté los puños hasta clavarme las uñas en las palmas de las manos de rabia, de impotencia, de odio hacia aquel militarote y hacia todos los militarotes del mundo. Un buen día, cuando fuimos al tiro, pude guardarme una bala de cetme. Durante todo el tiempo de campamento la tuve guardada en la cartuchera, aguardando; aquella bala me daba fuerza y confianza, sabría lo que tendría que hacer con ella llegado el caso. Puede parecer ridículo pero me sentía mejor sintiéndola allí, latiendo dentro del cuero negro.
Me han hecho mucho daño. He sentido en mis propias carnes lo que es ser un pelele en manos de un ser cruel y absurdo que imparte órdenes que no comprendes, te zarandea y te castiga e intenta en todo momento que tengas presente que estás en sus manos y puede hacer lo que le dé la gana contigo. Nunca sentí tan claramente lo que es el absurdo.
(Música)
VOZ.- Las olas siguen abatiéndose sobre la negra mole granítica. El cielo se ha vuelto más negro y la tormenta arrecia. Hay una especie de confabulación en los elementos que parecen se quieren tragar a porfía el maldito penal militar. Una sombra con gorra y capote se perfila entre las almenas. Un rayo rasga las tinieblas y recorre zigzagueante el firmamento iluminando con una luz verdosa la escena.
(Se oye un fuerte trueno)
(Música)
*El diálogo de las torturas. 1988
En 13 viñetas
En el fanzine Base Zero.
Doctor M.
- ¡¡Habla cabroón!! ¿No querían democracia? Tortura a golpes
- ¡Este hijoputa es mudo!
- Vamos a darte el «servicio completo» A ver si sigue mudito.
- Conste que en España no se tortura, SE DIALOGA con el detenido. Y además -¡coño!- que no es lo mismo la tortura fascista que la democratica-parlamentaria y chachi. ¡¡Agradecidos teníais que estar, so desgraciaos!! «El autor» (por si las moscas)
- Tortura de la bañera
- Así… un cablecito en el pito y el otro en la lengua…
- AGGRR!! Tortura de electrodos
- … y el diálogo continuaba. Tortura de calor extremo
- Perdió el conocimiento varias veces.
- Estos tíos es que no aguantan ná, masho. A éste le vamos a tener que dar cuchichi, por mamón
- Tranquilo hijo, soy médico. ¡Qué bárbaros, como te han puesto!! Vaaamos ten confianza, ya pasó todo.
- ¿A ver… a ver…? Bien, bien ¡Ay, hijo, menos mal que eres joven y fuerte… iqué bestias! No sé como tienen corazón para hacer estas cosas. *Gracias doctor
- ¡Podéis continuar sin problemas mushashos. Este tipejo aguanta todavía una nueva tanda!
- ¡¡…Pero…!! El torturado.
-Dibujo de Sánchez Casas. Revista Área Crítica.
El juez ante el torturado: …¡Y yo pregunto: ¿Qué pruebas puede aportar el acusado de que la declaración se le sacó bajo torturas?