Memoria histórica imprescindible:
-Y María cogió su fusil: las más de 5.200 milicianas que marcharon al frente para defender la República.
El proyecto ‘Mujeres en Guerra’ recupera la memoria de estas 5.224 combatientes, algunas de las cuales llegaron incluso a ser tenientes o capitanas.
“No todas se limitaron a ser enfermeras durante la guerra como se ha querido hacer creer”.
El proyecto Mujeres en Guerra –liderado por el historiador Gonzalo Berger– rescata ahora la memoria de las que lucharon en la Guerra Civil española y cuya historia ha sido silenciada durante décadas. Una investigación que ya ha recuperado 5.224 nombres; entre ellos, los de 148 milicianas que participaron en la Batalla de Mallorca.
Esta especie de arqueología de la memoria histórica comenzó en 2015. Para entonces, Berger estaba inmerso en la escritura de la que sería su tesis doctoral, Les milícies antifeixistes de Catalunya. Pero cada vez que su investigación daba un paso, no dejaba de encontrar más y más nombres femeninos formando parte de esas milicias. “Pese a que nunca se reivindicó su figura y los referentes siempre fueron masculinos”, destaca. Para cuando su tesis vio la luz ya en 2017, había conseguido documentar la presencia de 500 milicianas.
Pronto se dio cuenta de que aquello era solo el principio. Su trabajo se orientó entonces a rescatar precisamente a esas mujeres de las que nadie –y mucho menos los libros de texto– había hablado. Una misión que inició con la escritora y cineasta Tània Balló y que ya ha fructificado en dos estudios: Les combatents y Milicianas. El último paso ha sido la creación de un museo virtual –con el apoyo de la Dirección General de Memoria Histórica del Gobierno español– bautizado como Mujeres en guerra, en el que vuelcan unos resultados que no dejan de crecer: su lista de mujeres documentadas ya va por los 5.224 nombres.
*Rompiendo el mito de la miliciana
“En la historiografía previa se habían construido mitos sobre que la mayoría de estas combatientes eran anarquistas, prostitutas, que eran muy jóvenes o que simplemente habían acabado en la guerra siguiendo a sus novios y maridos”, señala Berger. Los datos recabados hasta el momento desmontan esos estereotipos: apenas el 30% estaban dentro del anarquismo –había comunistas, socialistas, libertarias, etc.–, había mujeres casadas pero también solteras y viudas, y un 70% tenían entre 21 y 30 años. “Es la misma media de edad que existió entre los hombres, lo cual también acaba con la creencia de que no tenían una idea política clara o de que no participaron como una decisión voluntaria y personal”.
Ni sus profesiones ni su origen fueron tampoco comunes sino que, asegura, existió un perfil “muy transversal”: entre las milicianas hubo camareras, modistas, cigarreras y amas de casa; pero también médicos, funcionarias y periodistas. “Tampoco todas se limitaron a ser enfermeras durante la guerra como se ha querido hacer creer. Hubo mujeres que llegaron a ser tenientes o incluso capitanas, como la valenciana Encarnación Hernández”.
Madrid y Barcelona se convirtieron en los dos “grandes centros de reclutamiento” que formaron parte de la “defensa firme de la República”. En la capital acabaron todas aquellas mujeres que decidieron ir al frente y que procedían de Andalucía, Castilla y Extremadura. En Barcelona se reunieron no sólo las procedentes de toda Catalunya, sino también de Aragón y Balears.
-El cacique canario Eufemiano Fuentes Díaz.
«(…) En La Favorita el olor a tabaco estaba impregnado en cada rincón de la fábrica, Eufemiano llegaba siempre muy temprano, vestido de blanco, se fumaba un Virginio y después de tomar un café con unas gotas de Cognac subía a su despacho, donde tras la enorme cristalera nos veía a todas trabajando, se pasaba horas mirándonos, vigilándonos con atención en silencio, no hacía nada más, varias veces en semana llamaba a uno de sus encargados, el vecino de Las Meleginas Antonio Camacho, más conocido como «El pistolas», al que encargaba que le trajera más «carne de mujer». Nos elegía entre más de trescientas que trabajábamos día y noche por turnos de más de doce horas sin parar en la industria tabaquera del cacique fascista de Santa Brígida.
«El pistolas» te tocaba el hombro y con su voz ronca de fumador empedernido, de consumidor habitual de ron de La Aldea, te decía:
-El amo quiere verte esta noche, a las ocho va el coche a buscarte a tu casa.
Si te negabas te amenazaban con asesinar y desaparecer a los hombres de tu familia, a tu padre, a tus hermanos, a tus hijos.
Recuerdo que Eufemiano era muy violento, te obligaba a ponerte ropas de su mujer, zagalejos rojos con mucho escote, todo tipo de ropa interior que había comprado en Francia, también le gustaba pegarnos, disfrutaba con nuestro dolor, con nuestra dominación. No teníamos salida, el derecho de pernada económico, la posible perdida de nuestros trabajos, la desaparición de nuestros familiares nos obligaba a no poder negarnos, porque si lo hacías ese mismo día iba la Guardia Civil a tu casa a llevarse para siempre a tus seres queridos.
Varias compañeras no volvieron jamás de su chalé de Santa Brigida, todas pensábamos que las asesinaba, ordenando tirarlas en alguno de los pozos de la zona centro de la isla de Gran Canaria.
A mí me rompió varias vertebras y la muñeca cuando me golpeaba con las porras de madera de sus guardias.
Cuando terminaba de violarnos, de hacernos de todo, nos recogía el coche de «El pistolas», en silencio nos llevaba a nuestras casas, nunca nos dejaba en la puerta, sino en la entrada del pago donde vivíamos, allí nos esperaba de madrugada nuestra familia consciente de que si llegábamos vivas, vendríamos destrozadas por los abusos de aquel monstruo…»
Fragmento de la entrevista a Paqui Fleitas Mederos en abril de 1977 en su casa de los LLanos de María Rivera (Gran Canaria).
-La Guardia Mora.
«(…) Cuando la Guardia Mora entró en el pueblo comenzó a degollar a todos los hombres y niños, a las mujeres y a las niñas nos encerraron en la casa del cura, eramos unas treinta, nos custodiaba un hombre negro con tatuajes de la Legión en los brazos, apenas hablaba castellano, con una especie de machete doblado nos arrinconó y cuando Matilde Pozas intentó dialogar para que le diera agua a su niña le arrancó la mano izquierda de un machetazo. Afuera se escuchaban los gritos de nuestros padres, hermanos, maridos e hijos, lo veíamos por una pequeña ventana, en fila los iban asesinando entre las risas de los mandos del ejército español y los jefes falangistas, que disfrutaban del «espectáculo» sentados junto a la escalera de la pequeña plaza de toros. La sangre corría por las cuestas de Alfareque, era como un manantial de agua roja, olía a carne destrozada, las cabezas rodaban hasta el riachuelo que estaba detrás de la casa del cura. El sacerdote también contemplaba los crímenes con gesto sonriente, jamás lo entendí, ya que días antes daba la comunión a muchos de los asesinados.
Más tarde los moros saquearon la bodega de la cooperativa agrícola de la CNT, sacaron las barricas de vino tinto a la calle, entre gritos de ¡Alá es grande! saciaban su sed de sangre, preparados para sacarnos a la plaza y comenzar la violación múltiple. Yo tenía solo diecinueve años, nunca había estado con un hombre más allá de unos besos furtivos en el cine de los viernes noche. Les pedimos, les rogamos por las niñas, pero fue inútil, ellas fueron las primeras en pasar por aquellas bestias y su deseo criminal, varias murieron desangradas, con las entrañas desgarradas. Jamás había visto algo tan terrible, cada noche tengo el mismo sueño, como si para siempre me hubiera quedado atrapada en aquellos tres días terribles, eternos, innombrables, que solo te he contado a ti con tanto detalle, tal vez me sirva para borrar tanto dolor, aunque jamás pueda perdonar a los criminales…»
Fragmento de la entrevista a Lucía Alcaide Quiroz en La Laguna, isla de Tenerife en mayo de 1979, unos meses antes de fallecer esta gran mujer nacida en una aldea de Sanlúcar de Barrameda.
Recogidos del libro de Francisco González Tejera, «Oráculo del olvido», que completa la trilogía «Crónica del genocidio fascista isleño», junto a «Tormenta en la memoria» y «Semilla de memoria».
Fascismo. Ayer es hoy:
-Los Franco venden otra empresa de parkings en Madrid y jubilan a la ‘nietísima’ del dictador
Se desprenden de un parking en Ríos Rosas 47.
Los descendientes del dictador Francisco Franco siguen haciendo caja con su importante patrimonio inmobiliario. Ahora le ha tocado el turno a una empresa que es propietaria de un parking en el madrileño barrio de Chamberí. En paralelo, Carmen Martínez-Bordiú, la nieta mayor del dictador, ha cesado del único puesto que le quedaba como administradora de empresas de la familia.
La venta de esa empresa, dueña de ese parking, ya figura en el Registro Mercantil. El 18 de mayo se inscribió el cese de, entre otros, el propio Jaime Felipe Martínez-Bordiú como presidente y consejero delegado de Proalrevisa.
En el consejo de administración de esta empresa estaba otro habitual en las empresas de los Franco desde hace décadas, Javier Arenas Miralles. Y también participaba, como accionista, Sarey Investments, sociedad de una rama de los Reyzábal, los Saralegui Reyzábal.
Esta familia hizo una enorme fortuna durante el franquismo con los cines, las salas de fiesta y los inmuebles en Madrid. Entre ellos, el desaparecido edificio Windsor
Otros Franco pelotazos:
Los Franco, dueños de centenares de propiedades…
Los Franco hacen caja con un hotel de lujo en Madrid tras lograr el aval del Estado a sus deudas…
Y así con todo. 1939-2023.