Falangistas a caballo, 9 trabajadores fusilados / Libro ‘Las cartas de la memoria’, condenados a muerte, sus palabras / Alfonso Paso, dramaturgo falangista, y su hija rebelde / Los fascistas de MCE, 20 actos en 1 año.

Foto. Teodosio Román de la Cruz.

Memoria histórica imprescindible:

-Retrato de un fusilamiento: falangistas a caballo, una corbata roja y nueve republicanos desaparecidos.

Apenas un mes después de la sublevación militar, y reducida a escombros la Casa del Pueblo, nueve trabajadores fueron fusilados y otros muchos encarcelados en Antigüedad (Palencia).

Aún cuesta recomponer esta historia y más duele hacer memoria. Uno de ellos era mi bisabuelo.

Darse de cabezadas contra un muro. Una “minoría dominante” ha tratado de hacer desaparecer todo un cacho de mundo, en una céntrica calle de un pueblo, durante más de 40 años —ya para cumplir 50—. Tratar de eliminar del planeta lo que fue la Casa del Pueblo, siquiera un milímetro cuadrado de tierra, donde unos y otros defendieron su vida, pero se la arrancaron, es como empotrar la cabeza contra un muro para tirar el muro. Imposible. Imposible, porque aún quedan voces bajo los pies. Aquí nadie podrá dormir hasta que regresen.

Pues sí, lo han intentado a cabezazos. Que nadie piense, que nadie hable. Pero se los llevaron, lejos, tan lejos, tan lejos, que solo volvieron tras 85 años, después de un viaje de 12 kilómetros de ida y toda una vida de vuelta. Tratar de hacer que el tiempo corra y nadie recuerde que se los llevaron de Antigüedad de Cerrato, villa palentina rodeada de trigales y burros, donde ahora planea, rígido, un avión de combate F4 Phantom que homenajea a los pilotos que tuvieron allí su cuna. Se los llevaron y los fusilaron. A Teodosio Román de la Cruz, a Basilio y Cecilio Aita Rayaces, a Antonio Bande López, a Julio Barcenilla Barcia, a Aurelio Benito Clavero, a Máximo Lázaro González, a Ubaldo Ortega Llorente. En 1938, Jacinto Gil González murió encarcelado por una bronconeumonía en una mugrienta celda donde permanecía, según su hijo, secuestrado; Marcelino Fuente Lora falleció en una explosión mientras hacía trabajos forzados por el Régimen —pensó que descargar artillería facilitaría su liberación—. A casi todos ellos, republicanos, les condenaron por haber pisado la Casa del Pueblo.

Quisieron que no se hablase de ella, por eso la quemaron. Y ni así: harían falta burros con cabezas más grandes, cancerberos de no tres, sino ocho cabezas, más fascistas, señores de negro y sotana más traidores, chivatos y cobardes. No pudieron con el recuerdo indeleble de los que pudieron preguntar. Teodosio era el presidente de la Casa del Pueblo, que ardió. Y mi madre su nieta. Y mi abuelo era un niño, pero terminó sabiéndolo todo. Sabiéndolo y callándolo todo. Y cuando alguien preguntó (siempre hay alguien que lo hace), el recuerdo quedó recordado con la más pegajosa de las sustancias: la que pasa de la tristeza a la rabia contenida y termina en la mella que llevaremos siempre…

https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/retrato-fusilamiento-falangistas-caballo-corbata-roja-republicanos-desaparecidos

Carta de Eugenio Pérez Carralero.

-Las cartas de despedida de los ‘rojos’ fusilados por Franco: “Me quedan dos horas escasas. ¡Adiós, hijos míos!”

El libro ‘Las cartas de la memoria’ recopila las últimas palabras que los represaliados enviaron desde las cárceles a sus seres queridos antes de ser asesinados y las respuestas que décadas después les han escrito sus descendientes.

Sabían que la muerte les alcanzaría en las siguientes horas. Habían sido condenados a la pena máxima por los tribunales franquistas en la España en la que el objetivo de aniquilar al enemigo rojo engrosó por miles las listas de republicanos ejecutados. En la oscuridad y soledad de la prisión, poco antes de ser dirigidos al pelotón de fusilamiento, quisieron dedicar sus últimas palabras a sus padres, parejas, hijos, hermanos y amigos. Sabiendo que nunca volverían a verlos, usaron sus últimos instantes de vida para despedirse de quienes más querían.

Las conmovedoras cartas que escribieron han sido custodiadas como tesoros por sus familiares, especialmente las mujeres. Pasaron de unas a otros, que las guardaron con mimo a través del tiempo, y se convirtieron en catalizadores de la memoria de los ausentes. Un lugar al que volver para recordar y reivindicar a los desaparecidos, a los que el régimen no permitía homenajear ni enterrar con dignidad. En 2009, familias de represaliados del colectivo Memoria y Libertad comenzaron a escribir las respuestas a esas cartas que no pudieron darles en vida. La iniciativa va camino de convertirse en un libro (Las cartas de la memoria) que ya cuenta con edición digital y espera su publicación en papel este octubre.

Dentro de unos instantes, seguramente dentro de unas horas, terminará todo. Tú piensa que yo no he hecho sino dar mi vida por un ideal, como la han dado y la darán tantos otros”, le escribió Eugenio Pérez Carralero a su esposa Raimunda poco antes de ser fusilado, en julio de 1943. Su nieto Juan Carlos le responde: “He leído, releído y vuelto a leer tus cartas. Ya casi me las sé de memoria. Reconozco que desde que las tengo en mi poder no sé si soy mejor persona o no, pero te ayudan a darte cuenta que si tienes un ideal hay que luchar por él”.

https://www.eldiario.es/sociedad/cartas-despedida-rojos-fusilados-franco-quedan-horas-escasas-adios-hijos_1_10541977.html?goal=0_10e11ebad6-dbe3c65006-64733153&mc_cid=dbe3c65006&mc_eid=741781b133

Foto. Alfonso Paso.

-La hija ‘rebelde’ de Alfonso Paso, el dramaturgo favorito del franquismo: «A las mujeres nos vejaron en los reformatorios»

Envió a una de sus hijas, con 15 años, a uno de los centros de reeducación para jóvenes contestarias, consideradas por la dictadura como chicas descarriadas. Este es el relato de Rocío Paso, que reclama el fin de la impunidad.

Cuando era niña, a Rocío Paso Jardiel (Madrid, 1954) le pesaban sus apellidos. Hija del dramaturgo más prolífico y popular de la dictadura franquista, Alfonso Paso (1926-1978), y nieta del genial escritor Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), maestro del teatro del absurdo.

«Me daba vergüenza que los camareros le hicieran reverencias a mi padre, por ejemplo, en el Café Gijón [famoso por sus tertulias de artistas e intelectuales en el siglo XX], no entendía por qué un trabajador tenía que agacharse ante mi padre».

Las comodidades en el formidable piso de la familia Paso Jardiel escondían las carencias afectivas que Rocío padeció. «Yo me crie con las criadas, gracias a dios. Escuchaba sus conversaciones y me enteraba de cómo era la vida. Me pasaba todo el día en la cocina. A mis padres no les veía mucho».

Pero ni siquiera el desapego de la pequeña hacia sus padres hacía presagiar que no muchos años después acabaría encerrada en uno de los peores reformatorios para niñas y mujeres del franquismo; una experiencia que marcó su vida y por la que rompió toda relación con sus progenitores.

Foto. Rocío Paso Jardiel.

Rocío, la pequeña de las dos hijas del matrimonio de Alfonso Paso y Evangelina Jardiel, pronto comprendió lo que era la hipocresía, las apariencias y la decencia, conceptos que su padre explotó.

«La educación que yo recibí era la de ocultar, aparentar, ser la más decente, pero luego mi padre tenía queridas por todas las partes. Era un ambiente sucio e hipócrita el que había en mi casa. Mis padres no se hablaban y dormían en dormitorios diferentes, pero cuando venían los periodistas éramos la familia perfecta. Era una familia del Movimiento; mi padre era un reconocido falangista».

Cuando Rocío cumplió los siete años, su padre se marchó de casa. «Nos quedamos solas mi hermana y yo con mi madre. Él se fue con otra mujer. Llegó a tener cinco o seis hijas más de otras mujeres. Ese era el señor decente», dice. La relación con su madre tomó en aquel momento un rumbo malo. «Yo era muy crítica y chocaba mucho con ella. Llegué a escaparme de casa. Entonces comenzó mi periplo por internados muy estrictos”.

Pero ¿por qué estaba allí Rocío Paso a sus 15 años? ¿Cuál era la misión de las monjas para con todas aquellas niñas? «Yo di por hecho que allí iba a estudiar, a seguir con mis estudios, pero no. Allí se trabajaba como bestias: primero, en la limpieza del reformatorio, limpiando de rodillas el suelo de las largas galerías; también cosíamos para las monjas y luego ellas vendían los productos»…

https://tinyurl.com/w9hrmkhk

Foto. Fascistas del MCE, en 2022.

Ayer es hoy:

-Fascismo impune 1936-2023.

Los franquistas desafían la ley de memoria con una veintena de actos en los últimos doce meses.

Desde que entró en vigor la nueva normativa en octubre de 2022, han tenido lugar alrededor de 20 actos de apología de la dictadura fascista.

El Movimiento Católico Español, uno de los grupos investigados por el Gobierno por vulnerar la nueva normativa, prepara un nuevo encuentro frente a la tumba de Franco en Mingorrubio, escenario habitual de eventos de este tipo. Desde hace ya algunos meses, sus mítines son oficialmente actos «en protesta por la Ley de Memoria Democrática». Todos ellos adornados, eso sí, con banderas franquistas que ondean al ritmo del Cara al sol.

https://www.publico.es/politica/franquistas-desafian-ley-memoria-veintena-actos-ultimos-doce-meses.html

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