Memoria histórica imprescindible:
En homenaje a un comunista fusilado en 1940 y vilipendiado en ‘democracia’.
-VICENTE RUEDA FERNÁNDEZ (09-08-40)
Madrid, 9 de agosto de 1940.
El 9 de agosto de 1940 fue fusilado en el cementerio del Este de Madrid, en una saca de 24 condenados, tras ser condenado a muerte en una farsa de consejo de guerra, el tipógrafo Vicente Rueda Fernández, de 27 años, natural de Zamora.
Nacido en el seno de una familia de tradición republicana, su padre, Gonzalo Rueda Iglesias, uno de los fundadores del Partido Radical Socialista en Zamora, poseía un establecimiento de tejidos en la Plaza Mayor. En mayo de 1932, con sólo 19 años, Vicente participó en la fundación del Radio Comunista de Zamora, junto a Amado Hernández, Manuel Sobrino, Antonio Pertejo, Jeremías Sánchez, Amancio Vaquero, Carolino Fernández, Eudosio Martín, Andrés espinosa, Esperanto Luis, Manuel Rodríguez y Gabriel Fernández Llamero.
Tras el alzamiento fascista de julio de 1936, Vicente y su hermano Gonzalo consiguieron alcanzar la zona leal al gobierno de la República. Vicente participó en la defensa de Madrid, alcanzando el grado de comisario del batallón 171, «Fernando de Rosa», 3º de la 43 brigada del Ejército Popular de la República.
Tras la entrega de Madrid a Franco por la junta de Casado, Vicente Rueda, al igual que otros muchos comunistas, cayó en manos de los franquistas. En la farsa de consejo de guerra a que fue sometido, lo acusaron de haber participado en la represión contra los miembros de la quinta columna en la retaguardia madrileña, y más en particular, de haber asesinado al derechista zamorano Luis Calamita, editor del Heraldo de Zamora, que se encontraba en la zona gubernamental en el momento de producirse un golpe que su periódico apoyó con entusiasmo. La acusación contra Rueda se aprovechó para culpar al también zamorano Ángel Galarza, ministro de la Gobernación en el gobierno de la República, que con la victoria franquista marchó a un exilio del que nunca regresaría.
Este pasaje de la Causa General, al involucrar a una personalidad del PSOE como Galarza, despertó un gran interés en los medios revisionistas, empeñados en despojar a la izquierda del afán de superioridad moral que, según ellos, fundamenta la política de reparación a las víctimas del franquismo. El ultraderechista José Javier Esparza, en su libro El terror rojo en España (2007) acusó a Galarza de haber utilizado a Rueda en una venganza contra Calamita por antiguos resentimientos personales. La investigación realizada con todo lujo de medios -que no de rigor- por las autoridades franquistas en aquellos años negros no sólo le dio hecho casi todo el trabajo a Esparza para pergeñar su enésimo libro; las sobras de este aspirante a promotor de una Nueva Derecha española todavía le dieron de sí al exitoso novelista de raíces zamoranas Juan Manuel de Prada para cubrir el expediente de su columna en XL Semanal el 24 de julio de 2007. El autor de Coños, en la columna «Tres zamoranos», se refiere a Rueda como «desecho humano del bando republicano» y construye un rancio folletín en el que Rueda habría sido el instrumento de Galarza para vengarse de Calamita por el despecho derivado de un triángulo amoroso, lo que, unido al resentimiento del humilde tipógrafo comunista por el éxito profesional del editor del Heraldo, habría generado la combinación explosiva de envidia, resentimiento e ignorancia que en el universo mental de los Esparza y De Prada constituye el fundamento de la política de izquierdas.
–https://quieneseran.blogspot.com/2017/02/vicente-rueda-fernandez-09-08-40.html
*Vicente Rueda: 90 años con la mordaza franquista
La familia del comunista zamorano restituye su memoria: «Ni pistolero ni asesino del director del Heraldo».
La mordaza de la dictadura de Franco fue más allá de los 40 años de duración, siguió bien atada en la transición y en estos 45 años de democracia para sepultar la verdad sobre el fusilamiento del joven zamorano de 27 años el 9 de agosto de 1940, militante del Partido Comunista de Zamora desde 1933.
María Castro Hernándes, escritora y periodista ha ayudado a los sobrinos y sobrinas del militante de Radio Comunista de Zamora y del Partido Comunista a arrancar las páginas de una historia falaz e inventada, «en un juicio sumarísimo, posiblemente de los denominados de viudas», para llevar al paredón a los rojos en ese empeño del dictador Franco por fulminar la ideología de izquierdas.
*El vituperio y el pisoteo, la infamia
El vituperio y el pisoteo del apellido Rueda de Zamora, del tío Vicente, rebeló a Marori León Rueda, hija de su hermana Fidela, «¡ay, mi hermano, ay mi hermano!». La hija, Marori León Rueda, la recuerda llorando por el fusilado. Ese dolor heredado y arraigado, «la represión del silencio como un muro de protección» frente al dictador y sus acólitos, normalizado, revolvió a la sobrina y la desgarradora historia buscó a la periodista María Castro Hernández la primavera de 2019 en Barcelona, donde reside la sobrina del zamorano fusilado por el régimen de Franco «sin un juicio con garantías».
La investigadora no dudó en ayudar a terminar con las infamias, «comencé a investigar conmovida por Marori, por el sufrimiento que mostraba. Sientes una apelación personal porque es un momento muy intenso, de mucho dolor para ella». La mujer llevaba ese día en sus manos la última carta que Vicente escribió a María Rueda, una de sus hermanas, en la que lamentaba comunicar que le fusilarían el 9 de agosto de 1940.
La columna del escritor zamorano Juan Manuel de Prada publicada en 2007 en un medio de tirada nacional volvía a vapulear la memoria de su tío en la que describía a «un Vicente cainita que no se parecía en nada al de la carta», apunta María Castro. Aún así, habían transcurrido doce años desde que esa columna del autor zamorano vio la luz, basada en la reescritura de la historia de José Javier Esparza «sin documentar», expone María Castro en su libro.
«De Prada hizo mucho daño a la familia, mucha angustia y mucho dolor aún vivían los hermanos de Vicente, se reunieron y pesaron en denunciarlo por difamación», apunta la autora, «el escritor zamorano recoge de Esparza una serie de acusaciones que demuestro que son falsas y otras se basan en meros rumores», afirma para indicar que el caso «sirve de ejemplo de cómo funciona la represión, es un caso más de una persona sentenciada en juicios militares, consejos de guerra, procesos muy similares a la inquisición. No sabían de qué les acusaban, se aceptaban declaraciones obtenidas bajo tortura en muchos casos. Sistemas que, hoy en día, se considerarían inaceptables en un país democrático».
*La carta del adiós
La escueta misiva de puño y letra del zamorano militante del Partido Comunista rezaba: «Es tan fuerte la noticia, que no he querido comunicársela a mi queridísima madre porque me falta valor para ello. Sufrir yo, pero que no sufran mis criaturas queridas». Ese encabezamiento da título al libro de la periodista e investigadora, «Es tan fuerte la noticia», presentado en la librería Semuret de la capital con el apoyo del responsable del Foro para la Memoria de Zamora, Eduardo Martín, un acto abierto para curar heridas al que se desplazaron a la capital zamorana los sobrinos y sobrinas Marcos y Raúl Crespo Rueda, José Carlos Rueda Fernández, Marori León Rueda y su hija; Gonzalo y Rafael Crespo Rueda.
La escritora achaca a ese miedo a hablar y contar, «no vamos a decir nada, no sabemos qué va a pasar», el que los Rueda, tras valorar el acosao, acordaran no denunciar por injurias al escritor zamorano. Una consecuencia más de «la represión del silencio al que se sometió a los españoles durante todo el franquismo y que ha perdurado durante la transición y estos 40 años de democracia, ese miedo interiorizado y el “no quiero molestara a nadie”. Hablamos de atropellos», sentencia la escritora para manifestar que «no se puede seguir insultando, como en el artículo de Prada», artículo que ya ha desparecido del archivo del periódico pero que la familia Rueda conserva.
La periodista dedica el libro está dedicado «a Marori León Rueda, por las lágrimas de Fidela», su madre y hermana de Vicente y de Gonzalo Rueda Fernández, este último militante de Izquierda Republicana, represaliado y encarcelado durante años, al que su novia Tránsito, con la que pudo cartearse desde presidio, le esperó hasta que pudo volver a disfrutar de la libertad.
* «Escribir desde el rigor y sin la patada a alguien»
La indagación en los archivos de la autora del libro describe a Vicente como «un joven comunista activo que no se amedrentaba con facilidad, lesionado en los incidentes de 27 de mayo del 36» en Zamora capital. Antonio Pertejo, militante de izquierdas, también participa en ellos y acaba fusilado en agosto de 1936, pues no quiso huir a Portugal tras el levantamiento, como hicieron otras muchas personas. Durante su entierro, se producen disturbios en la capital zamorana.
Afiliado número 15 de Radio Comunista de Zamora, Vicente Rueda «Iglesias» (por error se le coloca el apellido de su padre en el sumario del tribunal de guerra), pasó al Partido Comunista en 1933, según su propia declaración al ser detenido. María Castro reconstruye los hechos durante cuatro años largos, con dificultades para acceder a los archivos por las restricciones del COVID. Pero satisfecha porque «así es como hay que escribir, desde el rigor, conociendo los hechos, desde la honestidad, con los documentos en la mano y no desde el insulto y la patada a alguien».
El libro es un empeño personal por lograr «la reposición de la vida de estas personas». Quiere que sirva como «una llamada de atención sobre cómo seguimos negándoles el derecho a su memoria». Tiene bien presente el encomiable trabajo desarrollado por las asociaciones o foros de memoria «que me han ayudado mucho, han investigado muchísimo, como el zamorano Eduardo Martín». Como sociedad estamos obligados a reescribir sobre las historias falaces de los «vencedores» franquistas, de sus historiadores, remarca, «se lo debemos a tantas víctimas», no puede ser que todas las iniciativas partan de los particulares, de los herederos de la familia para pedir investigaciones».
*Vicente Rueda, en el muro del Cementerio de la Almudena
En el cementerio de la Almudena de Madrid, sobre un ramo de flores, el retrato de Vicente recuerda que fue una víctima del franquismo, uno más de los asesinados solo por su ideología comunista. Sobre ese muro vaciado por el Ayuntamiento de Madrid de la placa que recordaba a los «rojos» asesinados impunemente, sobre el ladrillo vista, los Rueda rinden homenaje a su tío.
«Es tremendo que se quitaran los nombres de esas personas», reprocha la escritora, «tenemos una deuda seria como sociedad, como ciudadanos y con la responsabilidad moral respecto del futuro, de la historia de España porque somos la última generación que tiene contacto con las historias más cercanas, las que nos han contado. Lo que no se haya recogido se perderá porque la gente se ha acostumbrado al silencio, todavía tiene miedo, no quieren hablar».
María Castro apunta que «tardé casi dos semanas en poder hablar con la familia del zamorano Sixto Fernández, con una hija. El zamorano también estuvo acusado por la dictadura, pero pudo huir a México». De nuevo, el muro franquista.
No fue fácil investigar, indagar para reconstruir la historia de Vicente Rueda porque «es como reconstruir un puzzle por ese silencio». La periodista se remite al hermano mayor y al padre que militaban en Izquierda Republicana en 1938, a la que también pertenecía el hermano de Amparo Barayón, «mataron a todos en Zamora. El padre de Vicente estuvo en la cárcel de Toro, se libró de morir, pero con 54 años salió en libertad ya envejecido se murió».