Muro de solidaridad y denuncias:
-Pablo Hasél erosionando muros
Andreu García Ribera. Revista El Otro País n.º 109 Feb-Mar 2024.
Que jamás vuelva a despertarte el grito del carcelero,
que arranques buenas horas a los segundos
para compensar estos años,
que no perdones a los culpables de la pobreza
que te empujó aquí
En la entrevista que le hicimos a Pablo Hasél para EOP en este último verano, tercero de su encarcelamiento, nos anunciaba la salida para otoño de un poemario en catalán con 99 poemas. Efectivamente en las fechas previstas ha sido publicado por ediciones Pol-len el libro de poemas “EROSIONANT. MURS 99 poemes desde la presó de Ponent”.
En la introducción Pablo nos explica porqué este poemario lo ha escrito íntegramente en catalán, cuando hasta ahora la mayor parte de sus poemas y de sus canciones lo han estado en castellano. Se autocrítica no haber creado más en la lengua nacional de Catalunya, en primer lugar porque hay que valorarla y defenderla, sobre todo cuando padece tantos ataques. Pero también, nos dice, porque ha vivido muchas experiencias importantes en catalán que le inspiran en esta lengua.
Con anterioridad a su detención pensaba Pablo componer un disco con canciones en catalán, pero sólo pudo grabar alguna antes de su encarcelamiento. No consiguió continuar el proyecto porque la prisión que dirigen políticamente los nacionalistas burgueses de ERC no le permite grabar canciones, aunque hay una actividad musical donde los presos pueden registrar sus canciones. Todos menos Pablo Hasél de profesión músico y de corazón y cerebro revolucionario.
En la introducción Pablo se remite al concepto “arte de urgencia” del añorado artista, militante comunista y preso político José María Sánchez Casas, en el que se hace referencia a la creación comprometida con la transformación de la realidad.
Es obvio que en los poemas late un fuerte sentimiento de resistencia frente a la opresión política, la explotación económica y, muy especialmente a los abusos y vejaciones de la prisión que ve y sufre cada día.
Están impregnados de la convicción dolorosa en la conquista de un futuro de justicia donde los sueños no se erosionen contra el muro, sino que sea el muro quien se erosione.
Pablo escucha en el eco de las puertas metálicas la justicia “que vendrá desde las ventanas abiertas de la lucha”. Les escupe a la cara a los carceleros su insobornable entereza ideológica.
“Miras mi sonrisa, que dice
que no me rindo,/y tu rostro se
vuelve más agrio,/venga, cierra
con más rabia la puerta,/
porque jamás podrás
cerrarme la de la dignidad”.
No son sólo palabras, Pablo con tres años de prisión a cuestas, casi la mitad de la condena total, podría disfrutar de lo que llaman los beneficios penitenciarios; permisos de salida, progresión al tercer grado camino de la libertad condicional. Pero para ello le imponen la condición de desarrollar un tratamiento individualizado de rehabilitación, eufemismo tecnocrático del arrepentimiento. Coherentemente Pablo no ha permitido que le cierren la puerta de la dignidad lo que le supondrá el cumplimiento íntegro de la condena.
Que nadie piense que Pablo nos habla exclusivamente de lucha política expresa, tiene poemas de gran calado emocional dedicados a la soledad, la angustia por el paso del tiempo, a las inseguridades cotidianas, al compañero de prisión que regresa a su país después de 4 años encarcelado le dice
“que jamás vuelva a despertarte
el grito del carcelero,/
que arranques buenas horas a los segundos
/para compensar estos años,/
que no perdones a los culpables de la pobreza
/que te empujó aquí”.
Al compañero que proyectó un motín y hoy lo presiente consumido por las drogas en otra lejana prisión. Al preso que se suicidó y que lo venía avisando sin que le importara a nadie:
“Al forense sólo le faltó escribir /
que ya no era ni una cifra más”.
Al amor por su compañera con la que sueña cuando duerme desprovisto de corazas, esperando el día en que la felicidad no choque con tantas puertas metálicas y le dice
“Mientras tanto,
no dejes de aparecer cuando duermo/
para entregarte un corazón sin rejas”.
O cuando en otro poema titulado “La por dels valents” le declara
“Sabes bien que los valientes
también tenemos miedo y reconozco/
que me tiembla el corazón por si no
volvemos a dormir juntos”.
O cuando desnuda los sentimientos recordando a su madre.
“El luchador valiente, a menudo fue cobarde/
expresando algunos sentimientos./
El poeta,
pocas veces supo abrirse más
allá del folio”.
Estamos ante un poemario, trabajado minuciosamente, escrito en un catalán muy cuidado, con un léxico sonoramente potente que incluso en una lectura rápida nos permite adivinar la profundidad de los sentimientos manifestados. No hay ni una coma de postureo en este libro, de la misma forma que no hay afectación ni artificiosidad en la vida de Pablo.
Pablo nos demuestra con su actitud cotidiana que la cárcel no es un paréntesis en la lucha política e ideológica, con sus poemas y sus artículos es un referente de claridad y en uno de sus últimos artículos sobre Palestina parafraseando a Bertolt Brecht, nos explica que las injusticias no son anónimas ni caen del cielo, que tienen unos culpables que hay que señalar. Pablo los ha señalado sin tapujos y por eso ha sido encarcelado.
No tengo mejor forma de concluir esta recensión del libro que finalizar con las palabras con las que Pablo Hasél cierra la introducción del poemario.
“No ser libres hace mucho mal,
pero todavía sería más doloroso
renunciar a la dignidad y a la
alegría que da vernos como nos
acercamos a la libertad
erosionando muros”.
Presentación- introducción del poemario, por Pablo Hasél: