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Los eslabones de una cadena muy débil
Liwanag defiende una concepción renovada del maoísmo, la misma que aparece expuesta, en forma resumida, en los párrafos que siguen:
«En los países atrasados, que son semicoloniales y semifeudales, la opresión y explotación imperialista se recrudecen constantemente y las condiciones son favorables para la revolución armada. Éstos son los eslabones más débiles de la dominación imperialista a escala mundial. Al defender la esencia revolucionaria del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario, los revolucionarios proletarios de todo el mundo deben alentar y apoyar a los pueblos en sus esfuerzos por llevar a cabo la revolución armada y derrocar a los imperialistas y a sus títeres reaccionarios locales».
Liwanag quiere hacer de esta concepción suya la esencia revolucionaria del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario, de manera que todo aquél que no sostenga sus tesis puede ser tachado de antimarxista-leninista y anti-internacionalista, pero es evidente que está confundiendo dos cuestiones (o dos esencias) diferentes. La primera se refiere a la teoría leninista de los eslabones débiles de la dominación imperialista. La segunda no es más que una repetición de lo que ya nos ha contado.
Bien, vayamos con la primera cuestión: ¿pueden ser considerados países atrasados, semicoloniales y semifeudales, como los eslabones más débiles de la cadena imperialista, tal como se planteó este asunto para la situación de la Rusia zarista? Recordemos que Rusia era, a decir de Stalin, «el punto de convergencia de todas las contradicciones del imperialismo.
«Porque Rusia estaba preñada de revolución más que ningún otro país del mundo, y eso hacía que sólo ella se hallase en estado de resolver estas contradicciones por vía revolucionaria (…) Lenin tenía razón cuando decía que el zarismo era un ‘imperialismo militar-feudal’. El zarismo era la condensación de los aspectos más negativos del imperialismo, elevados al cubo»1.
Además, Stalin destaca otras importantes particularidades del zarismo, como el ser el perro de presa del imperialismo en el Oriente de Europa y el aliado más fiel del imperialismo occidental en el reparto de Turquía, de Persia, de China, etc. «Por eso los intereses del zarismo y del imperialismo occidental se entrelazaban y acababan fundiéndose en una sola madeja de intereses del imperialismo»2. Otro aspecto destacado de la situación en Rusia era el «ascenso de la más grande de las revoluciones populares, a cuyo frente se hallaba el proletariado más revolucionario del mundo, un proletariado que disponía de un aliado tan importante como los campesinos revolucionarios de Rusia. ¿Hace falta, acaso, demostrar que una revolución así no podía quedarse a mitad de camino; que, en caso de triunfar, debía seguir adelante, enarbolando la bandera de la insurrección contra el imperialismo? (…)
«Pero de esto se desprende que la revolución en Rusia no podía menos de ser proletaria, no podía menos de revestir, desde los primeros momentos de su desarrollo, un carácter internacional, y no podía, por tanto, menos de sacudir los cimientos del imperialismo mundial»3. Todo esto, junto al hecho de que formara un solo Estado hizo de Rusia el eslabón más débil de la cadena imperialista. Por ello también se daban en Rusia condiciones favorables para la revolución armada, pero lo que hizo saltar por los aires hecho pedazos a dicho eslabón fue la revolución socialista provocada por la guerra imperialista.
Esto demuestra que existen otros muchos factores, además de los económicos o de la mera lucha armada, que se deben tener en cuenta para poder determinar el grado de debilidad o fortaleza de cualquier eslabón. La historia ha demostrado ya muchas veces que la revolución no puede comenzar sólo en los países adelantados, que debido al desarrollo desigual y a las contradicciones interimperialistas que origina, la revolución puede comenzar en países atrasados en el aspecto económico, es decir, en los eslabones más débiles de la cadena imperialista. Igualmente ha quedado ya demostrado que en esos países, si bien les resulta más fácil comenzar la revolución, les es más difícil terminarla, para lo que necesitan la ayuda que sólo el triunfo de la revolución proletaria en los países más adelantados les puede proporcionar.
Se necesita, pues, la conjunción, en determinada forma y momento, de esas dos partes del movimiento revolucionario para que ambas puedan realizar su obra. Otra cuestión es cómo se hará posible esa conjunción. Pero de momento diremos que, si se supone que existen eslabones débiles, se puede llegar a pensar también que el resto de la cadena puede ser fuerte. La concepción que defiende Liwanag induce a esa conclusión. Nosotros, por el contrario, consideramos que el imperialismo, por su propia naturaleza, es un sistema débil históricamente, ya caduco, en acelerado proceso de putrefacción; de lo que resulta que no sólo algunos eslabones, sino toda la cadena es realmente débil. O por decirlo de otra manera: hay cadenas fuertes con algunos eslabones débiles, pero si la cadena en su conjunto es débil, los eslabones también lo serán. Lo que no impide que dentro de esa debilidad general, existan eslabones más débiles o podridos que otros.
El análisis leninista del imperialismo demuestra precisamente esto: el imperialismo es monopolismo, máxima concentración de la producción y del capital, crisis económica permanente, reaccionarismo desbocado, militarismo, guerra y revolución. En esta fase, la última del desarrollo del capitalismo, la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada alcanza su máximo antagonismo y el sistema estalla por todas sus costuras o eslabones. Y no puede dejar de ser así.
Stalin expresa esta misma idea del modo siguiente: «antes solía hablarse de la existencia o de la ausencia de condiciones para la revolución proletaria en los distintos países, más exactamente, en tal o cual país desarrollado. Ahora, este punto de vista ya no basta. Ahora hay que hablar de la existencia de condiciones objetivas para la revolución en todo el sistema de la economía imperialista mundial, considerando como una sola entidad (…) puesto que el sistema en su conjunto está ya maduro para la revolución»4.
Lo que resulta un disparate teórico, desde todos los puntos de vista que se mire, es la tesis que viene a decir que sólo los países atrasados desde el punto de vista económico reúnen condiciones para llevar a cabo la revolución en tanto que en los demás no podemos hacer otra cosa más que prestar ayuda o alentar el esfuerzo de aquellos pueblos y esperar a que terminen antes de poder iniciar por nuestra parte la lucha revolucionaria. Esto es, como se sabe, una aberración trotskista vuelta del revés, es decir, bujarinista, que no tiene en cuenta para nada la unidad de la cadena imperialista y el mutuo apoyo que debe existir entre las dos partes fundamentales del movimiento revolucionario para que éste se abra camino y pueda, finalmente, triunfar en todo el mundo.
¿Qué revolucionario proletario puede dejar de alentar y apoyar a los pueblos en sus esfuerzos por llevar a cabo la revolución armada y derrocar a los imperialistas y a sus títeres reaccionarios locales? Ésta es, ciertamente, una cuestión esencial —aunque no individual—, pero de ella no se desprende que tengamos que alentar y apoyar cualquier esfuerzo; no estamos obligados a alentar ni apoyar los esfuerzos que se dirigen contra una sola potencia imperialista (los EEUU) mientras se olvida o se deja de lado a los otros Estados imperialistas como el de la propia burguesía, y cuando se propone que abandonemos la lucha contra ella para facilitar una alianza antiimperialista, porque esto nada tiene que ver con la esencia revolucionaria del marxismo-leninismo, ni con el principio del internacionalismo proletario, ni con ningún otro principio de la estrategia y la táctica comunistas.
*Las 4 Notas, de “Stalin: Los fundamentos del leninismo”
*Armando Liwanag, presidente del PCF-PKP Partido Comunista de Filipinas, fundado en diciembre de 1968.
Trabajo actual: La reagrupación de 2029 consiste en el trabajo revolucionario conjunto del Frente Nacional Democrático de Filipinas, una coalición de otras organizaciones revolucionarias filipinas con metas similares; el Kabataang Makabayan, que funciona como su ala juvenil; y el Nuevo Ejército del Pueblo, que es su brazo armado.
–https://libertadarenas.wordpress.com/2024/03/20/los-eslabones-de-una-cadena-muy-debil/
2ª parte:
-La vanguardia de la revolución proletaria y su reserva estratégica.