Estados Unidos: Así expolia y masacra.
Agenda.
-El Salvador
Se incrementa la ayuda militar a los fascistas
Salvador Cayetano Carpio
Apuntes de la guerra de El Salvador – 1981
En las últimas semanas, el Pentágono ha dotado de más helicópteros, algunos de ellos con gran capacidad de transporte a las tropas de la Junta genocida Democristiana. Se le ha reforzado también con 12 aviones de combate recién llegados.
El envío de artillería, ametralladoras, fusiles y parque es cuantioso e incesante, por aire y mar. Este torrente ya el imperialismo y sus títeres tratan de considerar tan «normal» que no se publicita. Es más, se trata de no darle notoriedad para no provocar la reacción indignada de la opinión pública norteamericana y mundial.
Pero las operaciones de limpieza y genocidio están abundantemente alimentadas por este incesante flujo de abastecimiento militar cada vez más moderno y en creciente escala. El helicóptero ha pasado a ser el arma por excelencia de las operaciones de la guerra especial del imperialismo en El Salvador. Los helicópteros trasportan los batallones operativos móviles hasta las cercanías de los objetivos, transportan el material de guerra y abastecimientos, dentro de las operaciones tácticas acercan tropas de la retaguardia a las primeras líneas de fuego,
realizan relevos de combate; sacan los heridos y muertos de las líneas de fuego a los hospitales de retaguardia, realizan exploraciones minuciosas para descubrir unidades guerrilleras o concentraciones de masa; conducen el fuego de los cañones, morteros o aviación; hostigan por sí mismos los campamentos, ametrallándolos e incluso bombardeándolos y realizan otras operaciones tácticas.
En tiempo «normal», son el vínculo de abastecimiento de alimentos, parque, relevos, etcétera, para los puestos y cuarteles que están aislados en las zonas guerrilleras. Y los asesores yanquis son el alma de esta malvada maquinaria. La profusión de artillería (cañones 80 y 105 milímetros y morteros de 61, 80 y 120 milímetros y los cañones de 90 milímetros sin retroceso), así como el abrumante bombardeo aéreo se explica por la modalidad táctica operativa que utiliza el imperialismo y sus títeres en sus operaciones de limpieza; cada paso de avance de las tropas de infantería de asalto, es precedido por un saturador fuego de cañón-mortero y de aviación, (especialmente de los «Fuga Magisters») La infantería avanza apenas unos cuantos metros y vuelve a detenerse para que la artillería y la aviación arrasen el terreno por delante y destruyendo las posiciones y trincheras de las unidades revolucionarias. Con esta táctica, poco a poco, sin prisa, tratan de ocupar las alturas circundantes para que la artillería pueda ganar posiciones cada vez más directas e inmediatas para pulverizar directamente las posiciones revolucionarias.
Contra esa maquinaria y técnica yanqui se enfrentan las Fuerzas Armadas Revolucionarias del pueblo salvadoreño, alcanzando cada vez mayor tecnificación, carácter regular, experiencia operativa y eficacia en la acción, ganada en el propio fuego de los combates; ni como en el avance de sus planes de desarrollo, tecnificación y estructuración, derrotando los objetivos de las ofensivas contra las tropas títeres. Pero el abastecimiento es evidentemente desigual.
Mientras el imperialismo yanqui abastece irrestrictamente a los asesinos del pueblo, con armamento cada vez más moderno y en creciente escala, las fuerzas de liberación no reciben ni un solo fusil.
A pesar de la falaz campaña de la prensa reaccionaria que trata de justificar la operación del Pentágono, es inmensa y conmovedora la solidaridad política, diplomática y en otros importantes terrenos que, de mil maneras proporcionan todos los pueblos del mundo al heroico pueblo de El Salvador.
–El mito de la guerra buena:
EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial – Jacques R. Pauwels – 2000.
Durante la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar en Estados Unidos una intensa lucha de clases entre los trabajadores y el capital y esta es una parte importante de la historia del papel de América en el conflicto. Esta lucha de clases se desarrolló en el frente interno americano y sus escaramuzas y batallas consistieron en mil y una huelgas, pequeñas y grandes. Pero en esta guerra no se enfrentaban americanos “buenos” contra alemanes y japoneses “malos”, sino que adquirió la forma de una guerra civil social entre los propios americanos. De este conflicto no saldrían claros vencedores o vencidos, ni terminó con ningún armisticio. Extraña un poco que Hollywood nunca haya dedicado una película o que el país no haya erigido algún monumento a la memoria de este dramático e importante conflicto, que fue doloroso y que aún pervive. Igualmente es común y frecuente que la mayoría de los textos de historia de la guerra prefieran limitarse a contar las batallas que se libraron en lejanos lugares al otro lado de los océanos Atlántico y Pacífico.
La Élite del Poder de América aprendió dos lecciones importantes durante la guerra. La primera, que la explosión económica de los años cuarenta podía suponer elevados beneficios, pero también un virtual pleno empleo, y esto daba al mundo laboral ventaja en sus relaciones con el capital, elevaba las demandas de los trabajadores, reforzaba la posición de los sindicatos durante la negociación colectiva y convertía la huelga en un arma extremadamente efectiva en manos de los empleados. Desde entonces, los patronos de América y del resto del mundo habían descubierto una fórmula infinitamente más ventajosa para ellos, que era mantener una casi permanente crisis económica que, bien manejada, combinara los elevados beneficios con altos niveles de desempleo, o con contratos a tiempo parcial y/o de corto plazo, pobremente remunerados. En tales situaciones el poder en la negociación está solamente del lado de los patronos, los sindicatos pierden influencia, la huelga no se contempla y los trabajadores pueden considerarse afortunados si son capaces de encontrar durante unos meses un trabajo a tiempo parcial, volteando hamburguesas, por supuesto con un salario mínimo y sin ningún beneficio social. En Francia este fenómeno se ha denominado “empleo precario”.
-Ho Chi Minh
Estando preso por los nacionalistas chinos en 1942 (Vietnam – 1890 / 1969)
GRAVEMENTE ENFERMO
Mi cuerpo, maltrecho por el inestable clima
de China.
Mi corazón, preocupado por las desgracias
de Vietnam.
¡Qué amargo es estar enfermo en prisión!
Pero seguiré cantando en vez de lamentarme.
ALERTA EN VIETNAM
¡Mejor la muerte que la esclavitud!
En todo mi país ondean
nuevamente las banderas rojas.
Oh, lo que es ser un prisionero en un tiempo así.
¿Cuándo seré libre para tomar
mi puesto en la batalla?