Muro de solidaridad y denuncias:
Solidaridad presos políticos:
-¿Quieres comprar la camiseta por la libertad de Pablo Hasél? ¡No te quedes sin la tuya!
Todo el dinero recaudado irá para los presos políticos antifascistas, es decir, su estancia en prisión y las constantes campañas de denuncia sobre su situación.
Toda aportación es necesaria para la causa de los presos y presas políticas que han dado su vida por nuestros derechos y libertades. Hay que seguir peleando por la Amnistía Total y la derogación de la legislación represiva.
Todos los domingos a la mañana en la mesa de solidaridad de Tirso de Molina (Madrid), o en el e-mail del puesto.
Criminalización:
-Joana, víctima de la paliza de un mosso al intentar detener el desahucio de su amiga: «La Policía criminaliza la pobreza».
Los policías presentaron una denuncia contra la activista por un presunto delito de atentado contra la autoridad. La joven se enfrenta el 13 de junio a dos años de cárcel y 1.200 euros de multa.
Joana Sales (Barcelona, 1997) pasó varios meses con hematomas en la cara, las muñecas y los dos brazos. Los hechos se remontan al 30 de noviembre de 2022. La joven, musicóloga y militante del Sindicat d’Habitatge del Raval, tenía previsto visitar a una amiga del barrio. El reloj marcaba las 21.00 de la noche y casi no había luz en las calles de la Ciudad Condal. Joana había salido poco antes de su casa y nada le hacía presagiar que acabaría la noche en comisaría. Los Mossos d’Esquadra trataban de desahuciar a su amiga cuando ella llegó al edificio. La joven intentó dialogar con los agentes, porque el desalojo era ilegal y se basaba en un proceso archivado. «Los policías no querían hablar, me cogieron de los pelos, me tiraron por las escaleras y me dieron una paliza», recuerda.
Los mossos la acusan de un delito de atentado contra la autoridad y piden para ella dos años de cárcel y 1.200 euros de multa. Joana habla en la entrevista del aumento de la violencia policial, la represión de los movimientos sociales y la «militarización» del centro de Barcelona.
-Le piden dos años de prisión y 1.200 euros de multa por haber recibido una paliza de un mosso. ¿De qué la acusan?
Es increíble, pero me acusan de un delito de atentado contra la autoridad. Llegué a casa de mi amiga y me encontré con varios policías intentando desahuciarla. El procedimiento jurídico estaba archivado, así que el desahucio era ilegal. En un primer momento, intenté mediar en el conflicto, pero la patrulla no quería interactuar con nadie. Uno de los mossos me agarró, me llevó al piso de abajo y empezó a darme una paliza. El agente me cogió de los pelos y me estampó la cabeza contra la pared. Yo no entendía nada, lo único que hacía era gritar y decirle que parara. El mosso me volvió a coger y me tiró contra el suelo, golpeándome la cabeza una y otra vez. Me puso las esposas y me tiró por las escaleras. Luego me registraron y me metieron en un coche de policía. Yo solo podía gritar y llorar. En ese momento, pedí la asistencia de un médico. Me llevaron al calabozo, pasé la noche allí. La violencia policial es bastante habitual en el centro de Barcelona. La particularidad de mi caso es que existen imágenes donde se ven los hematomas y he podido difundirlas.
-¿En qué momento decide compartir las imágenes?
Las compartimos desde el Sindicat d’Habitatge del Raval para visibilizar un problema que sufren muchas personas, muchas más de las que creemos. Este fue un poco el punto de partida. El error que tuvieron ellos [los mossos] es que no sabían que estaba organizada en un sindicato. Las fotos las tuvimos guardadas durante un año y pico, pero finalmente valoramos los riesgos y decidimos publicarlas. Es una forma de darle voz a mucha gente que no puede defenderse, porque no tiene las herramientas necesarias o porque está en una situación de vulnerabilidad.
-Este no es un caso aislado, los activistas y los movimientos sociales tienen que lidiar a diario con este tipo de persecuciones…
La Policía está ahogando a la clase trabajadora. La represión es su forma de defenderse. No nos quieren ver organizados. Está claro que molestamos, pero vamos a seguir luchando para revertir esta situación. La gente no puede vivir en el centro de la ciudad, porque todo se dirige al turismo. Los barrios son nuestros y deberíamos tener nuestros comercios, nuestros bares y nuestras escuelas, pero poco a poco todo se está muriendo. Los policías van a por nosotros [la gente de los movimientos sociales] porque somos los que defendemos la supervivencia de los barrios de manera activa.
-Ha pasado más de un año y medio desde que recibió la paliza. ¿Diría que la Policía está para protegerla?
Evidentemente, no. La Policía no está para protegernos, más bien todo lo contrario. Lo que hacen es criminalizar la pobreza y la migración en nuestros barrios, generar miedo. La seguridad es otra cosa: poder tener una casa, salir a la calle y conocer a la gente. Los turistas y la Policía son la antítesis de la seguridad.
-¿La represión policial se ha intensificado en los últimos años?
El Raval está cada vez más militarizado. La represión policial y el control son exagerados. Lo vemos cuando tenemos un desahucio. Hace cuatro o cinco años, mandaban tres furgones; ahora vienen más de diez y acordonan todas las calles de la zona. El despliegue de patrullas es un despropósito. Esto lo han promovido los políticos, porque han creado una necesidad que no existe. El barrio no necesita tanta policía, pero quieren vender una imagen de seguridad para los turistas.
-El malestar con las políticas de Collboni también ha crecido. ¿Barcelona camina hacia la privatización de los espacios públicos?
Lamentablemente, sí. Barcelona se está convirtiendo en una especie de PortAventura. Llega un punto en el que parece que todo vale: la suciedad, el ruido, los precios del alquiler. Todo vale, menos poder vivir y trabajar en nuestros barrios. La ciudad nunca ha estado tan mal. El PSC quiere escondernos a los pobres debajo de una alfombra y lo hace sin miramientos, porque solo importa el dinero. Estamos en un punto en el que algunos ganan como para vivir 200 vidas y otros no ganamos ni para vivir la nuestra. Lo que tenemos que hacer es organizarnos para revertir esta situación, porque no perdemos nada.
-Los políticos, los policías… ¿cree que todos gozan de la misma impunidad?
Sí. Los políticos actúan camuflados, porque la aplicación de la fuerza la hacen los mossos, pero la impunidad es la misma.
-¿El mosso que le propinó la paliza tuvo alguna consecuencia?
La verdad es que no me consta. El policía que me dio la paliza se inventó que fui yo la agresora. Estamos hablando de un mosso con una constitución de casi dos metros y 100 kilos, frente a una persona que no llega ni a los 50 kilos. No soy agresiva, pero ni queriendo podría darle una bofetada. El agente está en un sindicato [USPAC] que es quien presenta la denuncia. Yo soy inocente y lo defenderé hasta el final de los días.
-El juicio arranca en unos días (13 junio), ¿confía en la Justicia?
Sinceramente, me cuesta mucho confiar. No hice nada, pero esperar [de la Justicia], tampoco espero nada. Lo que nos dicen desde pequeños es que la Policía está para defendernos y que los jueces están para juzgar a la gente mala. La vida me ha enseñado que no puedo tener fe en la Justicia.