Editada en el periódico El Otro País, nº 68, marzo 2014, págs 18 y 19.
Luces y sombras de las luchas
El actual periodo de desarrollo de las luchas de las masas populares bien se puede decir que arranca con las masivas manifestaciones del 15-M en el año 2011. Aquellas multitudinarias protestas suponían una clara ruptura con decenas de años de reflujo de la lucha y de cierta pasividad, aunque con anterioridad ya se percibieron algunos signos de reactivación con el movimiento contra los desahucios de viviendas y algunas huelgas contra los recortes laborales.
-Entre las causas que provocaron aquella larga etapa de receso de la lucha cabe señalar en lo fundamental las siguientes:
Las ilusiones reformistas que anidaron entre la clase obrera y popular como consecuencia del apoyo que el partido revisionista de Carrillo, los pesoistas y las mafias sindicales, prestaron a la llamada «transición a la democracia». Una permanente y dura represión política y sindical. La imposición de las nuevas formas del sistema productivo, con la desregulación del mercado de trabajo, el desarrollo de la precariedad y la diversidad de contrataciones laborales, que aumentaron la división y la competencia entre los trabajadores. Y, desde el exterior, la negativa repercusión que tuvo la desaparición de los países socialistas del este de Europa.
-El estallido de indignación de las masas populares el 15-M estuvo determinado por el marco de la crisis general de agotamiento del sistema capitalista, y por el agravamiento de la crisis económica ya crónica. En este contexto Zapatero, además de seguir la senda política del regreso a los orígenes del fascismo iniciada por Aznar, nos impuso una reforma laboral, la ligazón de los salarios a la productividad con un drástico recorte de éstos, la congelación de las pensiones etc. Lo que venía acompañado del fracaso y el descrédito masivo de la «Reforma política», y del agravamiento de la crisis de Estado.
-El movimiento de protesta espontáneo y muy heterogéneo sorprendía por su rechazo a los partidos políticos parlamentarios y las mafias sindicales, así como por su carácter netamente político. Sus denuncias y consignas ponían en cuestión que estuviésemos en democracia y descalificaban a todas las instituciones y al conjunto del régimen, manifestando así mismo un repudio al sistema capitalista. Durante varios meses brotaron como hongos las asambleas populares en las que se dieron un gran número de debates de ideas y de reivindicaciones políticas, creándose nuevas formas de organización entre colectivos, barrios y ciudades. Una rica experiencia de lucha de clases. Teniendo en cuenta la situación de su partida el 15-M representaba un considerable salto de la conciencia política de las masas populares, así como cierta recuperación de métodos de lucha y de organizaciones independientes y asamblearias.
-Sin embargo, por su carácter espontáneo y heterogéneo, el movimiento tenía diversos planteamientos y niveles políticos, de organización y resistencia, lo que le hacía bastante vulnerable a las maniobras del aparato mediático del régimen, así como a la dura represión. Conscientes de ello, los medios de intoxicación se lanzaron en tromba con una campaña de noticias, análisis y contraanálisis para mitigar su impacto, tratar de desprestigiarlo y dividirlo, pero también de controlarlo y atraerlo al marco legal e institucional. Una parte de los medios y partidos políticos jugaban la baza de la demagogia, señalando que había que escucharles y atender sus demandas, ofreciéndoles reformas cosméticas. Otra parte lo demonizaba tildándolo de antisistema, violento etc; pidiendo su criminalización. La represión tuvo dos fases, una primera en la que la policía se infiltró en las asambleas para fichar a los elementos más destacados, y otra en la que ya reprimieron las acampadas y las manifestaciones, provocando cientos de heridos y detenidos y encausando judicialmente a decenas de personas por «promover disturbios, atentado a la autoridad» etc.
Puestas así las cosas, las limitaciones del movimiento ya se dejaban sentir a los pocos días, al dar la espalda a la consigna de ¡no votes!, que era una de las más sentidas, aduciendo que dejaban libertad para que cada cual hiciese lo que quisiese en la farsa electorera del 22-M. Posteriormente, algunos sectores pasarían de reivindicar una verdadera democracia a aceptar una mera reforma de la Ley electoral, anunciando la posibilidad de presentarse a las próximas elecciones. Pero otra parte . continuó propagando las consignas más consecuentes por la democracia y de rechazo al régimen y, en términos generales, el movimiento se fue integrando en las distintas plataformas de lucha contra los recortes sociales.
Aquí cabe advertir que el desarrollo de la lucha de clases nunca se produce de forma lineal, sino a través de flujos y reflujos, de saltos cualitativos y cuantitativos o parones momentáneos.
-Más a partir del 15-M, con avances y retrocesos, las masas populares han proseguido una tendencia a la movilización y a la participación en la lucha política. En ese sentido es significativo el desarrollo de la resistencia popular a los desahucios de viviendas, y el surgimiento de diversas plataformas contra los recortes sociales en sanidad, enseñanza etc. Según datos dados por TV el cuatro en noviembre del año pasado, desde el nacimiento de del 15-M se han producido más de 60.000 manifestaciones y, en el año 2013, se llevaron a cabo el doble de huelgas que en el año anterior.
-Respecto al terreno político, después del 15-M surgía el 25-S promoviendo las manifestaciones de de «asedio al Congreso» y de repulsa al actual marco constitucional. Posteriormente se iría desarrollando el amplio movimiento de Catalunya por su derecho a la autodeterminación. Y esta lucha, no sólo representa un avance para las justas aspiraciones de las naciones oprimidas por el estado español, sino también para el desarrollo de la lucha en general por las libertades y derechos democráticos en el conjunto del Estado.
-A modo de balance de los dos años y medio últimos, se puede constatar una elevación de la conciencia política de los trabajadores y las masas populares; un ligero avance de los métodos de lucha y de organización independientes, junto a un progresivo aislamiento de los partidos políticos institucionales y las mafias sindicales; un desarrollo de la desobediencia civil con los escraches, la ocupación de pisos vacios de los bancos, la expropiación de alimentos en grandes supermercados etc; y un crecimiento de la unidad entre los distintos sectores en lucha.
Los problemas a superar
Si en relación a la situación de arranque se han dado pasos relevantes, la realidad es que, a día de hoy, las luchas de las masas aún se encuentran en un nivel político y de organización bastante bajo. Para poder desarrollar un amplio y firme movimiento de resistencia, es necesario asumir que la grave situación que vienen sufriendo los trabajadores ya no puede ser solucionada desde el sistema capitalista, y también es preciso dar la espalda al espontaneismo, el reformismo y el legalismo, que vienen jugando un papel tremendamente negativo.
Respecto al espontaneismo, no me refiero al estallido espontáneo de las luchas de masas, que siempre es positivo y abre perspectivas al desarrollo de la resistencia organizada, sino a la promoción por parte de partidos políticos y pequeños sindicatos de un activismo ciego que conduce a los trabajadores al movimiento por el movimiento, sin objetivo alguno a medio y largo plazo, lo que termina confundiéndoles y desmovilizándoles.
Asimismo, es realmente pernicioso el reformismo que pretende embaucar a la clase obrera y popular con la falsa idea de que podemos alcanzar el socialismo desde dentro del capitalismo, mediante reformas políticas y sociales, sin necesidad de destruirlo. Esto, por el contrario, conduce al fortalecimiento de este sistema. Los trabajadores en el capitalismo necesitamos luchar por intereses inmediatos y reformas políticas y sociales, a través de programas tácticos. Pero, a diferencia de lo que señalan los reformistas, este tipo de lucha no puede suponer un fin en sí mismo, sino tan solo un medio o accesorio para conseguir condiciones favorables, que a su vez nos permitan acumular fuerzas y avanzar en el proceso revolucionario para acabar con el capitalismo e implantar el socialismo. Es por eso que nuestro Partido viene proponiendo la lucha por un programa democrático-revolucionario de 16 puntos que, tras la instalación de una República Popular, nos abocaría a una sociedad socialista.
-Por último, es preciso enfatizar sobre la necesidad de superar la tendencia al legalismo, que pretende llevar las luchas a un callejón sin salida. Se trata, por lo tanto, de organizar esas luchas fuera del corsé que nos impone el actual marco legal e institucional, asentado en una tela de araña de leyes y tribunales de excepción que no dejan el mínimo resquicio de libertad para poder defender las ideas y los proyectos revolucionarios de la clase obrera y popular. Un arsenal que, además, criminaliza todo tipo de protesta.
Y por si fuera poco muy pronto se pondrá en marcha la nueva «Ley de seguridad ciudadana». Por otra parte, tampoco podemos pasar por alto que la utilización de ese marco legal e institucional supone en realidad lavar la cara y legitimar el régimen fascista.
-Los avances dados por el movimiento popular en los métodos de lucha y de organización independiente, han creado un terreno propicio para la organización soterrada de Comités de Resistencia en barrios ciudades, así como de Círculos Obreros en las fábricas y demás ámbitos de trabajo, que permitirán impulsar la lucha general y sindical de forma consecuente y efectiva. Esto sumado a la actividad de otras organizaciones revolucionarias y ligado a nuestro Partido, irá conformando el amplio y firme Movimiento de Resistencia organizada que necesitamos.