Queridos camaradas, queridos compañeros y queridos solidarios, ayer día 6 de abril Arantza y yo pudimos vernos (por locutorios) y hablar por primera vez tras el fallecimiento de nuestra camarada Isabel Aparicio, y cinco días después de su muerte, todavía nos resulta muy difícil de asimilar que no vayamos a volver a ver a nuestra querida Isa. De momento no tenemos más información respecto a la causa de su muerte que la que vosotros nos habéis hecho llegar desde la calle. Sin embargo, una cosa tenemos muy clara: Isabel Aparicio ha muerto porque estaba en la cárcel. Estaba enferma, sí, pero si estuviera en la calle seguiría viva. Isabel ha fallecido a causa de la desatención médica que ha sufrido durante todos estos años de cárcel. Una desatención médica que el Estado fascista español está utilizando de manera planificada para aniquilar lentamente a las presas y presos políticos.
Isabel no se ha ido, ¡nos la han quitado!.
Arantza y yo conocimos a Isabel Aparicio en la clandestinidad, a ella y a su compañero Manuel Arango, porque nosotros no podemos pensar en Isabel sin acordarnos de Manolo, siempre los recordaremos y hablamos de ellos como un tándem inseparable. Y jamás podremos olvidar lo mucho que nos han enseñado, ni que fue luchando codo a codo con ellos en la clandestinidad donde nos forjamos como comunistas y revolucionarios. Nunca lo olvidaremos porque para nosotros Isabel es un ejemplo de fidelidad a la clase obrera y a su Partido, un ejemplo de firmeza inquebrantable en la defensa de nuestros principios comunistas y revolucionarios, un ejemplo de comunista y de mujer trabajadora… ¡un ejemplo a seguir!.
Isabel compartía con nosotros una pasión literaria: el “Reportaje al pie de la horca”, de Julius Fucik. Muchas veces hemos comentado este libro, e Isabel, que era la alegría personificada, siempre destacaba como incluso desde las cárceles nazis y esperando la muerte, un comunista es capaz de transmitir alegría y entusiasmo revolucionario. Por eso nos atrevemos a pedir para ella lo mismo que Julius Fucik pidió para sí mismo en su testamento: Isabel vivió y luchó para la alegría. (que la tristeza jamás vaya unida a su nombre).
Luchar al lado de Isabel Aparicio ha sido un gran honor para nosotros, y será un honor continuar su lucha junto a los hombres y mujeres de la clase obrera. Ese es el mejor homenaje que podemos brindarle. ¡Hasta siempre camarada! ¡Venceremos!
Arantza y David Garaboa Bonillo.
Presos políticos del PCE(r)