8 mayo 2016
“Como sigue la vida por ahí? Yo voy tirando, aunque con el pie izquierdo un poco fastidiado por la fastitis. Tu opinión respecto a que yo soy muy optimista en relación al actual nivel de la lucha y la conciencia de los trabajadores no me parece muy real, y tampoco estoy de acuerdo con eso de que la gente de la calle sea pesimista y los que estamos en la cárcel muy optimistas “porque lo necesitáis para resistir y no derrumbaros”. A mí me escribe gente de la calle que es mucho más optimista que desde prisión. Pero también es positivo que haya distintas visiones que nos hagan pensar a unos y a otros.
Parafraseando a Marx, hay periodos, no recuerdo si decía de 25 a 50 años, en los que no se avanza ni un día, y hay días en los que se dan saltos de 25 o 50 años, aunque la historia no se detiene nunca. Hace unas décadas, al calor de la caída de los países socialistas por el desarrollo del revisionismo, se hablaba mucho del fin de la historia y en estos momentos a nadie se le ocurre decirlo porque es evidente que el capitalismo está en crisis general de agotamiento. Curiosamente ayer escuche en la TV que la famosa clase media ha perdido en los últimos años 3 millones de integrantes en España. Mas, por otra parte, también es cierto que aun están muy verdes las condiciones subjetivas, nuestro propio partido está todavía débil numéricamente, y la conciencia comunista entre la clase obrera es bastante minoritaria, pero tú mismo tienes que reconocer que de unos años para acá se ha dado un salto en la lucha, y yo pienso que también, en el que ya hemos discutido mucho sobre ello, no me enrollo más y ya iremos viendo cómo evoluciona el panorama.
En lo que estoy de acuerdo contigo es en que los llamados sindicatos alternativos (como la CGT) aunque tienen un discurso sindical diferente a las mafias sindicales de CCOO y UGT, en la práctica se comportan de la misma forma que estos, y también se vienen convirtiendo en aristocracia obrera privilegiada. El régimen tiene el palo en una mano y la mano en la otra, y las horas sindicales, los liberados, las grandes sedes, etc., son cosas muy golosas.
Para poder diferenciarse de CCOO y UGT, y desarrollar una lucha sindical consecuente,es necesario organizarse de forma independiente y fuera del control de la legalidad y de las instituciones sindicales del régimen fascista. Los de la CGT justifican su escasa lucha diciendo que si tuviesen más fuerza podrían luchar más, pero no puede ser así porque están en las manos de un régimen que le interesa que sean algo más radicales de palabra y en alguna lucha, para que puedan aparecer como alternativa a CCOO y UGT y servir de banderín de enganche de los trabajadores más combativos, pues en la CGT les tienen bien controlados.
La realidad es que en el marco de la actual legalidad no existe ni el mínimo resquicio de libertad y derechos sindicales para poder desarrollar un movimiento de lucha sindical consecuente. Cabe subrayar que están prohibidas las huelgas de carácter político y, en ese sentido, las que tengan como motivo la solidaridad, pero poder hacer huelgas con meras reivindicaciones económicas exigen unos servicios mínimos tan abusivos (entre otras cosas) que se convierten en meras pantomimas. El código penal castiga en varios supuestos el ejercicio del derecho de huelga y, en su última revisión, en el artículo 315.3 se incluye el castigo con pena de una año y nueves meses a tres años de prisión “a quienes coacciones a los trabajadores a iniciar o continuar una huelga”, lo que viene suponiendo la apertura de muchos sumarios a trabajadores por participar en piquetes de huelga, a través del criterio de la policía. Y en ese mismo sentido vienen aplicando la “ley de seguridad ciudadana”. A últimos de marzo condenaron a José Bódalo por participar en una protesta del SAT tres años y medio de prisión y a los dos días tuvo que ingresar en ella. Pero hay unos 300 trabajadores en espera de juicios y abocados a una situación similar.
En las actuales condiciones que se dan en nuestro país, solo podremos desarrollar un movimiento sindical combativo e independiente a través de la organización de círculos obreros sindicales, que funcionen de forma semiclandestina en los centros de trabajo, al margen del control de las empresas y los comités oficiales. Tomando como base la asamblea de trabajadores para proponer las reivindicaciones necesarias, forjar la unidad para la lucha y elegir una Comisión de delegados que nos represente ante la empresa. Pero en el caso de que la lucha tenga una larga duración será conveniente renovar esa comisión para que la represión no se pueda centrar en esos compañeros.
Respecto a los métodos de lucha ni que decir tienen que no hay que dejarse llevar por la palabrería pacifista de los medios de propaganda del régimen, porque son sus leyes de excepción y su policía quienes imponen la violencia en las huelgas y en todo tipo de protestas. Y la clase obrera y popular tiene el derecho a elegir los métodos de lucha que considere más efectivos para alcanzar sus legítimos intereses, como puede ser la formación de piquetes y el levantamiento de barricadas, los encierros, las acampadas, los escraches, sabotajes, etc.
La participación de los militantes de nuestro partido en los círculos obreros, podrían ir desarrollando la lucha sindical en las distintas empresas hacia la formación de un amplio movimiento general, que también incluya la lucha de carácter social y por la consecución de las libertados políticas para, finalmente, orientare hacia el objetivo de la implantación de una sociedad socialista.
Bueno, llegado a este punto cabe recordar que en nuestro país ya hubo una experiencia similar a la de los Círculos Obreros que proponemos, protagonizada por las Comisiones obreras nacidas en el pozo minero de la Camocha de Gijón en 1957 y que posteriormente se fueron extendiendo por Asturias y el conjunto del Estado. Mas sería en la huelga de los mineros asturianos en la primavera de 1962 cuando esas comisiones se consolidaron y lograron un gran triunfo frente al franquismo, con la solidaridad de la clase obrera de numerosas zonas del Estado que se sumaron a su lucha. Y es que tras dos meses de huelga (abril y mayo), los mineros consiguieron que el propio José Solís, Ministro Secretario General del Movimiento, se aviniese a negociar con su comisión, que no era del Sindicato Vertical y por tanto no estaba reconocida como representante legal de los trabajadores. Claro que además de esto, los mineros consiguieron imponer todas sus reivindicaciones y la libertad de los luchadores que habían sido encarcelados. Una lucha que supuso un punto de inflexión en el desarrollo del movimiento obrero y popular contra el fascismo, y que nos debe de seguir sirviendo como referencia.”