Las farmacéuticas inflan los precios de los medicamentos hasta el 5000%
Cuando sobrevivir se convierte en un lujo para ricos
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
En el mundo actual las grandes corporaciones transnacionales determinan los precios en una proporción mucho mayor que lo hacían los cárteles y los trusts del inicio del siglo XX.
Turing Pharmaceuticals, por ejemplo, multiplicó hasta el 5.000% el precio del medicamento Daraprim, indispensable en el tratamiento del VIH.
La compañía farmacéutica estadounidense Avondale Pharmaceuticals, elevó el precio de las vitaminas Niacor en un 809%, según informó Financial Times.
Según esta fuente, un frasco de 100 pastillas de Niacor, una versión con receta médica de la niacina —vitamina B3—, pasó de 32,46 dólares a 295 dólares “una vez que Avondale se hizo con las patentes para su venta”.
No obstante, –continúa la nota- “pese a que la niacina puede ser comprada libremente en las farmacias estadounidenses sin necesidad de prescripción o receta médica, algunos médicos aún prefieren seguir prescribiendo Niacor.
En este sentido la información precisa que dicha práctica se debe a que dicho fármaco es la única versión aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA), agencia responsable de la regulación de los fármacos en el país norteamericano, para el tratamiento del colesterol.
Según el diario británico, Avondale Pharmaceuticals decidió subir el precio del Niacor poco después de adquirir los derechos de ese medicamento de la compañía Upsher Smith de quien obtuvo también la patente exclusiva del fármaco para el sistema respiratorio conocido como SSKI.
El aumento del precio del SSKI fue muy superior al del Avondale, llegando hasta el 2.469%, que se traduce en un aumento de 283,5 dólares. Antes, un frasco de 30ml costaba solo 11,48 dólares y paso pasó a venderse a 295 dólares.
De acuerdo con la versión del artículo, la compañía farmacéutica Avondale, fundada en agosto de este año, “parece haber sido creada con el único propósito de adquirir esos dos productos de Upsher Smith”. En este mismo sentido se precisa que dicha empresa no fabrica otros medicamentos.
En opinión del articulista David Crow, “la estrategia de adquirir un medicamento que tiene poca o ninguna competencia en el mercado y aumentar drásticamente su precio representa un intento deliberado de beneficiarse de las ineficiencias del mercado de la salud de EEUU, donde el costo de los medicamentos no está controlado por el Gobierno”.
Noticias como estas no son ninguna novedad informativa ni económica.
Según la Agencia Europea del Medicamento, en los últimos 5 años se ha aprobado 48 nuevos fármacos contra el cáncer, sin embargo, los altos precios de venta impuestos por las compañías productoras restringen considerablemente su aplicación hospitalaria.
Recordemos que según las previsiones globales de la consultora EvaluatePharma, publicadas en el verano pasado, “las ventas del sector farmacéutico podrían caer en 390.000 millones hasta 2022”.
Pero, no nos confundamos. Los monopolios no son los responsables últimos de los altos precios de venta de los medicamentos, sino el brutal aumento de la explotación laboral por parte del gran capital desde la década de los años 80 como respuesta a la caída de rentabilidad que comenzó a producirse a partir de la década anterior.
En definitiva, nada nuevo. Como vaticinara hace ya siglo y medio Carlos Marx, la disputa por los beneficios entre los capitales junto a las crisis recurrentes en la producción de mercancías conduce a una mayor concentración del capital en manos de unos pocos y a la centralización del capital en los sectores financieros, íntimamente conectados con el Estado.