Entrevista con Álex García, de Resistencia Films
“No estoy dispuesto a aceptar que el miedo se convierta en mi propia cárcel”
“Denunciar los crímenes y la situación que vivimos en el Estado español” es el principal objetivo de Tomad nuestra voz en vuestras gargantas (2017), el último documental de Resistencia Films, estrenado en la plataforma de cine online Filmin y que ha sido proyectado de momento en Santander, Pamplona, Tolosa (Guipúzcoa), Bilbao, Granada…
—¿Con qué objetivos creaste Resistencia Films?
Resistencia Films es un canal de Youtube que surge sin un objetivo concreto, surge simplemente para difundir vídeos que yo iba grabando sobre el movimiento social que iba viviendo, con compañeros que estaban empezando a ser reprimidos por sus canciones… Yo grababa videoclips y charlas que se daban en Madrid y empecé a subir ese material que veía que no se estaba subiendo y que yo consideraba que era de interés que estuviera en internet, al acceso público. Pronto me embarqué con otro compañero en el documental Represión: un arma de doble filo, en el que intentamos reflejar la subida exponencial de la represión que se estaba viviendo en aquellos años, donde veíamos que gente que antes no sufría la represión estaba empezando a sufrirla, y con condenas bastante altas. Represión: un arma de doble filo incluye entrevistas a ocho personas que sufrieron represión: tres por libertad de expresión, tres por manifestaciones y dos por su activismo en sus barrios.
—Además de vídeos de denuncia social y videoclips, ese canal de Youtube acoge cortometrajes de ficción…
Se sube un poco de todo: los documentales que realizamos, en una época estuvimos subiendo películas soviéticas, de Cuba… que no estaban al acceso público y que considerábamos que era importante que estuvieran ahí. Grabábamos charlas, los últimos años estuve trabajando con la PAH y con diferentes movimientos sociales, unificando las luchas, realizando vídeos de desahucios, de ocupaciones de bancos… y vídeo denuncias antirrepresivas sobre situaciones que vivíamos…
—Filmin recomienda Tomad nuestra voz en vuestras gargantas para “entender el presente”.
Sobre todo para entender el presente partiendo del pasado, porque la película hace muchas referencias al pasado, aunque de una forma un poco metafórica, a través de un cuento. Creo que sirve para comprender la situación que estamos viviendo ahora, partiendo de cómo se construye el Estado español y de cuál es la esencia del Estado español. Esa era mi intención con el documental.
—Resistencia Films ha enmarcado el documental en el “cine experimental”.
También por mi desarrollo cinematográfico personal, este documental rompe un poco con el anterior —que era un documental más clásico, más periodístico—; a través de mis estudios de cine y del cine que yo suelo consumir, me he nutrido de un cine que me llena y que rompe con las formas clásicas de la televisión y del cine más comercial, al que estamos acostumbrados sobre todo por parte de Estados Unidos. Es un cine distinto, que genera una reflexión que no es a la que estamos acostumbrados en el cine más clásico, donde se conduce demasiado al espectador a pensar de una determinada forma. En esta película, no. Mis ideas están muy claras, porque yo creo que es bueno no intentar ocultar mis ideas, pero tampoco estoy dando un mensaje claro. Creo que la película deja al espectador reflexionar y sacar sus propias conclusiones a partir del material que yo le doy. Y es una película que tampoco tiene un ritmo muy rápido ni frenético, sino que te deja ese tiempo para que tú reflexiones sobre las imágenes. Entonces es experimental en el sentido de que rompe con el cine al que estamos acostumbrados.
—¿Y cuáles son esas ideas que dices que es bueno no intentar ocultar, cuáles son tus referentes filosóficos/políticos?
Yo simpatizo con el marxismo-leninismo, entonces mis referentes filosóficos son los autores del materialismo dialéctico: Marx, Engels… Además de los autores anteriores que configuraron el pensamiento de Marx y Engels y los posteriores que lo desarrollaron.
—¿Y tus referentes cinematográficos?
Vienen sobre todo de la escuela soviética: Vertov, Eisenstein… También Masao Adachi —un cineasta japonés actual—, el cine de Godard… Aunque en realidad todo el cine que he visto me ha nutrido de alguna forma.
—En Tomad nuestra voz en vuestras gargantas presentas testimonios que “revelan las estructuras” del Estado español. En ella presentas a España como “un país al pie de la montaña”, y al miedo y la violencia como la “columna vertebral” de esa montaña que “de forma invisible crece y se fortalece sumergiendo a la gente del pueblo en una gran sombra”.
En 1939, después del golpe fascista y la guerra, se construyó un Estado sólido y bastante fuerte que sumergió a toda la población en un clima de terror a través de la sangre, y el fascismo al final se impone y se fortalece a través del miedo y de la represión, y creo que esa es la columna vertebral que ha mantenido ese Estado hasta nuestros días. Aunque en realidad es un Estado muy débil —porque no tiene una base sólida que lo sostenga—, es un Estado que ha conseguido esa base sólida a través del terror, a través de asustar a la gente para que acepte lo que hace el Estado no porque realmente esté de acuerdo con ello… Aceptamos una monarquía no porque realmente queramos esa monarquía, sino porque tenemos miedo a enfrentarnos a esa monarquía, que es lo que por ejemplo pasó en la Transición. El rey no fue aceptado porque la gente quisiera un monarca, sino porque tenía miedo a que si no había un monarca, siguiéramos como estábamos anteriormente. Entonces es un Estado que ha mantenido esa base social a través del miedo y el terror.
—En Represión: un arma de doble filo (2015) —el documental con el que debutaste en la dirección y del que hablábamos antes— presentaste testimonios de personas más o menos conocidas; entre ellas, el rapero Pablo Hasel, el preso Alfon Fernández o el abogado Juanma Olarieta. Sin embargo, en Tomad nuestra voz en vuestras gargantas presentas los testimonios de una mujer desahuciada, de un inmigrante, de una mujer víctima de violencia machista y de un preso con más de 20 años de condena a sus espaldas, y lo haces sin filmar el rostro de ninguno de los cuatro. ¿Cuáles son las diferencias —alguna la apuntabas ya antes— entre Represión: un arma de doble filo y Tomad nuestra voz en vuestras gargantas?
En esta ocasión no quería especificar el rostro de una persona, porque sentía que con el anterior documental la gente se podía sentir un poco alejada de esas personas, que podría decir “la represión la sufren esas personas, que son unos radicales, que tienen ese tipo de ideología…”, y yo creo que la represión va mucho más allá y no es algo que le toque a una persona por su activismo, sino que es algo que en el Estado español en mayor o menor medida vivimos todos o por lo menos que se vive en nuestro entorno. Entonces en esta película no quise reflejar el rostro de esas personas porque no creo que sea algo de una persona, sino que esas personas que están hablando podrían ser tu vecino, tu amigo, tu madre… Quería que sintiéramos ese testimonio y que pensáramos en esos momentos de nuestra vida en los que hemos sentido esas mismas sensaciones que están sintiendo ellos, que al final creo que son algo general que sentimos todos en algún momento: ese miedo, esa soledad, ese terror a ciertas cosas.
—Has dicho que Tomad nuestra voz en vuestras gargantas es la película que necesitabas hacer. ¿En qué sentido?
Uno de los temas que más me preocupan es la configuración del Estado y cómo entendemos el Estado. Yo entiendo el Estado como un Estado fascista, que desde el golpe de Estado ha habido una continuidad, aunque hubo esa Transición que no considero que fuera válida, sino que simplemente fue un cambio de careta para sostener aquello que estaba empezando a moverse por las luchas obreras…
—Y también por las propias necesidades del capital…
Sí, por esas necesidades también necesitaba disimularse en una democracia, pero la esencia fascista se mantuvo, y eso se ha visto en que la represión nunca ha parado. La Transición estuvo llena de muertos, de asesinados, y después de la Transición no se legalizó a todos los partidos políticos, los presos siguieron en la cárcel aunque hubo una supuesta amnistía que al final lo que sirvió fue para amnistiar a los fascistas. Este es un tema que siempre me ha preocupado mucho, y con el anterior documental intenté tratarlo, pero sentía que no lo había tratado a fondo, que me había quedado mucho en la superficie, y tenía esa espina clavada que con este documental siento que me la he sacado y he podido reflejar todo lo que siento sobre lo que es el Estado español.
—¿No crees que en la Transición sí hubo un cierto cambio, no crees que no es exactamente lo mismo el franquismo que el régimen del 78?
Sí hubo un cambio, al final todo cambia y todo evoluciona, y el fascismo evolucionó, cambió su forma, se hizo más maduro… pero creo que el cambio importante no fue del Estado sino de la oposición; el PCE y aquella oposición de la izquierda mayoritaria lo que hizo fue cambiar y adaptarse a los principios del Estado fascista: meterse en las instituciones y aceptar todos esos principios, la monarquía entre ellos. Fue ella la que se acercó al fascismo, no el fascismo el que se acercó a la democracia, y eso fue lo que generó esa ilusión de que había democracia, en el sentido de que podíamos ver que el PCE se presentaba a unas elecciones y que conseguía algunas alcaldías, pero lo que tenemos que preguntarnos es ¿por qué consiguió esas alcaldías, porque el fascismo se ha abierto a la democracia y ha permitido eso o porque el PCE ha renunciado a todos los principios democráticos para poder optar a eso? Hay muchos partidos que han seguido ilegalizados, entonces no puedo entender que haya habido libertad en ningún momento. Creo que este Estado ha seguido siendo igual siempre. Y está visto que este Estado no te permite una lucha como la que se podría llevar a cabo en un Estado democrático porque te ilegaliza a la primera, no permite esa libertad política, no permite libertad de asociación, no permite libertad de manifestación, en España se ilegalizan manifestaciones cada dos por tres; si vas a una manifestación, te detienen, te multan… Hay una persecución continua, no puedes ni opinar por Twitter o hacer vídeos. ¿Qué forma de lucha me permite este Estado si no me permite hacer un vídeo denunciando injusticias? Si no me está permitiendo ese tipo de lucha, me está demostrando que es un Estado fascista.
—En el verano de 2017 tuviste que declarar en la Audiencia Nacional por un supuesto “delito continuado de enaltecimiento del terrorismo”. ¿Por cuál de tus trabajos te acusa de eso la fiscalía?
Por todo el canal en general. Ellos decían que el canal tenía desde sus inicios un afán de enaltecer el terrorismo, entonces en un principio acusaban a todo el canal, aunque remarcaban unos 20 vídeos que eran los que ellos consideraban como más peligrosos o en los que se basaban para argumentar toda la denuncia. Entre ellos se hablaba del documental Represión: un arma de doble filo, porque decían que entrevistaba a Juanma Olarieta, que ha sido abogado de varios represaliados políticos, y decían que el hecho de entrevistar yo a Olarieta…
—¿Por haber entrevistado a un abogado?
Sí. Y en el sumario policial indicaban a Olarieta como “histórico militante del GRAPO”, cuando Olarieta nunca ha sido denunciado por ser militante del GRAPO y nunca ha tenido una condena por ser militante del GRAPO. Entonces ¿qué sentido tiene que la Policía me indique que Olarieta es un histórico militante del GRAPO? Al final es injurioso, porque si eso fuera verdad, ¿cómo está ejerciendo Olarieta legalmente como abogado? No podría ejercer como abogado… Mi abogado denunció que el sumario policial estaba mintiendo descaradamente tanto sobre Olarieta como sobre Pepita Seoane, que nunca han recibido ningún tipo de condena por ningún tipo de militancia y a los que estaban acusando de algo muy grave, como es la militancia en una organización armada. Denunciaban también el vídeo que hice denunciando el exterminio que sufrió Isabel Aparicio, exterminada en prisión por la desatención médica. Denunciaban también varios poemas de Manuel Pérez Martínez Camarada Arenas, videoclips con Pablo Hasel, videoclips con Nito, de La Insurgencia… A mí no me acusaban de haber manifestado unas palabras concretas o de haber dicho algo, sino sobre todo el hecho de que yo diera voz o entrevistara a personas a las que por el hecho de entrevistarlas, ellos consideraban que las estaba enalteciendo.
—En la Audiencia Nacional reivindicaste la libertad de expresión y de creación artística. ¿Qué situación atraviesan esas libertades?
La represión de esas libertades va en aumento…
—¿Y por qué crees que va en aumento?
Cuando hablamos del aumento represivo, yo creo que más que mirar al Estado —a qué ha cambiado en el Estado, que yo no creo que haya cambiado nada de hace diez años a hoy—, hay que mirar qué ha cambiado en el movimiento, qué ha cambiado en la parte opositora al Estado, porque creo que ahí es donde está la clave de ese aumento represivo. Creo que en los últimos años se ha generado un mayor descontento y a partir del 15M, quizás, se ha visto una mayor combatividad en las manifestaciones, una mayor lucha en la calle, y también una mayor expresión de ciertas ideas contrarias al Estado, que creo que eso es lo que ellos temen y por eso han aumentado esa represión, porque quieren volver a acallar todas esas voces a través del miedo y a través de la represión.
—En tus trabajos también insistes mucho en el peso de la historia.
Yo creo que la historia es fundamental para entender todo, porque los Estados se van desarrollando, pero parten de una herencia del pasado. Nosotros podemos hablar de la herencia que tenemos del franquismo, pero también podríamos hablar de la herencia que tenemos de la Inquisición, que en estos juicios muchas veces… Yo cuando fui a la Audiencia Nacional me sentí en un juicio de la Inquisición, donde estaban juzgando mis ideas. O el caso de Willy Toledo, que ahora ha sido denunciado por ofensas religiosas; eso es algo que casi viene de la Inquisición. Si olvidamos nuestro pasado, estamos perdidos a la hora de entender qué está pasando en el presente. Para entender este Estado actual tenemos que tirar para atrás y ver de dónde venimos, qué desarrollo democrático hemos tenido. Es un Estado cuyo mayor auge de democracia fueron unos meses del Frente Popular y lo que fue la II República, pero todo lo demás es un Estado bastante totalitario de represión, donde las matanzas al movimiento obrero y la persecución ha sido algo continuo.
—Las referencias al miedo también están presentes en tus trabajos.
El miedo es algo que tenemos todos y que hay que aprender a combatir de alguna forma, porque el miedo al final te hace esclavo. Cuando tenemos miedo a salir a la calle o a algo, nos están convirtiendo en esclavos. En mi caso, cuando me llegó la citación, mi entorno lo que intentó fue la respuesta natural al miedo: decir “deja de hacer vídeos, olvídate de tus ideas, busca trabajo, céntrate en tu familia y en tus amigos y olvídate de todo lo demás”, pero eso sería aceptar ese miedo, dejar que ese miedo me domine y me encarcele, pero yo no estoy dispuesto a aceptar que el miedo se convierta en mi propia cárcel, prefiero que esa cárcel me venga impuesta por el fascismo, pero mantenerme libre con mis ideas.
—El comunicado que Resistencia Films emitió en vísperas de tu declaración en la Audiencia Nacional está encabezado por la conocida frase de la escritora Evelyn Beatrice Hall: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Sí, pero lo que están persiguiendo con estas cosas son tus ideas, las ideas que hay detrás de tus trabajos. Una de las cosas que me sorprendieron en la Audiencia Nacional fueron las formas, porque las preguntas de la jueza y de la fiscalía no iban conducidas a los vídeos, no me preguntaron nada sobre los vídeos, sobre mi trabajo… Todas sus preguntas eran sobre qué opinaba yo, qué sentía, qué pensamientos tenía, cuáles eran mis ideas, qué intenciones tenía con mis vídeos, qué opinaba del terrorismo, qué opinaba de la lucha armada, qué opinaba de los GRAPO, qué opinaba de ETA, por qué consideraba preso político a tal persona… Entonces lo que me estaban diciendo es que no me estaban llevando a la Audiencia Nacional porque yo hubiera hecho algo que pudiera ser considerado delictivo, sino porque mis ideas les molestaban; están haciendo una persecución ideológica a ciertas ideas. Lo comentaba hace poco Olarieta en una charla con el tema de los retuits, que querían ilegalizar ciertos retuits. ¿Cómo diferencias entonces que el ABC reproduzca por ejemplo una cita de un comunicado de ETA y que una persona en su perfil de Twitter retuitee un comunicado de ETA? Lo diferencias a través de la ideología que intentas averiguar de esa persona. ¿Por qué esa persona va a la Audiencia Nacional y el ABC no? En mi caso pasa igual: a mí me acusan de haber entrevistado a Pepita Seoane en el documental Represión: un arma de doble filo, pero Pepita Seoane en mi documental dice exactamente lo mismo que dice en otra entrevista en El Mundo, y en otra entrevista creo que en Televisión Española, en un reportaje que hizo Informe Semanal. ¿Por qué yo voy a la Audiencia Nacional por entrevistar a Pepita Seoane pero El Mundo no o TVE no? Creo que tiene que ver con que están intentando primero averiguar cuáles son mis ideas y después reprimir esas ideas. Al final esto es un poco la Policía del Pensamiento de la que hablaba Orwell, la persecución ideológica pura.
—¿Aún aspiras a dedicarte al cine?
Sí, pero no creo que pueda vivir de ello nunca, primero porque vivir del cine es algo complicado y segundo porque el tipo que trabajo que yo hago puede conducirme antes a la cárcel que a vivir de ello. Pero el cine es una forma de expresarme que yo tengo y algo que necesito hacer de alguna forma, y creo que es una herramienta: yo no empiezo a hacer cine desde fuera, sino al revés. No me acerco desde mi cine al movimiento social, sino que mi cine parte de ese movimiento social. Todos mis trabajos se nutren de lo que yo veo en las manifestaciones, de lo que vivo en las asambleas como activista, y como activista empiezo a hacer esto, porque creo que es una herramienta para ayudar a ese movimiento social.