Sobre la llamada globalización y el falso ultraimperialismo, carta de Lucio García desde Topas.

Foto. «Lucio García Blanco. Preso político PCE(r)».

Cartas desde prisión

Lucio García Blanco

Cárcel de Topas. 25-03-2018

«…Voy con el tema del supuesto mundo global por el que me preguntas.

El bombardeo mediático sobre la llamada globalización, anunciando que llegaríamos a una etapa «ultraimperialista» en la que se alcanzaría un mundo global sin contradicciones -gobernado y planificado al margen de los Estados, por una especie de superestado formado por los grandes monopolios mundiales-, es una auténtica quimera, como ha quedado en evidencia en estos momentos de guerra proteccionista. Mera propaganda imperialista para tratar de engañar a los países en vías de desarrollo y a la clase obrera, con el objetivo de ocultar sus planes de guerra para dominar y expoliar el mundo.

La invención del supuesto mundo global se argumentó en base al traslado de cierto número de empresas monopolistas a los países en desarrollo en busca de mano de obra barata y más plusvalía, al disminuir la tasa de ganancia en los países imperialistas. Comenzarán con el asentamiento del textil y posteriormente lo harían otras industrias con mayor grado tecnológico; lo que también serviría para que el imperialismo pudiese agrandar su carácter rentista exportando grandes sumas de capital a esos países.

En la actual etapa de monopolismo de estado e imperialismo en que se encuentra el capitalismo es realmente imposible que se pueda desarrollar un superpoder mundial al margen de los estados, ya que a los grandes monopolios no solo no les estorba su estado sino que lo necesitan como medio de control, planificación económica y financiación. Los grandes empresas monopolistas y los bancos se han ido entrelazando y fusionando con sus estado hasta convertirlos en los garantes de sus grandes ganancias y su propia defensa militar frente a otros países.

Como podemos apreciar en nuestro propio país, con el pretexto de estimular la economía, el Estado se vuelca en desarrollar las ganancias de esos grandes monopolios otorgándoles exenciones especiales de impuestos, todo tipo de subvenciones y ventajosos préstamos de capital, al tiempo que acude a su rescate cuando quedan en quiebra.

Es significativo que recientemente el gobierno haya anunciado un rescate de las autopistas que puede costar a los contribuyentes 7.000 millones, y no hace mucho que rescató a los bancos con 73.000. Pero los estados también se han concernido en los mejores clientes de los monopolios, encargándoles la construcción de grandes infraestructuras como aeropuertos, autopistas, instalaciones militares, etc., que en absoluto responden a las necesidades del pueblo.

«Cartas desde prisión». (mano saca una carta por encima de alambradas).

El Estado es también un instrumento indispensable para que los monopolios no tengan que vender sus mercancías por los precios de producción y puedan imponer sus altos precios de monopolio, que ya no dependen del mecanismo de las leyes económicas sino del control de los mercados; lo que provoca un descenso por debajo de la ganancia media en las pequeñas y medianas empresas, por lo que muchas de ellas se ven abocados a la ruina.

Por otro lado, un mundo organizado y planificado por las grandes monopolios internacionales -cárteles y trust-, que pueda acabar con la competencia y la lucha entre ellos es realmente imposible ya que el reparto económico del mundo solo depende de la fuerza y el poder que tenga cada uno, y esto está en permanente cambio por la influencia de la ley del desarrollo económico desigual que impera en la economía capitalista. Bastará que alguno de esos monopolios consiga mejorar su técnica de producción con el descubrimiento de algún invento, para que se provoque un cambio en la relación de fuerzas y se rompa el acuerdo, con el objetivo de conseguir un nuevo y mayor mercado. Claro que la competencia y la lucha tampoco cesa dentro de cada uno de los monopolios, tratando de comerse el terrero unos socios a otros.

En un plano general, el capitalismo de monopolismo de estado también ha exacerbado la anarquía en la producción, así como la contradicción fundamental que se viene dando entre el carácter social de la producción y la forma privada de apropiación de lo producido, lo que ha terminado ocasionando la crisis general de agotamiento histórico del capitalismo, con la lacra del paro obrero ya crónico, los trabajos precarios y los sueldos de miseria, etc.

Por todo ello, el monopolismo e imperialismo tiende a la reacción y la fascistización en el ámbito de la política interior, así como a la agresión y a la guerra en el exterior, por el reparto del mundo y la rapiña de otros países.

Antes de la desaparición del bloque socialista encabezado por la URSS, la contradicción principal que se daba en el mundo era la que enfrentaba a ese bloque con el conjunto de países imperialistas, que se veían obligado a mantenerse unidos para hacer frente al socialismo y tratar de debilitarlo. Con su desaparición las contradicciones interimperialistas pasaron al primer plano, y los EEUU intentaron refrendar su hegemonía mundial desarrollando una larga cadena de guerras por el control de materias primas en Irak, Afganistán, Yugoslavia, Libia etc; en las que a pesar de su poder militar pasó más dificultades de las esperadas y, finalmente, sufrió una clara derrota en Siria, por la ayuda de Rusia, Irán e Hizbullah a este país.

Lejos de los propósitos de los yanquis, lo que marcaría esta época sería la decadencia y el fin de su hegemonía mundial; un cambio realmente histórico que daría paso a un mundo multipolar. Y, la economía norteamericana, más orientada a la exportación de capitales que a la de mercancías -a vivir de la rentas- pronto se vería afectada por un gran déficit comercial y una astronómica deuda exterior, que le acarrearía graves dificultades.

La cuestión es que paralelamente tendría lugar otro hecho histórico como el desarrollo capitalista independiente de China y Rusia, para eludir las abusivas exigencias de los organismos mundiales controlado por los EE.UU. Unos países con unas huellas culturales, económica y sociales heredadas de su etapa socialista, y una economía productiva y financiera en buena parte en manos del Estado, que en realidad les permite un rápido crecimiento económico, social etc; mientras los países que están en la etapa monopolista e imperialista se encuentra en una grave crisis de estancamiento y descomposición. De ahí que China y Rusia hayan podido ir estableciendo en torno al grupo de países emergentes (BRICS) y a través del Nuevo Banco de Desarrollo, un nuevo marco de relaciones comerciales y financiero más equitativo, que en realidad viene haciendo de contrapeso del imperialismo. Asimismo, en estos momentos China ya viene usando el yuan como moneda de pago del petróleo, pronto lo convertirá en un rival del dolar como moneda de reserva mundial.

Dibujo. (un puño agarrando un lapicero).

Mas, por otra parte, también se han venido intensificando las disputas entre las potencias imperialistas por sus diferentes y antagónicos intereses; como en el caso de los países europeos con el Brexit, o la que se viene dando entre estos y los EE.UU., por el interés yanqui en venderles gas y petróleo con el fin de sustituir al actual abastecimiento de Rusia. A lo que habría que añadir el enfrentamiento entre Alemania y EE.UU. por el déficit comercial que este tiene con los alemanes, así como por los aranceles que ha impuesto Trump recientemente. Franceses y alemanes también han manifestado su voluntad de desarrollar una industria y una defensa militar europeas, al margen de los estadounidense.

En general, la palabrería de la globalización ha quedado olvidada y se ha pasado al mundo real del proteccionismo económico y las amenazas de guerra militar. Es significativo que el pasado año hayan sido anulados el tratado de libre comercio de la cuenta del Pacífico (TPP) que estaba en vigor, así como el TTIP que se venía negociando entre EE.UU. y UE. Y la batalla económica por la protección de las fronteras no ha hecho más que empezar con los aranceles impuestos por Trump al aluminio y al acero, y el anuncio reciente de que también le impondrá fuertes barreras a China, que responderán con la misma moneda.

Claro que todo ello viene acompañado de un buen aumento del presupuesto militar de los yanquis y de graves amenazas de guerra. En el documento de Donald Trump presentó hace unos meses sobre «la estrategia de seguridad» se remarca que «China y Rusia constituyen para EE.UU. dos poderes revisionistas que buscan erosionar la prosperidad americana y crear un mundo en las antípodas de los valores americanos». Y el pasado diciembre anunciaron un aumento de la ayuda militar a Ucrania y el envío de misiles antitanques, lo que indica la voluntad de reanudar la guerra en el Donbass.

Respecto a Cataluña, la cosa también se está poniendo cada vez más caliente, y todo apunta a que la batalla principal se dará en la calle y en base a la desobediencia civil, no hay otra salida dado el nivel represivo al que ha llegado el Estado. Y la resistencia que estos días han desarrollando los Comités de defensa de la república y otras organizaciones ha sido un buen ejemplo.

Pero bueno, no me enrollo más, que esta ya va bien cargada.

Un fuerte abrazo y besos.

Lucio.

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