Pluma Pincel Palabra Al servicio de la cultura popular. 1931-1939
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El rayo que no cesa
Miguel Hernández
Nuestra Bandera, nº 118
noviembre 1937
«HAY QUE ASCENDER LAS ARTES HACIA DONDE ORDENA LA GUERRA.
A los hombres españoles que irremediablemente dedican su vida a la vida del arte se les ofrece una tremenda, inagotable y dura cantera de donde extraer el mármol definitivo para su obra; la de esta guerra, la de esta vida que vivimos tan al desnudo en sus pasiones, en sus sentimientos.
La guerra, el gran acontecimiento, ya lo he dicho, desnuda tanto al hombre que se le ve transparente en sus menores movimiento y rasgos. Ninguna materia perpetua para el hombre que hace arte como la de una Humanidad en plena conmoción, emoción, revolución en todos sus valores morales y materiales.
Los hombres de la pintura, la escultura, la poesía, las artes en general, se ven hoy en España impelidos hacia la realización de una obra profundamente humana que no han comenzado a hacer todavía. Yo veo a los pintores, los escultores, los poetas de España empeñados en una labor de fáciles resoluciones, sin el reflejo mejor de los problemas que la situación de este tiempo ha planteado. Advierto a estos hombres, artistas de relumbrón, excéntricos de la pintura, escultura, poesía, arte en general. Veo que los pintores temen la pintura, la rehuyen y se entregan a juegos ya en desuso del cubismo y sus provocadores. A los escultores, a los poetas les sucede lo mismo: les falta la consistencia espiritual, formalidad que decimos. Veo que los hombres de España, con ambiciones creadoras, cierran los ojos y el corazón a la latente realidad que los rodea y les acosa, vestidos de un egoísmo de barro sucio, impenetrable por una voluntad mezquina de serlo.
En medio de esta realidad han aparecido libros, revistas, obras de arte que demuestran lo ajenos que se encuentran sus autores a ella.
Pero mi confianza en el porvenir de España me hace tenerla en quienes han de dar cauce bueno en ese porvenir, y espero que las artes empiecen a ascender hacia donde el pueblo español ordena victorioso y conmovido.»
Aunque el otoño
de la historia
cubra vuestras
tumbas con el
aparente polvo
del olvido, jamás
renunciaremos ni
al más viejo de
nuestros sueños.
Miguel Hernández