Pres@s polític@s enferm@s. Sobre su situación y la lucha por su libertad: Situación en prisión. Condiciones, traslados, diagnósticos y tratamientos. (1 de 3)

Pegatina y cartel. «Libertad presos políticos enfermos. SRI».

Pres@s polític@s enferm@s

Sobre su situación y la lucha por su libertad

Dossier. SRI Madrid. (1 de 3)

Introducción

El objetivo de este trabajo es dar a conocer la situación de los presos políticos, y en especial la de los que se encuentran gravemente enfermos.

Al mismo tiempo, queremos que sirva de impulso para la campaña de denuncia y por la libertad inmediata de los presos enfermos que desde el SRI de Madrid estamos desarrollando. Hasta el momento las campañas se activaban cuando un preso no recibía la asistencia sanitaria en prisión, o bien, ante una situación grave en la que su vida dependía de recibir tratamiento en un hospital. En la actualidad, a dichas campañas concretas hay que añadirles otras campañas de carácter continuado, debido a que las enfermedades que padecen un número considerable de presos políticos se han agravado a tal extremo que pueden morir en cualquier momento o quedar con alguna secuela o invalidez grave.

Esta situación viene de lejos. Tras la guerra civil, miles de presos políticos contrajeron enfermedades en prisión o murieron como consecuencia de ellas. Ejemplos como José Díaz, Joan Comorera o Miguel Hernández fueron algunos de ellos.

En la actualidad esto sigue sucediendo. La prueba de que no exageramos la tenemos en la muerte de varios presos políticos vascos hace tan solo unos meses en la cárcel de Badajoz y Puerto III. Desde 1979 han muerto en prisión 22 presos políticos, la mayoría por falta de asistencia sanitaria, otros por suicidio, dos en huelgas de hambre y otro de una paliza. A todos estos hay que añadir otros 17 presos que murieron tan solo unos meses después de conquistar su libertad. Lamentablemente, esta situación se va a repetir cada vez con mayor frecuencia si no hacemos nada por impedirlo.

Pintada «Amnistía». (y a plantilla una estrella sale de las rejas).

SITUACIÓN EN PRISIÓN: CONDICIONES, TRASLADOS, DIAGNÓSTICOS Y TRATAMIENTOS

La crisis económica y los recortes en Sanidad han afectado considerablemente al conjunto de los trabajadores: desde anulaciones o retrasos en pruebas diagnósticas (analíticas, pruebas de imagen, etc.) recortes de plantilla o cierres de centros sanitarios, hasta restricciones en la administración de fármacos o vacunas (como el conocido caso de los enfermos de Hepatitis C). En las cárceles, a todos estos, hay que sumarles los recortes en las raciones alimentarias y en materia de higiene. Según una noticia recogida en agosto de 2012 por el periódico Levante-emv.com, “el menú de cada recluso cuesta 3,55 euros”. ¿Qué alimentación mínimamente saludable se puede obtener con menos de cuatro euros? En este mismo artículo se indicaba que la mayor parte del presupuesto de alimentación está destinado a la compra de alimentos precocinados. Algunos presos denuncian que “en numerosas ocasiones la bandeja ha ido directamente a la basura porque era prácticamente incomestible”, por lo que el preso tiene que hacer un desembolso económico extra en el economato de la cárcel si quiere comer.

En el caso de los presos políticos que enferman, todo esto que hemos descrito, se agrava aún más por el alargamiento de las condenas. La suma de los años que llevan en prisión más la edad avanzada revierte directamente en el deterioro de su salud.

Por si fuera poco, la mayoría de los presos políticos cumplen condenas en régimen de primer grado y la mayoría, en módulos de aislamiento y con todo tipo de restricciones. Como por ejemplo: la estancia de dos o tres horas en un patio de tamaño reducido, la imposibilidad de acceder a talleres donde se realicen trabajos manuales, la disposición de libros también están reducidos a dos o tres, no se les permite salir fuera del módulo para ninguna actividad: ni física, ni cultural, ni social.…

A esto hay que añadir la política de dispersión. Esta consiste en el traslado de los presos a cárceles lo más lejos posible de sus familiares y amigos, además de (y esto es lo más importante) en la separación de sus compañeros de organización y lucha. También hay que señalar la censura de todo tipo de comunicaciones: desde cartas, llamadas, comunicaciones vis a vis, etc. Todos estos factores hacen que los presos vivan en unas condiciones que aumentan considerablemente el riesgo de padecer enfermedades físicas y/o mentales.

Esto en lo que se refiere a la legislación especial a la que son sometidos. También a nivel sanitario sufren unas medidas especiales. Bajo la excusa de la seguridad son numerosas las trabas que se ponen para recibir la asistencia médica que requieren en los hospitales. Los traslados se producen en unas condiciones inhumanas: furgonetas con elevado escalón y esposados a la espalda por lo que, no se pueden agarrar y van dando botes, etc. En cuanto a las consultas y operaciones, éstas se realizan esposados y en muchos casos en presencia de la Guardia Civil, vulnerando tanto la confidencialidad como las más mínimas condiciones en las que se debe pasar una consulta. Esto ha provocado en numerosas ocasiones que los presos se nieguen a pasar consulta o a la realización de pruebas en estas condiciones vejatorias y humillantes.

Existe en prisión un protocolo de actuación donde se observa claramente hasta qué punto se antepone la seguridad a la vida del propio preso. Dicho protocolo de “seguridad” impide la apertura inmediata de la puerta de la celda ante un caso en el que un preso esté sufriendo un infarto de miocardio. El retraso en la apertura y atención sanitaria puede suponer la muerte, cuando de haber sido tratado adecuadamente se habría podido salvar.

En aquellos casos en los que el preso consiga ser atendido en un hospital de la calle, a la vuelta a prisión empezará un nuevo calvario para conseguir el tratamiento recetado, ya sean medicamentos o dietas, por no hablar de las futuras revisiones.

Los presos políticos enfermos que se encuentran en esta situación, y por lo tanto debemos exigir su puesta en libertad inmediata para que sean debidamente atendidos y tratados, son: Manuel Arango Riego, M.ª José Baños Andújar y Paco Cela Seoane; los tres padecen enfermedades irreversibles, que se ven agravadas por su estancia en prisión, lo cual dificulta un tratamiento adecuado –cuando no inexistente- poniendo en peligro la vida de estos luchadores. No podemos olvidar la muerte en la prisión de Zuera (Zaragoza), en estas mismas condiciones o muy similares, de la presa política comunista Isabel Aparicio Sánchez.

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