Entrevista con Jorge Distrito 14, a prisión por oponerse a un desalojo
Jorge Jiménez está a la espera de recibir una carta con el aviso de su entrada en prisión. En enero de 2016 participó en el intento de parar un desahucio en Vallecas (Madrid). A raíz de aquel hecho, Jiménez fue condenado “por lesiones y atentado contra la autoridad” a siete meses de cárcel y el pago de una indemnización de 1.200 euros a un agente de la Policía Nacional española. Como se ha negado a efectuar ningún pago al agente, Jiménez, miembro del colectivo Distrito 14 (que ha puesto en marcha varias campañas contra los abusos a los sectores sociales más empobrecidos en la periferia de Madrid) se puede convertir en la primera persona en el Estado que cumple pena de privación de libertad en el ámbito de la lucha por el derecho a la vivienda.
Moratalaz. Edificios en ladrillo vista, construcciones solitarias pero alineadas que acaban por formar un enrevesado sistema de pasillos y jardines, donde el césped es un resistente más. Desde una ventana al lado de tierra, una vecina sacude la escoba llenando la luz del sol de pelos y partículas. Dos peatones se saludan a gritos de una acera a otra: “Hoy hace buen día”. Es Moratalaz, pero también es la periferia de todo. El Instituto Nacional de la Vivienda franquista, típico producto de los años sesenta. Nos encontramos con Jorge Jiménez (27 años, Madrid) en el centro social okupado La Bankarrota, una antigua oficina propiedad de Bankia, que nunca llegó a usar. Ahora da la bienvenida una pintada con el rostro de Angela Davis. Hay adhesivos en todas partes, sobre todo de motivación antifascista. Algunas compañeras están rozando el suelo. La noche de antes hubo fiesta. “Se puede pisar, esto sólo era para quitar las partes más mugrientas”, nos cuenta un chico con la fregona en la mano. Mientras el suelo se seca, conversamos con Jorge Jiménez en un rincón de aquel local diáfano pero frío como una nevera.
–Ante las horas graves que estás viviendo y esperando la entrada en prisión, ¿como vas de ánimos?
De ánimos bastante bien. En cuanto a mí, voy a una terapia para mentalizarme y resolver dudas sobre cómo funciona el tema de la prisión. Además de todo el calor que nos está llegando, de mis amigos y del entorno tan fuerte que tengo, que me está ayudando a mantenerme, de momento, bastante sereno. Lo que peor llevo es la incertidumbre de no saber qué día llegará el momento [de entrar en prisión].
–Algún consejo de la terapia que quieras compartir?
Me han informado de las peores situaciones que puedo vivir allí dentro. Y pienso que eso me vendrá bien precisamente porque será un mundo nuevo, a pesar de todos los esfuerzos para adelantarme a las situaciones. Agradezco que me hayan hecho pensar en las peores situaciones, que no me las hayan querido blanquear. Si después no me toca vivirlas, perfecto. Y si tienen que pasar, pues ya estaré más o menos mentalizado. También me recomendaron que hiciera meditación. Sobre todo por si tengo que vivir situaciones tensas, mantener el autocontrol.
–¿Qué recuerdas de aquella mañana de enero, cuando todo comenzó en Vallecas?
Recuerdo que fue una mañana muy dura. Aparte de que hacía mucho frío, fue una mañana muy larga. En un primer momento, parecía que podríamos detener el desahucio, porque no había policía, más allá de la típica patrulla que siempre está. Pero quisieron pasar dentro del portal y al ver que les cerrábamos el paso, avisaron más refuerzos. Y llegó más policía, y aún mucha más. La cosa se tensó mucho. La procuradora de Bankia dijo que el desahucio se había de ejecutar sí o sí, y la policía nos comunicó que nos teníamos que mover o nos moverían ellos a trompicones. Fue muy duro. Después, cuando ya te han sacado de en medio a hostias, ves como la policía accede y empiezan a salir con las cosas de la familia, también la mujer con su bebé … son cosas muy, muy duras. Y te lo digo yo, que lo viví desde fuera.
–¿Y qué recuerdas del día siguiente, cuando la policía te notifica que debes personarse en comisaría?
Yo estaba en el trabajo. Me sonó el móvil y era un número muy largo. Pensé: “Mal rollo”. Voy a contestar la llamada por si acaso. “Hola, te llamo de la comisaría de Villa de Vallecas”. Cuando me lo comunicaron todo, pensé: “Me ha tocado a mí”. Hablé con el abogado, y me dijo que había que ir, porque si no irían por mí en el trabajo o en casa, y sería peor.
–¿Hoy tienes trabajo?
Tenía: ayer fue mi último día. Lo he dejado.
–¿Una baja voluntaria?
He pedido una excedencia, y me la han concedido. Un año.
–Siempre has argumentado que la denuncia del policía es toda mentira. ¿Cuál era la acusación?
En el juicio, el policía dijo que un momento después de que desalojaran el portal de la gente que resistíamos, él estaba ayudando a una persona mayor a levantarse del suelo (una persona que los policías previamente habían lanzado al suelo, aunque que esto no dijo que pasó) y, según palabras textuales, yo me acerqué, le miré a los ojos y le pisé la mano.
–¿Y esta épica de clavarle los ojos?
El abogado nos lo explicó. El hecho de decir que le miré a los ojos es para mostrar que fue cosa hecha expresamente, que no fue un accidente.
–Hace unos meses, una vecina de Tetuán, Isa, fue condenada a seis meses de prisión y a pagar una multa económica muy importante para tratar de detener un desahucio. Pero sobre ti recae el triste honor de ser la primera persona que entrará en prisión.
Es un triste honor, pero tarde o temprano esto tenía que llegar. Y no seré el único, eso lo tengo bien claro. Soy el primero, pero porque me ha tocado a mí. El objetivo es desmontar el movimiento por la vivienda, porque es un movimiento potente. He sido yo como podría haber sido Jorge Aranda, de Carabanchel, Ricardo de Parla, o Isa que tú mencionabas.
–¿Preferir siete meses de cárcel antes que pagar la indemnización al policía denunciante, es consecuencia de un posicionamiento político o una muestra de amor propio?
Podría parecer la segunda opción, pero es la primera. Lo que tratamos de hacer comprender es que todo ello responde a un posicionamiento político antes que no de orgullo. Toda la campaña que hacemos está orientada a eso. Aparte de que no hice nada de todo lo que se me condena, la situación es ésta porque hay desahucios, porque la policía miente, y yo no pagaré por no legitimarla. Aprovechamos las circunstancias para poner el foco, para que la gente que no está tan enterada de estos temas, se dé cuenta de que una persona podría haber pagado mil doscientos euros, que es dinero pero se pueden recoger con la ayuda de gente, y prefiere pasar siete meses de su vida privada de libertad antes que pagar nada.
–Eres miembro del colectivo Distrito 14. Yo tengo una camiseta de Distrito 14 donde dice: “Ama a tu barrio, odia el racismo”…
Esta fue la segunda que hicimos.
–También hicisteis otra que decía: “Ama a tu barrio, odia a Cifuentes”, lo cual es irónica porque se ha demostrado que un sector dentro del PP estaría de acuerdo, sobre todo con la segunda afirmación.
Nosotros empezamos a odiarla mucho antes de que empezaran a hacerlo otros [rísas].
–La cosa es que leyendo El País y por otro prensa de este tipo, cualquiera pensaría que sois unos pinchos de barrio caza-pijos …
Demandamos a El País por el artículo en el que nos acusaba de ello. Primero enviamos un escrito de rectificación porque había cosas que se habían inventado, que eran falsas. Y se negaron a publicar el escrito. Y ganamos la demanda. Tuvieron que publicar tanto en la versión web como en el papel la correspondiente rectificación.
–¿Qué hace tan peligroso a Distrito 14 para que seáis el centro de estos ataques?
Para ser honestos, hacemos acciones. Participamos en movimientos y en colectivos que son importantes a nivel de Madrid. Tampoco es que seamos excesivamente transformadores, porque la realidad es la que es. No somos demasiados. Pero pienso que lo que hace más molesta, a la Brigada de Información o los medios que publican este tipo de historias, es la capacidad de difusión que tenemos. No les gusta que según que sea visible. También el hecho de que no tenemos ningún problema con la acción directa. En el sentido de que si tenemos que pintar una casa de apuestas, pues lo hacemos. No te hablo de poner una bomba. Asumimos las detenciones. Nos han detenido a un montón de golpes. Y seguimos. En el tema vivienda, la gente que suele ir a los desahucios no es demasiado joven. Y últimamente hemos tirado del carro aportando mucha, de gente joven. Creo que tampoco les hace demasiada gracia. Al final, son los jóvenes los que les pueden plantar cara.
–Cuéntame alguna de las campañas que ha llevado a cabo desde Distrito 14.
Ahora estamos con una campaña contra las casas de apuestas, que también ha hecho bastante revuelo en los medios por una pintada: “No juegues con la clase obrera, no juegues con Moratalaz”. Se lo tomaron como una amenaza. También hay otra muy potente, también contra los desahucios. Hace cosa de unos tres años, en la sede del distrito de Moratalaz hicimos una protesta en el pleno. Nos presentamos con el DNI y sacamos una pancarta dentro. Al cabo de tres semanas, la policía fue a nuestras casas a detenernos por delitos contra las altas instituciones del estado. Después todo se archivó, pero la idea era meter el miedo en el cuerpo. Fue una experiencia que nos unió mucho, porque fue dura: los antidisturbios fueron a buscar a casa a veinte jóvenes, a las seis de la madrugada, grabando todo … No es agradable, pero los dos días que estuvimos en comisaría, todos juntos, fue una experiencia que nos fortaleció. Nos preparábamos para el juicio, y al final se archivó. También hay otra campaña contra las inmobiliarias, por ejemplo: carteles, pintadas. Hacerlo visible. No publicar sólo un comunicado en las redes sociales, que está muy bien, pero queremos que la gente en la calle vea lo que hay.
–Aparte de la terapia que mencionabas al principio, ¿como estás preparando el ingreso en prisión?
Estoy leyendo un par de libros sobre el funcionamiento de la prisión, desde las cosas más básicas, la cama, a qué hora te levantas, la comida, hasta cómo presentar quejas o instancias para cosas a las que tienes derecho, pero no lo sabes.
Yo estoy bien, y ahora me estoy preocupando más porque mi madre lo esté. Y mi padre. Mi madre también va a terapia, y bastante bien. No es fácil aceptar que tu hijo tiene que entrar en prisión. Viendo mi madre bien, a pesar de todo, tengo un punto de apoyo clave.
–¿Qué implican los siete meses de prisión? Trabajo, casa …?
En el trabajo no pensaba conseguir la excedencia. Para solicitarla, no tienes que explicar los motivos, sólo cumplir los requisitos de antigüedad. Lo hice y al cabo de dos días la estaba firmando. Me sorprendió, la verdad. Y es un punto positivo, para que dentro de un año, aunque no sea en el mismo lugar de trabajo, pero sí en una categoría similar, tendré algo a que aferrarme. Yo vivo en una casa de alquiler, que la perderé. Habíamos planteado pagar los siete meses de alquiler, pero no tenía sentido. Cuando salga de prisión, volveré a casa de los padres. También estaba preparando unas oposiciones, y hasta que no pasen dos años de la condena, no me podré presentar. Eso sí que me hace la puñeta. Con los amigos, aunque pruebes de desconectar, y salgas a cenar o lo que sea, el tema siempre está presente. Pero trato de continuar con mi vida. Evidentemente no puedo hacer planes a semanas vista, para que cuando llegue la carta, tendré diez días para hacer efectivo el ingreso, pero a pesar de todo esto, trato de hacer vida normal. Tener la mente ocupada.
–Las oposiciones no serán para ser policía nacional, ¿verdad?
[Risas] Bombero. En Moratalaz, había mucha peña del instituto que decían “policía, puta mierda”, pero ahora … Con el tema de las oposiciones a policía, hay gente sin mucha ideología, lo que ve es el trabajo y el sueldo asegurados, no demasiado complicados de conseguir. Amigos de toda la vida del barrio, ahora los ves, y dices: “hostias, como has acabado”.
–Hogar Social Madrid ¿no ha aparecido nunca por Moratalaz a hacer su recogida xenófoba de alimentos?
Sí, estuvieron sólo una vez hace un tiempo. Se piensan que este barrio es Stalingrado, y aparecieron cincuenta o sesenta tipos con palos y cascos. Vinieron a hacerse la foto.
–La última pregunta: dentro de siete meses, a mí me gustaría volverte a entrevistar. ¿Qué mensaje darías ahora al Jorge que con la llegada del verano saldrá de nuevo a la calle?
¿Qué le diría? No sé cómo estaré dentro de siete meses. Confío encontrarme más fuerte, que continúe militante, yendo a parar desahucios, más de lo que lo he hecho hasta ahora. Le diría que se sienta orgulloso de la gente que me ha mostrado su apoyo, de la lucha que estamos tratando de salir adelante y del mensaje que nos acompaña: la vivienda digna. Que es tan básico! También le diría que se sienta orgulloso de lo que hizo aquella mañana de enero, de los desahucios a los que seguiré yendo. No por la obligación en lo que dirá la gente, sino porque uno de los objetivos de este tipo de condenas es desactivar, tanto a la persona como el entorno, y pienso que están consiguiendo todo lo contrario. Nos estamos fortaleciendo en el ámbito colectivo, en el ámbito familiar, de amistades … Y si yo salgo de la cárcel y continúo militante, los habrá salido el tiro por la culata.
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