Pluma, Pincel, Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular
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La represión contra los maestros republicanos
Al hablar del arrasamiento de la cultura no podemos olvidar de mencionar a los maestros republicanos que fueron unos de los sectores del funcionariado más represaliado durante la guerra y posteriormente durante el fascismo. Se les consideraba responsables de la militancia revolucionaria de los jóvenes. La mayoría eran progresistas y sus enseñanzas se basaban en una educación científica y laica. Este fue el delito del que fueron acusados por los fascistas y por el que pagaron un alto precio.
En un primer momento, fueron militares, falangistas y guardia civiles los que peinaron los pueblos y ciudades en busca de los maestros republicanos. Muchos fueron fusilados, otros encarcelados.
La Universidad no escapó a esta represión, el Rector de la Universidad de Oviedo, Leopoldo Alas Argüelles y el de la Universidad de Granada fueron fusilados.
En un segundo momento se institucionalizó la represión. Un decreto del 8 de noviembre de 1936, firmado por Franco, apuntaba que es “necesario” una “revisión total y profunda en el personal de Instrucción Pública (…) extirpando así de raíz esas falsas doctrinas que con sus apóstoles han sido los principales factores de la trágica situación a la que fue llevada nuestra patria”. Así da comienzo el proceso de depuración de los maestros y de todos los niveles de enseñanza. Más de 60.000 fueron depurados, de los que más de 15.000 fueron expulsados de la carrera no pudiendo ejercer la docencia nunca más, otros 6.000 fueron sancionados. Estas sanciones consistían en el traslado forzoso, la suspensión temporal de empleo y sueldo, etc.
Ante la falta de maestros, mediante un decreto de 1940, las vacantes de las escuelas, institutos y universidades fueron ocupadas por cerca de 2.000 oficiales del Ejército fascista, que después se ampliaría a excombatientes y mutilados de guerra franquistas, falangistas e incluso a sus familiares. No tenían ningún tipo de conocimientos pedagógicos ni educativos, pero el único requisito que se requería era que fueran adictos al régimen.
La enseñanza se redujo al estudio de la religión y de las “hazañas de los héroes y figuras de la Cruzada”.
De las teorías de la Institución Libre de Enseñanza fundada por Francisco Giner de los Ríos, en las que se basaba la educación republicana, se pasó a la escuela nacional-católica caracterizada por el integrismo desde el punto de vista religioso, la autoridad, la jerarquía y el patriotismo.