Pluma, Pincel, Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular
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El fascismo contra la Ironía
Que el fascismo no soporta la sátira, la ironía ni el chiste es algo que seguimos sufriendo y que hoy se sigue pagando con la clausura de revistas, secuestro de números, procesamiento y condena de todos aquellos que han hecho uso de ella contra el poder establecido y sus instituciones. Pues bien, los lodos actuales vienen de aquellos polvos que se remontan a la represión fascista tras la Guerra Nacional Revolucionaria y un ejemplo muy significativo es la historia de la revista La Traca, revista satírica editada en Valencia desde 1884.
Hoy, la historia de La Traca, que es la de la lucha contra el poder, es una historia desconocida, a pesar de que se trata de la publicación con más tirada de la historia del Estado español: 500.000 ejemplares en la época de la República. Era una revista anticlerical, que luchaba contra el oscurantismo, la reacción ideológica, que fustigaba a poderosos y a su brazo armado, el Ejército. Tras el triunfo del Frente Popular se puso al lado de la causa popular y revolucionaria.
La revista desapareció en 1938 con la entrada de las tropas fascistas en Valencia. El odio hacia esta publicación se puede medir por la represión de que fue objeto. Todos los ejemplares fueron quemados, se amenazó con la cárcel a todos aquellos que no destruyeran los ejemplares que tenían en su poder.
El dibujante de la revista Modesto Álvarez, que firmaba como MA “Modesto” y “Burlón”, y que fue uno de los mejores representantes del dibujo satírico del siglo XX, fue detenido; cuando el director de la revista desde 1909, Vicente Miguel Canceller, acudió para interesarse por su suerte y pedir su libertad, declaró que Modesto no era más que un dibujante y que él asumía toda la responsabilidad ya que era el director de la revista. Fue detenido por un grupo de falangistas y torturado para que revelara el nombre de sus dibujantes y redactores ya que muchos publicaban con seudónimos; pese a las torturas no dio el nombre de sus colaboradores y en 1940 fue fusilado en el campo de tiro de Paterna, junto a dos de sus colaboradores, los dibujantes Modesto Álvarez y Carlos Gómez “Bluff”.
Fueron juzgados bajo la acusación de adhesión a la rebelión militar y los motivos, según se recoge en la sentencia, “porque el semanario La Traca se dedicaba de la manera más baja, soez y grosera a insultar a las más altas personalidades representativas de la España Nacional, de la dignidad de la Iglesia y los principios informantes del Glorioso Movimiento Salvador de nuestra Patria, aprovechando la popularidad adquirida en años anteriores en beneficio de la subversión marxista”.
Se fusiló la ironía y se sentaron las bases de lo que hoy sigue siendo la libertad de expresión en este país.